Epílogo

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***

Nos encontramos en medio del puente a medio construir que me ha visto discutir con Tony sobre nuestras diferencias, que ha sido testigo de cómo hemos sanado, como nos hemos emborrachado, bailado y como hemos reído hasta las tantas de la madrugada. Hecho de menos esos tiempos. Ahora, junto a Venus, observamos el paisaje urbano de la ciudad que conocemos tan bien a esta altura de nuestras vidas. La brisa fresca del anochecer me hace estremecer mientras mi mente divaga hacia el pasado.

Mis pensamientos se centran en Tony y es imposible que no lo recuerde justo en este lugar. Nuestro lugar.

Compartimos un silencio mientras los recuerdos de las aventuras y travesuras que solíamos hacer con Tony llenan mi mente. Cierro los ojos por un momento y puedo visualizar su sonrisa y su risa contagiosa. Recuerdo la noche en que nos despedimos, las palabras de aliento y los abrazos desde la mente. Aunque sabía que su partida era lo mejor para él, no puedo evitar sentir su ausencia en mi vida y en la ciudad. No hay quién no pregunte por él en Dragon Club y en toda Mar de la luz. Siempre se ha jactado de que es el mejor amigo de un artista célebre pero el famoso siempre ha sido él.

Los días se suceden unos a otros y aún no hay noticias de su paradero. No llegan mensajes, llamadas, palomas mensajeras ni señales de humo de su parte y luego del peor y angustiante mes de mi vida comienzo a desesperarme. Cada vez que mi teléfono emite una notificación, mi corazón pega un salto con la esperanza de que sea él. La incertidumbre me consume. ¿Por qué no se ha comunicado? ¿Cuánto tiempo le está llevando conseguir un teléfono? Con su agilidad para sobrevivir en las calles, la gran cantidad de dinero que lleva encima y su habilidad para conseguir todo lo que necesita, es imposible que aún no pueda dar señales de vida.

—¿Estará muerto?—pregunta Venus mordiéndose una uña temiendo mi respuesta.

La inimaginable posibilidad se había asentado en mi mente durante unos cuantos días pero no quería aceptar esa probabilidad. Mi mente se esfuerza por desaparecer esa idea de mi cabeza. Intento convencerme de que todo está bien, pero la ansiedad se aferra a mis pensamientos como una sombra persistente. Su silencio no me permite pensar lo contrario. Jamás ha estado tanto tiempo sin enviar mensajes. A veces, los empleados de Dragon Club organizaban fiestas en ciudades aledañas que duraban más de tres días, y yo, como un padre preocupado, no podía dejar de pensar en su bienestar. No saber si se encontraba bien o si estaría muerto o desvanecido en un pozo me atormentaba por las noches, hasta que una madrugada, cuando me recordó, dijo estar sano y salvo. Ahora es igual, solo que esta vez lleva demasiado tiempo.

—Sabe sobrevivir en las calles—le recuerdo.

—¿Entonces por qué no llama? ¿Estará preso?

Volteo a verla con temor y la luz de la luna se refleja en su mirada.

—Estoy harto de no saber qué pasó con él, dónde está, si está vivo o...

Cierro los ojos con fuerza. No quiero siquiera pensarlo. Ya me he atormentado lo suficiente estos días, incluso he tenido pesadillas con el asunto. En mis sueños, lo veo corriendo sobre una avenida principal que no logro descifrar cual es aunque parta mi cabeza en el intento. No para de mover las piernas porque algo o alguien lo persigue, no sé qué es y creo que él tampoco cree saberlo. Intento gritar pero no me sale la voz, hasta que se detiene en seco y desde lejos me dice adiós con su mano. Parpadeo y desaparece.

—Salgamos a buscarlo.

—Ya buscamos en cada rincón de la ciudad, Venus.

—Alguien tiene que saber dónde está.

Yo sin ti © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora