Capítulo 16 | Lazo rojo.
Alex.
Mentiría si dijera que no tengo ganas de tener a Madison merodeando por el apartamento. Efectivamente, me hizo jurar que solo serían tres días, así que no perdí el tiempo en conducirla a su habitación. Aunque le había insinuado que podía quedarse en la mía, insistió en hospedarse en la de invitados.
— Tómate tu tiempo para instalarte, yo te espero en el sofá que nos vamos a ir a un sitio.
Ella entrecierra los ojos y me examina.
— ¿Qué sitio?
— Es una sorpresa.
— No me gustan las sorpresas.
— Pero te la doy yo.
— ¿Se supone que eso lo hace mejor?
— Es por tu bien, histérica.
Frunce el ceño y se da la vuelta para dirigirse a la habitación. Entonces decido picarla un poco.
— Te quedan muy bien esos pantalones. Se te ajustan muy bien a la parte trasera.
Me saca el dedo corazón a la vez que va caminando.
Bueno, mentira no es.
En ese momento decido llamar a Arthur. Efectivamente mi idea es enseñarle a la práctica de tiro para que aprenda a disparar para lo que pueda pasar.
— ¿Cómo estás, Alexander?
— Muy bien, Arthur. Me gustaría que me ayudaras en una cosa.
— A que Madison dispare, ¿verdad?
Pero si yo no se lo he dicho a nadie....
— Pues....
— Ha sido tu padre. He tenido que contarle que te enseñé, ya se lo intuía. Y aprueba totalmente la enseñanza a Madison, y por favor, chico, no te olvides del permiso.
Mierda, la autorización.
—Claro, ahora vamos para allá. Muchas gracias, Arthur.
— De nada, Alex.
Unos minutos más tarde, cuando cuelgo la llamada, la veo salir y me pongo de pie.
— Vamos.
Se pasa todo el trayecto haciéndome preguntas. De todas las formas posibles y de todas las maneras posibles. Cuando piensa que estoy distraído, al cambiar de sentido, cambiando la pregunta de orden....
— Pero ¿por qué no me lo dices? Si lo voy a ver.
—Si te lo digo, me dirás que quieres bajar y yo tendré que parar. Así que, dar media vuelta no es una opción.
Por lo menos consigo hacer que no pronuncie ninguna palabra hasta llegar a la comisaría, sin embargo, al aparcar y entrar se gira hacia mí y con cara de fastidio habla.
— ¿De verdad tanto secretismo para traerme a la comisaría?
— No.
— Por eso no me gustan las sorpresas. Primero piensas que es una cosa y luego es otra totalmente diferente.
— ¿Acaso pensabas que te iba a proponer matrimonio o qué? -dice con la sonrisa burlona que tanto –y odio- que me guste.
— Te la estás jugando.
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Una Inesperada Propuesta
RomantikAlex y Madison se reencuentran después de haber sido vecinos durante toda su infancia. El sueño de Alex, es convertirse en policía como su abuelo, y Madison debe enfrentarse a todas las consecuencias que conllevan perder a sus padres. Los dos sient...