31. Olivia

2 0 0
                                    

Era la tercera vez que Dante revisaba el chaleco antibalas, se había encargado de que no me apretara o estuviera muy suelto, lo llevaría debajo de un suéter para que pasara desapercibido, me veía un poco extraña, pero Viktor me aseguró de que nadie notaría la presencia del chaleco, confiar en un mafioso no era algo que quisiera hacer, pero no tenía otra opción estando en la posición en la que me encontraba.

Había puesto el arma que Viktor con ojos de sorpresa y emoción me había dado en mis pantalones, justo en mi espalda baja, justo antes de que me ataran con el nudo más flojo que pudieran hacer, sería sencillo acceder a mi única manera de defenderme en caso de que las cosas se nos salieran de control.

Desde que el sol había salido podía notar el nerviosismo y la ansiedad de Dante, el desayuno fue la cúspide de su locura, prácticamente me obligó a tomar las vitaminas que un día antes me había entregado, se aseguró de que comiera ligero y diverso.

—No es necesario que participes en esto, de cualquier manera Nicky vendrá a averiguar si estás aquí o no —Dante volvió a intentar convencerme de abandonar el barco antes de que zarpará y no hubiera vuelta atrás.

—Tomé una decisión desde que Viktor planteó hacer esto, así que no podrás hacerme retroceder a menos de que hagas lo mismo que hizo Alejandro con Angélica —le aseguré a Dante aun escuchando los gritos de mi amiga en mi cabeza, encerrarla en su cuarto no fue la mejor manera de garantizar su seguridad sin antes preguntarle si estaba de acuerdo, pero era una manera de mantenerla a salvo y me bastaba para confiar en que nada malo le sucedería.

—Me muero por convertirte en compañera de celda de Angélica, pero si lo hago no me volverías a hablar —asentí a su acertado comentario—. Me conformaré con mantener mis ojos en ti y asegurarme de que nadie te haga daño.

La puerta de madera de al menos dos metros de alto que daba acceso al salón en el que estábamos se abrió para dejar pasar a Mauricio con un arma larga en su espalda, ¿por qué llevaba eso?, no estábamos en mitad de una guerra, Dante me había asegurado que los rusos no tenían intención de involucrarse en un tiroteo en medio de la sala de baile de la casa de Viktor, el lugar era muy bonito como para arruinarlo con impactos de bala por todas las paredes.

Mauricio encontró mi mirada a unos pasos de nosotros y de inmediato supo que lo miraba con terror por la expresión que su rostro adoptó, antes de llegar hasta nosotros comenzó a hablar:

—Se lo que debes de estar pensando, pero esto es solo para asustar al enemigo —dijo señalando el arma que colgaba a sus espaldas.

Lo miré con desconfianza mientras lo analizaba por completo, así como todos, llevaba chaleco antibalas, botas militares negras, pantalones de mezclilla, camiseta y gorra negra. Parecía otro de los "agentes de seguridad" de Viktor, ¿era intencional?

—Esperemos que sea cierto, no quiero ni imaginar el daño que esa cosa le haría a las pinturas de las paredes —señalé las altas paredes atiborradas de pinturas que no tenían balcones como la mayoría, el espacio me daba vibras de teatro, pero sabía por las dimensiones del lugar que antes de que pasaran de moda, este lugar debía de haber sido un salón de bailes donde la alta sociedad se encontraba para pasar el rato.

—Ni un cuadro saldrá herido, lo prometo —me aseguró Mauricio con diversión.

Un hombre vestido como Mauricio y Dante entró en el salón corriendo, se acercó a Viktor quien hablaba con otros dos hombres.

—¡Están llegando! —le avisó a todo el que estuviera en el lugar a gritos.

Dante tomó mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos con intensidad, o tal vez era miedo, la combinación de las dos también era una posibilidad.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora