Capítulo 20 | Intento de suicidio.

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Capítulo 20 | Intento de suicidio. 


Alex.

Es cierto, no estoy preparado para tener una relación en estos momentos, pero mis sentimientos hacia ella son más fuertes que la razón o lo que tendría que hacer. Como no se quiere arriesgar ni por mí ni por empezar una relación, ya que yo tampoco puedo tener una. Estoy demasiado metido en toda mi mierda para darnos un futuro a nosotros. Así pues, me toca pensar en ella y desearla en silencio. Le he propuesto de dormir juntos porque será como una despedida para lo que sea ha estado habiendo entre nosotros, así que me limito a darle su espacio en su lado de la cama y yo a cerrar los ojos para pensar en otra cosa.

Cuando ella ya está profundamente dormida, la miro. ¿Cómo alguien puede transmitir tanta tranquilidad solo con dormir? Así que esta noche, me conformaré con mirarla tan de cerca por última vez. Su pecho sube y baja al compás de su respiración, pero en un momento dado se gira para mi lado e invade mi trozo.

Hago lo único que puedo hacer en estos casos, intentar apartarla lo más sutil y gentilmente posible, pero es en vano. Pues al intentar que ruede hacia el otro lado me arrastra consigo y queda casi encima de mí. Suspiro. La abrazo por última vez y me obligo a dormir, y sólo con su cabeza en mi pecho y nuestras piernas entrelazadas entre sí, consigo conciliar el sueño.

Madison Miller, ¿qué me estás haciendo?

A la mañana siguiente, los rayos de sol invaden toda la habitación y frunzo el ceño al arrepentirme de no haber cogido anoche el antifaz. Algo se remueve entre mí. Madison. Se ha dado la vuelta y por ende yo también.

Mala decisión, querida.

Esbozo una sonrisa (aún con los ojos cerrados) por la cara que seguramente habrá puesto al notarlo y entonces en un abrir y cerrar de ojos, acabo en el suelo.

— ¡Eh! -me quejo-. ¡Me has tirado al suelo!

— Primero soluciona tu problema y después si quieres discutimos.

— Mi problema es normal. A todos los hombres del planeta Tierra les pasa por las mañanas, histérica.

— Ya pues yo no quiero sentir esa parte de tu anatomía contra mí.

Permíteme que lo dude.

— Iré a.... hacer el desayuno. -pasa lo más rápido posible de la cama a la puerta, peor en esta la paro.

— ¿Seguro que quieres hacer el desayuno, no quieres que te eche una mano?

Se queda pensativa y entrecierra los ojos.

— O las dos, no tengo manías.

Sonríe de una forma que no conocía hasta ahora y se dirige a la habitación de invitados.

Yo me quedo estático por unos minutos, definitivamente va a volver loco.

Ya lo estás.

Lo sé.

Voy hacia la cocina para preparar unos huevos revueltos y en seguida aparece con su maleta llevándola arrastras. La deja en la entrada de la puerta y se aclara la garganta.

— Me pasaré después de la fiesta de la boda a recogerla.

— Como quieras.

Avanza y se sienta en uno de los taburetes para empezar a comer igual que yo.

— ¿Cómo vas con el caso?

Esa pregunta me inquieta. No le quiero decir lo que he averiguado, pero tantas veces la misma pregunta me hace sospechar.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora