7. Olivia

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—¿Quién diría que Karina es una mitómana en potencia? —Martín estaba acostado sobre su estomago con las manos colgando a los pies de mi cama y sus piernas pateaban el aire sobre su cuerpo.

Le conté todo a detalle, anoche ni siquiera notó a que hora regresé, usando sus palabras: "estaba tan cansado que cualquier medico me hubiera declarado legalmente muerto si me hubiesen intentado despertar luego de que llegara a casa", habíamos trabajado todo el día en la exposición de arte, todo el equipo trabajando en el evento debía sentirse tan cansado como Martín y yo, aun así estaba yendo a comer con Dante.

Mientras yo me esforzaba por poner mi pelo en orden mi amigo había estado todo el tiempo justo donde ahora estaba, de vez en cuando tomaba su teléfono y se desconectaba de lo que le estaba contando, probablemente era Fabián con el que hablaba, siempre era Fabián quitándome la atención de Martín.

—Es demasiado bonita para ir por ahí mintiendo por la falta de atención de un hombre —comenté esperando que mi amigo me estuviera escuchando.

Pero no. Martín no me estaba prestando atención.

—¿Martín? —lo llamé con mi paciencia a punto de saltar de un puente.

Sabía que no importaba que le dijese, no me prestaría atención hasta que dejase de hablar con Fabián, lo mejor era terminar de arreglar mi cabello y dejarlo tener su charla con su media naranja.

Brillo de labios, algo que no usaba mucho, pero por algún motivo desconocido, tal vez Dante, me apetencia ponerme un poco hoy. Listo, no me maquillaría ni mucho menos, no quería parecer un payaso mal pintado.

—Maldita sea, si Angélica dice que no, la mato —escuché a mi amigo el pacifista de toda la vida murmurar.

—¿Todo bien?, —pregunté dándome la vuelta para ver que era lo que tenía tan enojado a Martín con Angélica— si es un brote de psicosis puedo llamar a un doctor.

Martín aun miraba su teléfono.

—No, es Fabián, dice que quiere venir a verme y que sería genial si también Angélica viniese —se por donde iba el asunto—, solo imagina ese fin de semana.

—¿Y cuando vienen? —cualquier fin de semana estaría bien para mi, no es como si Dante fuese a acaparar todo mi tiempo, ni siquiera mi trabajo de becaria lo hacía.

—Fabián no lo sabe, esta tratando de convencer a Angélica, sabes que esa mosca muerta esta tan enfocada en su carrera que no se permite muchas cosas, una fin de semana en un pueblo mágico es algo para lo que no tiene tiempo, todos la conocemos —dijo Martín rodando los ojos—. Fabián cree que será mejor adaptarse a la agenda de Angélica, así no tendrá excusas.

Conozco a esa chica desde la preparatoria, se que lo que mas quiere es ser doctora a como de lugar, así que no es muy fácil hacerla salir de la biblioteca o su habitación, se la pasa estudiando, si no fuese porque yo la arrastré a la vida social que Martín me enseñó en el primer año de la universidad, Angélica ahora mismo sería una ermitaña en toda regla. Sus compañeros de la facultad de medicina eran demasiado para ella, Angélica había tenido mas de una pelea por la falta de humildad y compromiso que demostraban cuando se trataba de trabajo en equipo, nos había contado como evadían responsabilidades cuando se trataba de hacer trabajos "que no les tocaban", y se alzaban el cuello cuando alguien de su quipo hacía algo bien, en fin, Angélica no simpatizaba con sus compañeros de clase.

—Espero que logre traer a Angélica —necesitaba llamar a Angélica y hablar sobre vivir su vida por un fin de semana, otra vez.

La sonrisa de Martín permanecería en su cara por mucho tiempo hasta que Fabián se fuera una vez terminaran sus pequeñas vacaciones aquí.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora