10. Olivia

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Era el tercero en la semana, una a una mis pinturas habían sido vendidas a personas que habían visto mi arte en Instagram, no entendía que era lo que les gustaba, pero aun así aceptaba que se quedaran con una parte de mi creatividad.

—Pues a mi no me sorprende para nada —dijo Martín mientras me ayudaba a empacar la pintura para llevarla a las oficinas del correo.

—Yo aun no puedo creer que me paguen tanto por unas simples pinturas —cuando la primera persona preguntó por el precio de una de mis obras no sabía que decirle, nunca había vendido uno de mis cuadros, Martín insistió en que cobrara como una profesional, dijo que los ricos eran los únicos que se permitían hacer este tipo de compras, así que le hice caso y ahora tenía suficiente dinero para sobrevivir un mes entero sin la ayuda de mi beca.

—Si yo fuese tu, estaría pintando como loca, tienes el talento suficiente para hacerte millonaria antes de los treinta —exageró Martín.

—Aunque no me paguen seguiré pintando, es una de las mejores maneras que tengo para expresarme —me encogí de hombros.

Después de un viaje a la oficina de correo para enviar mi pintura regresé a casa y le informé al comprador que en un par de días tendría su nueva pintura. La caminata me había agotado, subir y bajar calles era más cansado que correr una pequeña maratón.

—Hola, Olivia —Karina entró a la sala vestida con una pequeña falda roja que combinaba con su cabello —¿cómo te ha ido?

Era extraño que Karina preguntara por la vida de los demás, después de lo ocurrido con Dante no me había dirigido la palabra y casi nunca la veía en casa, Beatriz nos contó que había estado trabajando para un grupo de extranjeros que acababan de llegar al pueblo, hasta ahora.

—Bien, ¿y a ti? —dije estúpidamente sin poder detener mis buenos modales y preguntarle por su día a día.

—De maravilla, Dante y yo nos la hemos estado pasando a lo grande —dijo descaradamente, yo más que nadie sabía que mentía, pero no estaba de humor para desmentirla, así que solo la dejé seguir en su mundo de fantasía.

—Bien por ti —me puse de pie y me fui a mi habitación, pero no llegué a entrar a mi cuarto.

—¿Estas enojada conmigo porque Dante me prefirió? —preguntó a mis espaldas.

Karina estaba pasándose de la raya, al principió no quería hacerla sentir mal solo porque era una mitómana, pero ahora se estaba metiendo conmigo, así que sería mejor dejarle en claro que no dejaría que me humillara de esa manera.

—No, nunca podría enojarme por algo que evidentemente no es verdad —sonreí viéndola a la cara.

—Claro que es verdad —dijo enojada—, hemos estado juntos desde la fiesta en su casa.

Otra mentira, que ahora sabía, Karina había sacado de las profundidades de su creativa mente.

—¿Ah si?, ¿y que hicieron el domingo en la tarde? —sabía que esa tarde Dante y yo no nos separamos ni un minuto, así que cualquier cosa que dijera sobre ella pasando tiempo con Dante esa tarde sería mentira.

—Estuvimos cogiendo todo el fin de semana —dijo con una sonrisa malvada.

—Pues creo que te estafaron, porque el domingo por la tarde Dante y yo estábamos en la plaza, no se lo cuentes a mucha gente, tal vez nos hayan visto paseando de la mano y quedes como una mentirosa —la desmentí, y para mi suerte una llamada entró a mi teléfono, era Dante—. Mira, hablando del rey de Roma.

Le enseñé la pantalla de mi teléfono para que viera quien llamaba, su sonrisa se esfumó de su cara. No esperé a que siguiera con su sarta de mentiras y entré en mi habitación.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora