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Habían pasado los días y no tenía noticias de Venus.
No tuve el valor de salir a buscarla o enviarle un mensaje en sus redes sociales. Mi orgullo había ganado la batalla y creía que lo que sea que teníamos se había acabado, que no volvería a verla, que no volvería a apreciar su bello rostro, ni a contar historias a oscuras luego de beber mucha cerveza, hasta que choqué con ella en los baños y ahora me persigue mientras me dirijo a unos sofás apartados de la muchedumbre. Nos acomodamos y las demás personas bailan y gritan a nuestro alrededor, pero al tenerla cerca siento que todo se distorsiona. Supongo que ese es el poder de Venus: es siempre el foco de atención. Y no es de extrañar, considerando que el planeta que lleva su nombre es el segundo objeto más brillante en el cielo, después de la Luna.
La música suena y nos abraza por completo mientras nuestras miradas se entrelazan la una con la otra como si nuestras almas se comunicaran en un lenguaje secreto.
—Perdóname—me cuesta escupir la palabra—. No debí exponerte así en la clase. No sé qué estaba pensando.
—Perdóname tú. No estoy acostumbrada a beber y cuando lo hago digo cosas que no sé de dónde salen.
—Estamos en paz.
¿Así de sencillo es perdonarse? ¿Así de simple se arregló el asunto? ¿Por qué tardé tanto tiempo en darme cuenta de ello? Si no fuera un orgulloso sin remedio a estas alturas todo sería diferente. Quizás habríamos evitado tantas noches de insomnio y pensamientos que torturan la mente. A veces, el orgullo se nos atraviesa como un muro que no nos deja ver nada más que a él. Siempre me dejo vencer por el orgullo.
Me dirijo a la barra y le pido unos tragos a Mateo, un compañero de Tony. Me los sirve en cuestión de segundos y vuelvo al sofá con las bebidas burbujeantes. Venus me agradece y una vez lo acabamos todo, vamos en busca de más. Para este momento de la noche he perdido la cuenta de cuántos cócteles hemos tomado pero aún no hace mucho efecto en mí, a ella, en cambio, le brillan más los ojos. Las luces del lugar nos deslumbran, danzamos y brillamos junto a ellas. No sé cómo ni en qué momento terminamos en el centro de la pista bailando una canción de electrónica oscura que en realidad no me gusta y que tampoco le encuentro ritmo. Estamos ebrios y no tenemos nada que perder excepto nuestras cabezas al día siguiente. Se mueve de tal forma que logra captar toda mi atención. No puedo ver más allá. Su cuerpo se menea de un lado a otro, alza sus brazos, juega con su cabello y canta la canción que suena de fondo. Se ve tan libre, tan bella, tan femenina que logra voltear todos mis sentidos.
Un chico detrás de mí me empuja hacia ella mientras salta al ritmo de la canción y aprovecho el momento para mirarla más de cerca. Sus ojos buscan los míos con desesperación y nos encuentro en medio de todos esos jóvenes marginados que salieron un sábado por la noche a festejar sus vidas, a olvidar pérdidas, superar traumas y borrarse del mundo real por unas cuantas horas.
¿Por qué dicen que Dragon Club es malo? Aquí es otro mundo. Un mundo que ellos no entienden y que jamás entenderán a menos que se adentren en estas sombras de los suburbios. Para nosotros, los habituales, es como un refugio, un oasis en medio del caos y la sociedad prejuiciosa. Quizás su reputación se deba a la envidia de aquellos que no son capaces de entender la magia que se vive entre estas paredes.
Dragon Club es sinónimo de libertad y a veces, la libertad asusta.
—Me gusta esto—susurro cerca de su oído.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro. No puedo evitar que mi piel se erice. Una corriente fría me recorre de pies a cabeza. Pero no dice nada. Ni siquiera mueve su cuerpo. Parece haber quedado paralizada en la pista de baile. Me alejo unos centímetros para ver mejor su rostro y lo único que descubro es una mezcla de miedo y resignación.
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Yo sin ti © ✔️
RomanceCOMPLETA. Freddie, un artista quebrantado por la vida, no tenía planeado enamorarse pero su extraña obsesión por los ojos de las personas lo encamina cada vez más hacia Venus, una joven con problemas de autoestima haciendo imposible cumplir su prome...