𝐱𝐱𝐢𝐢. i would always be yours ✔️

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The great war
chapter twenty-two !

❝ i would always be yours ❞todas las brujas salvajes; pt5

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❝ i would always be yours ❞
todas las brujas salvajes; pt5

Como si la naturaleza supiera que el bien había ganado, el amanecer lleno de colores cálidos comenzó a alzarse por los cielos del otro mundo. El internado se encontraba sorprendentemente vacío, después de una larga y cansada noche para todos en Alfea. La mayoría se encontraban ocultos en sus dormitorios, con las cortinas cerradas para no ventilar la luz del exterior y así dormir plácidamente para recuperar sus fuerzas.

En los dormitorios de las chicas; en la acogedora sala común de la suite Winx, Bloom cruzó el umbral de su puerta con sus brazos llenos de almohadas de diferentes colores. En los cómodos sofás que rodeaban una pequeña mesita de noche, se encontraban Flora, Terra, Stella, Gaia y Aisha, todas recostadas cómodamente.

Fae se encontraba sentada junto a Stella en uno de los sofás, su cabello húmedo después de una larga ducha para eliminar la suciedad, su ropa holgada dandole comodidad para dormir todo el día.

—Bien, ¿quién necesita almohadas? —Cuestionó la pelirroja, distribuyendo almohadas a cada una mientras ellas se incorporaban.

—Yo, por favor —Casi gritó el hada de la tierra.

—Toma.

—Gracias.

Stella jadeó. —¿Es una de las mías? —Se quejó, ganándose una mirada incrédula de la pelirroja—. Necesito buenas almohadas.

Las chicas se burlaron de ella, mientras Bloom le ofrecía una de sus almohadas.

Fae sonrió con tranquilidad, paseando la mirada por todas aquellas hadas que se habían convertido en sus amigas. Deteniéndose por un segundo en Aisha, viendo como su sonrisa se desvanecía mientras miraba a la nada.

—¿Supiste algo de Grey? —Cuestionó.

La morena suspiró con cansancio, y algo más. —Silva lo dejó ir con su familia. No lo arrestará mientras no regrese a Alfea. Eso lo hace más fácil —Comenzó a jugar con sus manos sobre su regazo—. No digo que renunciaré a los chicos...

—Yo lo hice —Terra la interrumpió con una sonrisa.

La puerta de la habitación resonó al cerrarse con rapidez, Musa entró a la habitación con los brazos llenos de comida. —Vacié todas las máquinas expendedoras.

Se dejó caer en el espacio libre junto a Fae, dejando los bocadillos en la mesita que se encontraba en el centro.

—¿Por qué me duele todo? Me pregunto si es por volar —Terra, imprudente como de costumbre, miró a las otras hadas que se habían transformado con una sonrisa.

El ambiente se tornó algo incómodo, sentimiento que Musa y Fae compartieron ya que cruzaron una mirada fugaz. La castaña tomó una bolsa de papas para lanzarla al regazo de Terra.

𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐫𝐞𝐚𝐭 𝐖𝐚𝐫 | 𝐑𝐢𝐯𝐞𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora