Capítulo 29 | La inauguración.

14 7 0
                                    


Capítulo 29 | La inauguración.

Maratón 1/4

Alex.

El agua cae sobre mí como una cascada, como si me purificara por dentro y me hiciera sentir que soy una nueva persona. Cuando era pequeño, mi abuelo me llevaba todos los días a la playa. El mar para mí es como mi segunda casa, antes de ser policía era pescador y se sabía todos los animales marinos, peligrosos y los que no corrían ningún riesgo. Antes de que el abuelo muriera, me pidió expresamente que sus cenizas las arrojara al mar, así que eso hice. Por ello, tengo la necesidad de hacer formar parte de esto a Madison.

Mientras que me seco y me pongo la ropa reflexiono sobre cuando nos besamos por primera vez en el mar, además, ahí fue también la primera vez que sentí que estaba enamorado de ella, que lo estoy. Pero no puedo jugar con Rachel, no sabiendo que tiene sentimientos hacia mí.

— Tenemos que hablar.

— Sé lo que vas a decirme. -da un paso hacia mí-. Quieres a Madison.

— Lo que...

— De verdad, lo entiendo. -me coge de la mano-. No puedes elegir a quien amas, y tú la quieres a ella. No puedo forzarte a que te enamores de mí.

La rodeo con mis brazos y nos fundimos en un abrazo sincero, pero de despedida.

— Ve y habla con ella.

Al salir, unas calles atrás de la casa de Rachel, me encuentro a un chico, aparentemente de mi edad, con unas llaves en la mano delante de mi coche.

Mientras que me seco y me pongo la ropa reflexiono sobre cuando de pronto, choco con alguien sin querer.

— Lo siento, tío, no me he dado cuenta. -dice el chaval.

— Tranquilo.

De repente, llega un mensaje directo de mi madre.

MAMÁ:

Cielo, ¿podrás venir a la inauguración del restaurante de cócteles?

ALEX:

Tengo lío, pero lo intentaré.

MAMÁ:

Puedes traer a Madison, me contaste que volvíais a ser amigos, ¿no?

ALEX:

Está bien, a las nueve estaremos allí.

Pero qué débil que soy.

Me dispongo a llamar a Madison por teléfono para asegurar nuestra cita de hoy, espero que acceda porque si no me ahogaré toda la noche con los cócteles y el alcalde. Al único que conozco es a Oliver, el sobrino de mi tío.

Deja sonar el móvil unos pitidos, y cuando estoy dispuesto a colgar e intentarlo en otro momento, responde.

— Hola, ¿qué pasa? -dice jadeando.

Oh, no.

— ¿Estás bien? Porque suenas muy agitada, puedo llamar en otro momento.

— ¡No! Es que acabo de hacer ejercicio, he subido y bajado unos escalones deprisa y justo acabo de terminar.

Con solo imaginármela toda sudadita me entran ganas de estar presente ahí mismo.

— Es que, te llamaba porque es la inauguración del restaurante de cócteles de mi madre, que técnicamente es de mi sobrino, pero, quería saber si querías venir.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora