Capítulo 27 | Toques accidentales.

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Capítulo 27 | Toques accidentales. 


Alex.

Vuelvo a casa con el ánimo por los suelos después de haber visto a Madison y Michael besarse en la puerta de su casa.

Una hora antes.

Pongo un pie en su portal y toco al timbre, pero me abre Daisy, su abuela.

— Maddie no está en casa, ha quedado con ese chico.

— Lo sé, me preguntaba si podía esperarla aquí.

— Por supuesto, ponte cómodo, muchacho.

Espero sentado un total de cuarenta minutos, cuando Daisy de repente, se sienta en el sofá junto a mí y me da una palmadita en la pierna mientras se pone sus gafas.

— Vamos a ver, jovencito, espero que cuides muy bien a mi Maddie, porque está muy confusa y lo último que necesita es que la líes más. -entrecierra los ojos-. No me voy a meter en vuestra vida, pero, como me entere yo de que la haces llorar, te corto los huevos esos que tienes y me hago una tortilla con ellos, ¿entendido?

Bueno, no me imaginaba a Daisy así.

—No, no, no. -me apresuro-. Lo único que yo pretendo en hacerla feliz y respetarla, nada más.

Aun así, parece insatisfecha, por lo que debo añadir:

— No tengo segundas intenciones.

— No quiero que sufra, ¿entendido?

— Cristalino.

Parece relajarse, y entonces se levanta.

— Tardará una hora en venir.

Es lo último que dice hasta desaparecer por la cocina. Así que, salgo y espero en el coche, sin embargo, no puedo esperar más a hablar con ella y le escribo un mensaje. No contesta. Mando otro. Me lo deja en visto.

Qué frustración.

Unos minutos más tarde, la veo aparecer con él en su coche, después se bajan y cuando creo que es el momento idóneo para hablar con ella porque pienso que se meterá ya en casa, me bajo del coche. Camino, pero tengo que pararme en los arbustos porque se besan apasionadamente. Cabizbajo, vuelvo al coche y conduzco hasta casa.

Supongo que tengo que agradecerle a la vida que no me dejara hacer tremenda locura de decirle que estoy enamorado de ella. Porque sí, lo estoy, tanto que me aterra. Pero tendré que aprender a vivir con ello, justo como he hecho hasta ahora.

Tiro del hilo que pende de la zona superior y sale al descubierto la investigación. Sin embargo, hay algo que no me cuadra. Luka no pudo hacerlo, estaba en casa de mi tío corroborando que todo saliera según lo planeado para la fiesta de cumpleaños. ¿Por qué confesaría su propio crimen? ¿Encubrimiento o acción?

Me detengo una vez más para observar y analizar de nuevo las fotografías de prontuario, es decir, de la ficha policial. El retrato está tomado dejando ver la zona de la apuñalada y las zonas de asfixia, sin embargo, hay algo que capta mi atención más que otras veces.

Un símbolo difícil de ver con claridad grabado a través de la sangre de la apuñalada. Es una especie de marca, la mayoría de los asesinos marcan a sus víctimas como especie de trofeo, así también como quedándose alguna pertenencia. Y ahora sí que me doy cuenta, el colgante de la Luna que le regalé por su cumpleaños no lo lleva. Mia nunca se lo quitaba para nada.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora