Capítulo 04 | La fiesta.

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Capítulo 04 | La fiesta.

Madison.

Me despierto con los rayos de sol colándose por mi ventana. Hago un impulso para levantarme, pero es inútil, la cabeza me da mil vueltas y tengo ganas de vomitar. No volveré a beber más.

Con el ceño fruncido me pregunto: ¿Qué hice anoche? La recuerdo vagamente. Lo único que mi mente retiene es cuando estuve con las chicas y... con Alexander. Apareció, es verdad. Y cambió muchísimo. Ahora está más cachas. Hablé con él y después... todo borroso. Me paso las manos por la cara cansada y ladeo mi cabeza hacia la mesilla de noche para revisar mensajes. Sin embargo, me encuentro con un vaso de agua, una pastilla y una nota. La cojo y sonrío distraídamente.

Anoche estabas muy graciosa.

– Alex.

Quito esa sonrisa inmediatamente y me tomo la pastilla con el agua. Finalmente, tras barajar la idea de faltar a las primeras clases de la Universidad me levanto y me visto.

Ahora sí. En el coche, antes de irme reviso los mensajes.

ABBY:

Te lo pasaste bien anoche, eh.

¿Os comisteis la boca?

Quiero DETALLES.

ANNE:

Tía el del cine te llevó a casa me muero del todo.

CHIARA:

Necesito detalles de todo, Maddie.

Guardo el móvil en el bolso y arranco el coche. Al llegar, me toca filosofía. Y me dormí en clase. No sé para qué vengo si acabo durmiendo de todas formas. De todos modos, estaba en última fila y sólo lo hacía en las clases de Literatura cuando no tenía nada que hacer aprovechando que el profesor se ponía a fumar o se sentaba a leer el periódico. Llega la hora del descanso y bajo a nuestra mesa de siempre.

— ¿Qué tal, Maddie? ¿Algo que contar? –dice Anne subiendo y bajando las cejas.

¿Por qué todo el mundo insinúa que pasó algo? Estaba borracha y no creo que me dejara hacer algo. Además, no es tan capullo.

— Tengo un dolor de cabeza de narices.

— Bueno, no te puede doler mucho. –dice esta vez Chiara–. Tu amigo macizo te dejó una pastilla en la mesilla de noche.

Le dedico una mirada de soslayo a Abby para que me saque de este apuro, pero tan sólo mira alrededor.

— ¿Lo conocías? –pregunta esta vez Anne.

— Fuimos vecinos hace años, eso es todo. –zanjo–. Y ya no somos amigos. –miro esta vez a Chiara.

— Ay. Mi. Madre. –gesticula Abby–. Gírate disimuladamente hacia atrás.

Ladeo la cabeza bruscamente y me encuentro con ciertos ojos azules.

— Un poco más y te rompes el cuello. –murmura.

— ¿Estudia aquí? –pregunta Chiara anonadada.

— Hasta donde yo sé quería ser policía. Estudiará en la facultad que da a la heladería, ahora compartimos cafetería y campus. –puntualizo.

Cuando éramos pequeños siempre decía que le gustaría ser policía por su abuelo. Mi madre me contó que murió y que a él le gustaba dar su vida por la protección de las personas. Alexander decía que era digno de admirar y algún día él sería como su abuelo.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora