Capítulo 02 | La biblioteca.

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Capítulo 02 | La biblioteca.

Madison.

— ¿Al final iréis a la fiesta de Samantha? –pregunta Abby.

— No lo sé, creo que tendré que cuidar a mi hermana pequeña. –dice Chiara decepcionada.

— ¿Y tú, Maddie? ¿Irás a la fiesta? –pregunta de nuevo Abby, esta vez un poco más emocionada.

Abby es mi mejor amiga, llevamos juntas desde que me mudé a Connecticut. Coincidimos en el mismo instituto y nos hicimos inseparables al sentarnos juntas el primer día de clase. Desde entonces, siempre estamos acompañadas la una de la otra. Más tarde, conocimos a las demás, Chiara y Anne.

— Por supuesto que sí, probablemente iré con Sean.

Ellas, se miran entre sí y ponen caras que es mejor no describir.

— ¿Qué pasa? –pregunto extrañada.

— Nada, es que nos tienes abandonadas. Desde que estás loca por ese chico hemos pasado a segundo plano. Lo superaremos, tranquila. –añade Anne llevándose una mano en al corazón dramáticamente.

— No seáis tremendistas. –le resté importancia.

— El otro día el de Literatura me dijo que quería una tutoría conmigo. –digo preocupada.

Nunca en mi vida me he metido en problemas. Nunca. Jamás. Excepto la vez que le pegué un chicle en el pelo a la chica de mi clase que me decía que vestía como una vagabunda tan sólo por no parecer un árbol de Navidad andante. Pero nunca me pillaron así que no cuenta como meterse en problemas.

— Quizá quiere darte unos azotes porque te duermes en clases. –dice Anne juguetona.

— ¡Qué asco! –exclamé dejando la gominola en el bote.

— ¡Pero si has hecho cosas peores! –dice Chiara.

— ¿Cómo nos vamos a vestir para la fiesta? – Abby cambia de tema.

— ¿Iremos como MAAC? –dice Chiara emocionada.

— Ver a Ginny y Georgia nos está afectando al cerebro. –comento.

— Es que MANG son geniales. Son fabulosas. –dice Anne.

— Está bien.

Mi abuela toca a la puerta y cuando le permitimos el paso, se deja ver con una bandeja de chocolatinas y refrescos.

— ¡Cómo nos malcrías, Daisy! –bromea Abby.

— Si tenéis más hambre siempre podéis ir a la despensa, la acabo de rellenar. –informa–. Y no os quedéis a dormir hasta tarde.

— No te preocupes abuela, que nos dormiremos a las cinco de la madrugada. –digo riendo.

— Lo peor es que ya lo sé.

Cuando se va, como es de esperar nos quedamos despiertas hasta tarde hablando y viendo películas. Al día siguiente, cuando salgo de la Universidad, me preparo la comida y me alisto para ir a trabajar.

— Abuela, no me esperes despierta. A lo mejor paso por la casa de Abby al terminar.

La abuela Daisy asiente y se vuelve a centrar en hacer punto mientras se mece en la silla que está al lado del sofá junto a la lámpara. Al llegar saludo a Charlotte, la bibliotecaria y voy a mi puesto como todos los días.

¿Por qué tenía que poner esa pila de libros en un estante tan alto? Aquí estoy, en la biblioteca como siempre. Trabajo para poder ayudar a mi abuela a pagar la casa porque ella no trabaja y la paga que le dan es ridícula para poder llegar a fin de mes. La comida la tengo que pagar yo con el sueldo. La luz, el agua, todo. Me vi obligada a conseguir un trabajo porque nos costaba mucho llegar a fin de mes, es por eso por lo que me paso todas las tardes aquí. Seleccioné una porque estaba rodeada de libros y a mi madre le encantaba. No es mi caso, yo me aburro con tanta letra, pero al ser la afición de mamá, accedí de inmediato.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora