Capítulo 40 | Confianza.

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Capítulo 40 | Confianza.

Madison.

Me quedo de piedra.

— No puede ser. -me llevo una mano a la boca.

Las lágrimas involuntarias salen de mis ojos.

— Sabía que dirías eso, así que, he venido preparado.

Saca unos papeles de su carpeta y literalmente me hace la explicación completa.

— Así que, alguien los tuvo que seguir hasta el supermercado, y a la vuelta, cortarles los frenos.

— Pero...

— ¿Tus padres tenían algún enemigo o algo por el estilo?

— No, eran los más queridos del barrio.

— ¿Alguien crees que pudo haberles hecho una atrocidad así?

Si tan sólo yo lo supiera...

— No...

— Gracias por tu tiempo, ¿podrás pasarte esta tarde por la comisaría?

Más les vale que esto no sea ningún truco.

— ¿Vais a reabrir el caso?

— No puedo hacer eso, Arthur es el jefe.

Había que intentarlo.

— Está bien, cuando vuelva de trabajar allí estaré.

— Muchas gracias.

Vuelvo a mi cuarto, me tumbo en la cama con el diario de mamá entre las manos releyendo mis páginas favoritas de ese día.

Querido diario: 10/10/1997

Hoy he conocido a un chico en el club. Es atractivo, me atrae bastante, y su dulzura al hablar me ha enternecido totalmente.

Ha sugerido que nos mandemos algunas cartas y me ha dado su dirección, ¡qué nervios! Además, ha halagado mi ropa y mi carácter.

Tiene el tupé recién hecho y yo acababa de salir de casa con los aros blancos que me había comprado en el bazar del barrio. Por suerte, hoy me había arreglado más; un poco de sombra blanca en los párpados, la raya del ojo azul y el vestido de topos conjuntado con mis leggins blancos y las manoletinas de la prima Sarah.

Su mirada me ha cautivado completamente.

Sólo sé que ha sido cruzar nuestras miradas y saber que sería él el que me robara el corazón.

Cierro el diario al volver a revivir cómo papá y mamá se conocieron.

Reviso la hora y veo que queda todavía una hora para que empiece mi turno, así que voy a hablar con ellos donde nadie puede oírme.

— Mamá, papá, os echo muchísimo de menos.

Alrededor de sus tumbas hay flores, unas que siempre les dejo cuando vengo, que suele ser una vez a la semana.

— Tengo muchas cosas que contaros.

Y por primera vez en la semana, me siento plena.


***


Paso alrededor de unas dos horas en la biblioteca organizando libros y reparando alguno que otro, sobre todo, los más antiguos.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora