La casa de su tía.
Fabián nos había llevado a la casa de su tía, ese era el lugar que decía ser imposible de encontrar para un ex amante con características de acosador.
Angélica me miró desde el retrovisor con desconfianza cuando Fabián comenzó a aparcar enfrente de la pequeña y nada colorida casa. Estábamos a las orillas de un pequeño pueblo a dos horas de la ciudad, la cola del diablo podría decir mi abuela.
—Este es el mejor lugar para que pasen desapercibidas, mi tía es indetectable incluso para los profesionales, estando aquí parecerá que la tierra se las tragó.
No me sentía segura con lo que acababa de decir Fabián, ¿por qué su tía era tan buena siendo invisible?, tienes que estar siendo buscada para volverte una experta en desaparecer, nadie que sea totalmente confiable tiene que desaparecer una vez en su vida, toda la situación me daba escalofríos, no quería ni imaginar como lucía la tía de Fabián.
Bajó del auto. Angélica y yo solo lo vimos desde dentro, por mi parte, no quería poner un pie fuera del auto, el lugar estaba tan vació como pueblo fantasma, las casas al rededor parecían abandonadas y tan grises como la casa de la tía de Fabián.
Angélica bajó la ventana de su puerta y comenzó a hablar con Fabián:
—¿Estas seguro de que este es un buen lugar para quedarnos? —solo elevó un poco la voz, al igual que yo estaba asustada por el aspecto del vecindario.
Muy pronto Fabián estaba frente Angélica con una sonrisa que solo un psicópata tendría en un lugar así.
—Se que se ve como un lugar peligroso, pero pueden confiar en mi, esté lugar es mucho más seguro que el departamento en el que viven —mi amigo abrió la puerta de Angélica y luego abrió mi puerta—. Mi tía vive sola desde hace mucho, y está más que feliz de recibirlas.
Recuerdo esa llamada de camino aquí, Fabián le explicó lo que me había ocurrido en los dos últimos meses, y por las respuestas que dio al teléfono después de relatar mi historia estoy segura de que su tía aceptó tener dos compañeras de casa por un par de días.
Di un salto de fe y me bajé del auto, estaba confiando en la palabra de Fabián, lo conocía lo suficiente para quedarme con su tía que vivía en un lugar donde lo más seguro era que a dos cuadras hubiera un laboratorio de estupefacientes.
Fabián tocó la puerta de la pequeña casa gris y esperó a que alguien atendiera. Angélica y yo estábamos detrás de él mirando la puerta y la fachada de la casa con cierta recelo, como si una fachada fuese a comernos.
—¡Fabián, mi niño, que bueno que llegan, pasen! —escuchamos la voz de una mujer que se asemejaba al tintineo de una campaña, era un timbre de voz reconfortante y alegre, para nada lo que esperaba de una mujer que tenía la casa más segura del barrio, o eso había dicho Fabián.
Un clic, y luego un par más en la puerta la dejó abierta para nosotros. ¿Cuántos cerrojos tenía esta mujer en una sola puerta?
Que la puerta estuviera abierta no quería decir que estuviéramos dentro de la casa, porque había otra puerta, esta puerta era de madera y tenía un aspecto más frágil y hogareño que la que ya se había abierto.
¿La mujer era paranoica?, ¿quién tiene dos puertas con múltiples cerrojos en un espacio tan pequeño solo para entrar a una casa?, a esto debía de referirse Fabián cuando nos dijo que la casa de su tía era la mas segura del vecindario.
La puerta de madera se abrió y una pequeña mujer delgada, de cabellos castaños casi rubios, con una gran sonrisa y lentes de marcos finos en dorado nos saludó:
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Trampa Para Mariposas
Romanzi rosa / ChickLitApenas la vi supe que estaba perdido, me obsesioné con su belleza y pasión por el arte, desde el principio quise que fuera mía, el habernos conocido en una iglesia alimentó mi idea de que solo algo divino podía poner a tal criatura frente a mis ojos...