Capítulo 41 | Mentiras.

10 4 0
                                    


Capítulo 41 | Mentiras.

Alex.

Soy consciente de que la he cagado profundamente.

No mentía al decirle que me importaba, porque lo hace, y mucho. Así que no me voy a quedar de brazos cruzados viendo como se me escapa lo único que me da la vida. Voy a luchar por ella, quiera o no.

Siempre nos quedará Dirty Dancing.

Entre el caso y Madison mis días se resumen en ir de la comisaría a buscarla para rogarle que me perdone, porque si algo me define, es que no dejo marchar lo que verdaderamente quiero.

Por ello, voy hasta su casa para hablar con Daisy, aunque lo más probable es que no me quiera ver ni en pintura.

En la vida hay que tomar riesgos.

Aunque si no me corta los huevos sería todo un detalle.

Llamo a la puerta, pero al verme, hace un amago de cerrarla enseguida. Excepto por mi pie casi chamuscado entre la puerta para que no me la cierre en las narices.

— Quita niño.

— Por favor, Daisy. -insisto.

— Maddie no está.

— Es que quería hablar contigo.

Entrecierra los ojos.

— Dos minutos, por favor.

— Uno y rapidito que se me queda la comida.

Cuando por fin me deja entrar, me siento en el sofá.

— ¿Qué te dije de hacerle llorar a mi pequeña?

— Lo sé, y lo siento muchísimo. -me disculpo de nuevo-. Sólo quería saber si el concurso del que nos hablaste sigue en pie.

— Bueno, ya no creo que quiera hacerlo contigo.

— Necesito que me perdone.

— No sé lo que ha pasado, pero la has dejado fatal, Alex.

Créeme, lo sé.

— Quiero reparar el daño que le he hecho, la necesito en mi vida.

— Habértelo pensado antes.

— Daisy, por favor, la quiero.

Ups.

— Como amiga.

— Está bien. -suspira.

Gracias, Daisy.

— La convenceré.

— Gracias.

— Se pospuso para la semana que viene, tenéis estos días para ensayar, toma la dirección para que podáis escoger el baile.

Me da un papel escrito y me lo guardo en el pantalón.

— Genial, no te fallaré de verdad.

Salgo de su casa feliz.

Y con los huevos en su sitio, todo un detalle.

No pierdo el tiempo en seguir la dirección de Daisy, sin embargo, la fachada deja mucho que desear.

Por dentro no es tan cochambroso, pues se trata de un estudio de baile normal y corriente que a la derecha, lo conecta con un camerino enorme.

— Disculpe, venía por el concurso de baile de ancianos.

La mujer me mira sin entender ninguna palabra.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora