Capítulo 19 | Perdiendo el control.

42 12 2
                                    


Capítulo 19 | Perdiendo el control. 

Mini maratón 3/3.


Madison.

Mis sentimientos hacia Alex no hacían más que crecer y crecer cada vez más. Yo estoy más confusa todavía y tenerlo en la misma casa no ayuda para nada. La parte positiva del asunto es que es mi última noche aquí y podré pensar con más claridad. Sin embargo, una llamada de mi abuela me saca de mis pensamientos.

— Maddie, cielo, tenemos que hablar mañana cuando llegue a casa, ¿vale?

— ¿Está todo bien? -me preocupo.

— Sí, cariño. Es que hay una propuesta de la que me gustaría hablarte.

— Abuela, no puedo esperar a mañana sino no dormiré en toda la noche.

Es cierto, necesito bien poco para no dormir.

—Una amiga de aquí me propuso venirnos a vivir ambas juntas permanentemente.

— ¿En California?

— Sí, no es tan mala idea. Considéralo, ¿vale? Además, no tendrías que pagar nada.

— No... no sé qué decir.

— Piénsalo, tienes una semana por delante.

Dejar toda mi vida de aquí para irme a vivir a California es.... tentador. No sólo por la parte económica, sino porque tienen las mejores instalaciones y salidas en cuanto a trabajo. Pero no pudo aceptar, no en estas circunstancias. Aquí está mi vida, están mis amigos, está mi casa, está.... Alex. No sé qué haría sin él en estos momentos, es un apoyo incondicional y emocional para mí y no puedo irme. No ahora.

Por lo tanto, me digno a mandarle un mensaje de texto a Abby.

MADISON:

Nos vemos en Harkness en diez minutos.

ABBY:

Perfecto. No te arrepentirás.

Espero unos minutos y cuando llego al parque, aparece.

— Quiero recuperar tu amistad, ya habrán salido los informes policiales que prueban que digo la verdad, pero os llevaré hasta allí, lo prometo.

— Efectivamente, Abby. Sé que dices la verdad, y por ello quiero decirte que te he echado muchísimo de menos.

— No sabes cuánto me alegra oír eso.

Finalmente, nos damos un abrazo dándole una nueva oportunidad a nuestra relación de amistad y pasamos el resto de la mañana entre risas y poniéndonos al día. Se nos hace tarde para llegar a nuestras respectivas casas, pero, no obstante, al llegar a la casa de Alex la encuentro totalmente vacía y en silencio.

— Alex, ¿estás aquí? —pregunto alzando la voz, pero no obtengo respuesta.

Una posible idea vaga por mi mente. No, está mal. Muy mal. Pero otro lado de mí.... ¡Ah! Está bien. Dejo mi bolso en el sofá y me pongo a ello. Entro en su habitación sólo por curiosidad para ver qué es lo que guarda. Su habitación es grande, pero no encuentro nada más allá de las diversas cajas de preservativos sin abrir que hay desperdigados por todas las zonas de la habitación.

No sé si asustarme o alegrarme.

Continúo por el baño que está a mano derecha, luego por la cocina y por último por el salón. Lo que más me llama la atención de este es el cuadro grande que hay en una de las esquinas. Es precioso. Se puede contemplar un atardecer. Paso la mano por este, pero, sin embargo, hay una superficie redonda que sobre sale del resto del cuadro no está.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora