17. Olivia

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Hay cosas de las que no me gusta hablar. Me es difícil pronunciar palabras cuando una idea que duele llega a mi mente. Mi padre. Una pieza fundamental en mi infancia llena de traumas es él, mi padre. El sentimiento de no ser querida, de ser remplazada y olvidada siempre, esa es una herida abierta que hasta ahora no he podido cerrar.

Cuando papá se fue sus palabras dulces y consejos sabios pasaron ha ser palabras huecas, la adolescente que llegó tiempo después de su partida comenzó a verle otro sentido a todos los momentos que viví con él.

"La gente le tiene miedo a los monstruos solo porque no los comprende, se valiente y trata de comprender el dolor de los monstruos" me dijo una vez. En su momento había intentado ser la niña valiente que mi padre quería que fuera, pero después empezaron a darme igual los monstruos, se podían ir a la mierda si querían hacerme daño o si eran incomprendidos. Alejarme del peligro y lo desconocido era mi lema, no me arriesgaba a salir herida, no le daba mi corazón en charola de plata a cualquier chico que acabara de conocer, no hasta Dante, y vaya que me fue mal cuando lo hice.

Me había atrevido un poco y había salido herida, tan herida que estaba segura de que nunca más dejaría que nadie tuviera en sus manos mis sentimientos, no dejaría que fácilmente se me acercaran y me hicieran daño de nuevo, cualquiera diría que una sola desilusión no era suficiente para que una chica se cansara de todo lo que implicara el amor, pero yo ya había sido lastimada por dos hombres, a uno lo conocí lo suficiente como para saber que no importa si convives con él todos los días, siempre hay algo que no sabes de esa persona, y el más reciente de mis desamores, un hombre al que apenas conocí y en el que confié como si lo conociera de toda la vida, tal vez ese fue mi error, creer que hay gente buena buscando el amor. Pequeño golpe de verdad, eso no existe en la vida real.

Lo que había vivido me dejaba en claro un par de cosas, no confíes en nadie por completo, la gente siempre tiene intensiones ocultas que buscan el bien propio, y el amor es como una criatura mitológica, mágica y sorprendente de la que todo mundo habla y dice haber visto alguna vez, pero en realidad solo son cuentos chinos, y no existen.

Pero que mas da mi falta de esperanza en el amor del que todo mundo habla, ahora tengo que enfocarme en sobrevivir a la independencia que acarrea la vida de un adulto, etapa en la que conoces peligros, no como al que le hago frente ahora, un acosador es algo a lo que nadie en cualquier etapa de su vida sabe como hacerle frente.

Aunque Giovanni estuviera a mi lado me sentía vulnerable, ¿quién decía que no huiría al primer indicio de peligro?, solo éramos compañeros de trabajo y no nos conocíamos lo suficiente para arriesgar la vida el uno por el otro, sería sencillo decirle a la policía que la chica asesinada frente a su departamento era alguien que conoció por un mes en el trabajo y que nunca vio nada cuando pasaba caminando por ahí.

Pero aun así decidí dejar un testigo en caso de que en algún momento un psicópata se cruzara en mi camino, o yo en el de él.

—¿Giovanni? —llamé su atención luego de que no viera que había dejado de caminar a su lado.

—¿Qué pasa? —regresó junto a mi.

—¿Ves a ese hombre de ahí? —mi mirada fue de nuevo al hombre del otro lado de la calle, pero para mi mala suerte había desaparecido. Solo bastó un segundo en el que volteé a mirar a Giovanni para que pudiera huir.

—¿Qué hombre? —Giovanni miraba de un lado a otro buscando a la persona que yo había intentado señalar, pero no había nadie además de un par de chicas caminando por la acera.

¿A donde había ido el hombre del café?, estaba segura de que no lo había imaginado, oh eso creo.

—Había alguien al otro lado de la calle, nos estaba mirando fijamente —traté de explicarle a Giovanni con desesperación, no quería creer que me había vuelto loca.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora