8. Dante

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—Si tiene algún inconveniente llame a este numero —le dije a Arturo tendiéndole mi tarjeta de presentación con mi número privado.

Cuando compré el hotel me di cuenta de que no había tienda de recuerdos, sabía que si queríamos generar mas ingresos debíamos ofrecer artesanía de la región, Arturo era persistente, y había hecho que Olivia dijera que me quiere, él se había ganado un cliente.

—Se lo agradezco mucho —dijo estrechando mi mano.

El hombre se fue con sus llaveros y yo regresé con Olivia, estaba seguro de que me exigiría explicaciones, se había visto raro que alejara a Arturo de Olivia para hablar de negocios, pero no me gustaba mezclar negocios con mi vida personal, no quería que Olivia pensara que estaría más pendiente del trabajo que de ella cuando estuviéramos junto.

—¿Qué le dijiste a Arturo para que se fuera? —preguntó mi pequeña mariposa viendo por donde se había ido el comerciante.

—Nada, solo le di una razón para que dejara de molestarnos —sonreí cuando vi la preocupación en su rostro, ¿de verdad creía que había amenazado al pobre hombre para que nos dejara en paz?, su rostro era gracioso, pero prefería que no desconfiara de mi—. No es lo que estas pensando, Arturo se fue feliz a casa.

Tomé su mano y caminamos por la pequeña plaza repleta de turistas con grandes sombreros y cámaras, así debió de verse mi hermana y mi cuñado cuando conocieron este pueblo. Pondré en mi agenda comprarles un regalo para navidad, sin la insistencia de esos dos yo nunca hubiera conocido a Olivia.

No me perdí ni un segundo de las vistas que me regalaba Olivia, sentía que siempre estaba viendo el amanecer en sus ojos brillantes, podía notar que le encantaba el arte barroco por como veía la iglesia. Mi estomago dio una voltereta al imaginar el día en que ella me viera con el mismo brillo en los ojos.

—¿Cuándo supiste que amabas el arte? —le pregunté una vez estuvimos sentados en una banca de la plaza.

—Fue amor a primera vista, —dijo sonriendo, yo podía decir lo mismo de ella— siempre me había llamado la atención las iglesias, y no era por lo que sucedía adentro ni nada religioso, desde pequeña me parecieron impresionantes los tallados en cantera y roca, pero cuando realmente entendí que amaba el arte fue en el ultimo año de primaria, fuimos al museo y mi vida cambió, sabía que quería poner en lienzos expresiones tan complejas como los artistas en ese museo, lo que siento cuando veo ese tipo de pinturas es algo que no puedo explicar.

Me sentí identificado al instante, así como Olivia se había vuelto una apasionada del arte, yo me había vuelto un apasionado de ella. Con cada expresión en su rostro algo dentro de mi revoloteaba como loco, tal vez por eso en mi cabeza la llamaba pequeña mariposa, porque así se sentía dentro de mi estomago al verla.

—¿Tu tienes algo que ames de esa manera? —no podía contestarle que ese algo era ella, no quería que sintiera que soy un intenso, así que recurrí a la única cosa que disfrutaba de hacer antes de conocerla y pasar tiempo con ella.

—Tal vez creas que soy un loco de la organización, pero amo ver una habitación de hotel pulcra y en perfectas condiciones antes de que alguien entre en ella, con frecuencia hacia visitas a todos los hoteles que poseo y revisaba al azar un par de habitaciones —confesé recordando cuanto me odiaban todos mis empleados de limpieza cuando me veían pasear por los pasillos del hotel donde trabajaban.

—Eso suena a tener un jefe sin nada que hacer, y trabajando horas extras —Olivia fue sincera y no se guardó su opinión, ese era un lado que no conocía de ella—, lo siento —dijo cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir.

—No tienes por que disculparte, valoro la sinceridad de las personas.

Después de un rato acompañé a Olivia de regreso a casa, sabía que ella tenía cosas que hacer y lo mismo sucedía conmigo, mis problemas me acompañaban a todas partes, no importaba que tan lejos huyera de ellos. Aun así me negaba a dejar de ver a la pequeña mariposa que conocí volando cerca del techo de esa iglesia, estar cerca de ella me hacía sentir que el cuerpo me hormigueaba, ni la mejor de las drogas me haría sentir como Olivia me hacía sentir, la felicidad y la adrenalina que experimentaba con ella a mi lado eran inhumanas.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora