Capítulo 08 | Una noche ajetreada.

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Capítulo 08 | Una noche ajetreada.

Madison.

Me bajo del coche y entro a casa con una sonrisa en la cara. Sin embargo, me extraño al ver la luz de la cocina encendida.

— ¿Abuela? –pregunto.

No es normal en ella estar despierta a las cuatro de la madrugada, pero entro en pánico cuando veo todo aquello.

— Abuela, qué... – trato de decir.

— Maddie, no mires. –advierte.

Tarde, abuela. Tarde. El hecho de que mi abuela tenga un cadáver en la cocina es raro. ¿Mi abuela con un cuerpo? Las manos y las piernas me tiemblan.

Sin saber qué hacer intento preguntar.

— ¿Qué es...? –digo horrorizada

— Me estaba atacando. –dice temblando–. Voy a limpiar todo esto, ve a la cama.

¿Cómo me voy a dormir con un cadáver en la cocina? Toda la sangre esparcida por la cocina es más inquietante y desagradable. Siento que no puedo respirar.

— Alex está en la puerta. –me escandalizo todavía más.

— Ahora sois amigos, ¿no? Dile que me ayude.

Esto es de locos.

— Abuela, es el sobrino del jefe de policía, Alex está en la comisaría.

Sus alarmas se activan y niega en rotundo.

— Le diré que se vaya y nosotras solucionaremos esto. –intento aclarar.

— No dejaré que te metas en esto, yo me encargo. –me opone.

— Bueno, ya lo he visto, ¿no? No hay nada que hacer.

No dejaré que la única persona que me queda de familia vaya a la cárcel.

Sin pensarlo dos veces, salgo a la calle y voy hasta el coche de Alex rogando que no note nada en mi aspecto. De pronto, me he puesto pálida y sin poder mediar una palabra coherente.

— Tienes que irte. –digo intentando ocultar mi nerviosismo.

— ¿Qué ha pasado?

Tengo un cadáver en la cocina.

— Tienes que irte. –repito–. Eso no forma parte del trato y no lo voy a hacer.

Es contradictorio porque estaba dispuesta a irme con ellos y tampoco tiene sentido que ya no quiera con esa estúpida excusa.

Pero no puedo hacer otra cosa, no trabajo bien bajo presión.

— Pero si...

— Alex, fuera.

Me mira con una expresión tratando de entender lo sucedido, pero le suplico con la mirada que lo deje estar. Así que cuando por fin se va me apresuro para entrar a casa y ayudar a mi abuela.

— Ve a ducharte, yo me ocupo de esto.

Niega, tiene las manos ensangrentadas y algunas manchas rojas brotan por los cristales de sus pequeñas gafas y facciones de su rostro. Esto es espantoso. Está muy nerviosa, según yo primero tenemos que limpiarlo todo y sacar el cadáver de aquí cuanto antes.

Y así lo hacemos; nos ponemos unos guantes y saco la lejía del armario de limpieza, así pues, con trapos comenzamos a limpiar el suelo y todo lo que haya podido tocar la víctima. Llega el peor momento: sacar el cuerpo de aquí.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora