12. Olivia

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—Me vine dentro —dijo Dante aun arriba y dentro de mi.

Miré hacía abajo y entendía lo que se refería, la sensación de calor dentro de mi se debía a su semen.

Se retiró lentamente de mi y un espeso liquido blanco comenzó a salir de mi, mierda, ni siquiera habíamos usado un condón, estaba tan caliente que me había olvidado por completo de los anticonceptivos.

—Mierda, no tomó anticonceptivos —le expliqué alarmada, mis dedos fueron de inmediato hasta la zona de donde salía su semen para intentar sacar todo lo que pudiera, pero Dante me detuvo.

—Mañana compramos la pastilla de emergencia, no te preocupes —me besó y se acostó a mi lado en la cama, una de sus manos fue a mi vientre—. Verte llena con mi semen se esta convirtiendo en mi nueva adicción.

Tenía que admitir que a mi también me gustaba la sensación de su semen entre mis piernas y dentro de mi, pero eso no quitaba que fuera peligroso, no hacía mucho que nos habíamos conocido, lo peor que podía hacer era embarazarme, soy muy joven para eso y no tengo trabajo, además, no sabía si Dante quería tener hijos en un futuro, tal vez no le gustaban los niños.

Dante se levantó de la cama y fue hasta el baño. Regresó con una toalla y me separó las piernas.

—Por mucho que me guste verte con mi esperma entre las piernas, quiero que duermas cómoda —pasó la toalla húmeda por mi vagina limpiando el desastre que los dos habíamos hecho, me tomó por sorpresa que la toalla no estuviera fría, el calor era reconfortante contra mis adoloridos músculos—. ¿Te duele? —preguntó Dante.

—Solo estoy un poco adolorida —dije apoyándome en mis codos para verlo pasar la toalla entre mis piernas.

Cuando terminó de limpiarme tomó el teléfono en la mesita de noche y llamó a recepción, estaba pidiendo analgésicos, era pasada la media noche y eso no lo detenía.

Unos minutos después un timbre sonó en la habitación.

—Ahora vuelvo —dijo mientras se ponía el pantalón para luego desaparecer de la habitación.

Volvió con un vaso de agua y una pastilla, cuando me la tomé él se deshizo de sus pantalones y regresó conmigo a la cama.

El calor de su cuerpo desnudo contra el mío era relajante, sus manos en mi cadera me hacían sentir segura, una sensación que no cambiaría por nada.

—¿Ya habías estado aquí antes? —le pregunté. Al llegar él se había movido por el lugar con comodidad y facilidad, como si ya supiera donde estaba todo, incluso reconoció a dos personas que trabajan en el hotel.

—Si, compré el hotel hace tres años y me quedé aquí un tiempo para asegurarme de que todo iba bien después de los ajustes administrativos que hice —me confesó tranquilamente como si hablara de comprar una pizza—. ¿Tu no habías estado aquí antes?

—Si, pero era muy pequeña cuando vine, mi padre aun estaba con mamá, siempre hubo gritos y peleas, pero aquí no fue así, los pocos recuerdos felices que tengo de una familia de verdad son en este lugar —aun no superaba lo que mi padre le había hecho a nuestra familia, pero eso no me impediría volver a pisar estas hermosas playas.

—Lo siento, tomé una decisión precipitada y te traje aquí sin saber lo de tu padre, tal vez estar en este lugar te traiga malos recuerdos —se disculpó dando pequeños besos por mi frente.

—No, esta bien, nunca podría asociar este lugar con las cosas que sucedieron con el matrimonio de mis padres, me trajiste a un lugar hermoso y te lo agradezco —nunca podría estar enojada con Dante después de todo lo que hizo por mi hoy.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora