15. Olivia

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Un par de días sin que me llamara no me preocupaba, sabía que su padre había fallecido y él necesitaba estar con su familia, pero pronto llegó el fin de semana y no contestaba a mis mensajes, una semana sin noticias de él me estaban volviendo loca.

Hoy debía de sentirme feliz por la llegada de Fabián, Angélica, Emma y su prometido, pero estaba distraída pensando en Dante y las razones por las que no sabía nada de él.

—Olivia —Martín dijo en voz alta para llamar mi atención, esta no era la primera vez que tenía que elevar la voz para sacarme de mi mundillo inundado de Dante.

—¿Qué? —dije avergonzada.

—Nos vamos en veinte minutos, Fabián me dijo que están a punto de llegar, iremos al hotel de Emma por ellos.

Acordamos que Angélica y Fabián se quedarían con nosotros para ahorrarles el hotel, Martín y yo teníamos espacio suficiente en nuestras habitaciones para darle asilo a un alma más.

—Si no te contesta es porque debe de estar ocupado con las cosas que su padre dejó en este mundo —trató de reconfortarme.

—Tienes razón, solo debe de ser eso —sonreí pensando en la actitud tonta que estaba tomando solo porque un hombre no me contestaba las llamadas y mensajes en unos cuantos días.

Dante me había convertido en una adicta a sus besos, una semana más sin él y estaría lista para tirarme de un puente.

Media hora después estábamos en el hotel de Emma y su prometido recogiendo al novio de mi amigo y a nuestra amiga, conmigo llevaba el cuadro que le había pintado a Emma, el resultado me agradaba demasiado, había terminado agregando entrañas y piernas quemadas de soldados que en batalla con el dragón habían muerto, Emma y su prometido estaban frente a la bestia abrazados, se veían como los personajes principales de un cuento de hadas , los detalles eran mi sello como en cualquier otro de mis cuadros, las luces y sombras le daban un aire tenebroso y heroico, era toda una pieza.

—Es increíble —dijo Emma revelando el cuadro en medio del lobby del hotel.

—Parece que lo hizo con inteligencia artificial, pero aun mejor, puedo ver las pinceladas si me acerco —la pareja de Emma sostenía la pintura cerca de su rostro y con los ojos entrecerrados.

—¿Qué pasa?, ¿buscas a alguien? —me preguntó Emma cuando se dio cuenta de que no paraba de ver de un lado a otro buscando al hombre de traje, hombros anchos y pelo negro que no me dejaba dormir.

—No, no busco a nadie —negué con la cabeza y una sonrisa que era mas una mueca que trataba de aparentar.

Martín me dio una mirada llena de empatía, él sabía a quien buscaba, estábamos en el hotel de Dante, una chispa de esperanza se disparaba en mi sistema cuando pensaba en él caminando hacia mi desde el elevador. Pero sabía que él probablemente estaba en España, me habría llamado si estuviera en camino hacia aquí, lo prometió en el ultimo mensaje que me envió.

Emma me pagó el cuadro, y Fabián, Martín, Angélica y yo regresamos en taxi hasta la casa donde nos quedaríamos los cuatro, el sol se ocultó para cuando salimos a cenar, Martín y Fabián nos convencieron de ir por un trago a un pequeño bar en una terraza cerca del centro. Un trago no fue suficiente para ninguno de los cuatro.

La madrugada y un par de tragos de más nos convencieron de ir a casa, y a pesar de que había tomado cinco shots de tequila y un whisky en las rocas, aun seguía estando consiente de cada paso que daba, nada que ver con Martín, ahora mismo el idiota no sabía si estaba en la luna o en las Bahamas, pero podría adivinar por el bailecito que se sentía mas caribeño que nunca.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora