24. Olivia

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—Parenti di Dante Gastélum? —dijo mirándonos a todos como si buscara a alguien.

—Lei è la moglie, non parla italiano e io le faccio da traduttore —dijo Alejandro señalándome, ¿por qué me estaba señalando?

Miré de él al doctor esperando algún gesto me diera una idea de lo que estaban hablando. Pero no comprendía nada de lo que decían aunque los mirara detenidamente.

El medico parloteó en italiano y no me di cuenta de nada, los únicos que entendían lo que el profesional de la salud decía eran Alejandro y Mauricio, tendría que esperar a que ellos se enteraran de todo lo que pasaba para que pudieran traducirlo a español.

El hombre a cargo de la salud de Dante asintió y luego nos sonrió, se retiró entrando por la misma puerta por la que había salido.

—¿Qué pasa?, ¿Dante está bien? —le pregunté a los dos hombres, me daba igual quien respondiera, solo necesitaba respuestas.

—Todo está bien, la bala no dio en un órgano vital y solo tuvieron que detener la hemorragia, le hicieron una transfusión de sangre y ahora mismo está fuera de quirófano, nos informaran cuando podamos pasar a verlo —me dijo Mauricio con un semblante más tranquilo. Después de escuchar eso yo también estaba más tranquila.

Me dejé caer en la silla en la que había estado sentada y sentí como la preocupación de perder a Dante fue dejando mi cuerpo. Un par de lágrimas brotaron de mis ojos, ¿cómo habíamos llegado hasta esto?

Respirar ya no me era doloroso, podría verlo abrir los ojos de nuevo, era un alivio.

—Deberías ir a comer algo, te ves mal —escuché decir a Mauricio.

—No me iré de aquí hasta verlo —me negué a abandonar el hospital.

—Vamos Olivia, tienes que comer algo, parece que estás a punto de desmayarte —si era así entonces mi cuerpo estaba reflejando como me sentía emocionalmente, aun no podía quitarme de la cabeza la imagen de Dante sangrando en el piso de esa habitación, apostaría a que si intentaba comer algo terminaría vomitando.

—Mauricio tiene razón, vamos a buscar algo para comer —se le unió Angélica.

La miré con ojos suplicantes, no quería moverme de aquí, aunque me hubiese mentido, yo casi provoco su muerte, fui yo quien vino aquí y dejó que una loca junto con su amante igual de demente me acorralaran.

—Bien, iré a buscarte algo de comer —dijo Angélica sabiendo que no lograría convencerme de hacerle caso y salir de este pasillo.

—Voy contigo, supongo que tu tampoco sabes italiano —le dijo Mauricio.

Los dos se fueron y me quedé en compañía de Alejandro, los dos estábamos callados y mirando al suelo, no me atrevía a mirarlo, era imponente al igual que sus otros dos amigos, guapo y con aspecto de vivir la buena vida, el mismo tipo de hombre que Dante.

—¿Qué le has dicho al medico cuando me señalaste hace un momento? —le pregunté después de un rato de pensarme en hablarle o no.

—Preguntó quien había venido con él en la ambulancia, solo le he dicho que tu pero que no hablabas italiano —dijo mirándome a los ojos, era raro que preguntara eso, pero estábamos en un país que no conocía, no sabía que tipo de preguntas se hacían luego de un accidente así en un hospital de Italia.

Asentí y miré a otro lado, la manera en la que me observaba tenía determinación, a cualquiera, incluyéndome, lo haría sentir diminuto.

Había un montón de cosas que quería preguntarle pero no me atrevía. Todo lo que había escuchado decir a Dante en la casa de Lorenzo no tenía sentido para mi, primero dijo estar casado, luego Nicky dijo que no lo estaban, luego Dante dijo que se divorciaría y que me dejara ir, después vino su propuesta de huir los dos juntos, pero eso era evidentemente un truco para que soltara el arma que llevaba en la mano, de todo lo sucedido no sabía que era una mentira y que era verdad.

Trampa Para MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora