25. Venus

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***

Sí. ¡Oficialmente soy la novia de Freddie Daniel Cook!

Ahora me encuentro en una relación con un chico que ni siquiera conocía, con un chico con el que jamás me hubiera cruzado si no fuese por mi valentía de ahogar los miedos y prejuicios y visitar Dragon Club en busca de nuevas emociones.

Hoy puedo decir que soy un poco más valiente. Hoy me siento capaz de cualquier cosa. Pero el sentimiento dura poco porque mientras caminamos al aeropuerto puedo sentir como se anuda mi estómago con cada paso. Quiero echarme a llorar, sostener su pierna y clavarme al suelo para no dejarlo ir. Se me ocurre dejar la universidad para más tarde, posponer el ciclo lectivo e ir junto a él, pero no puedo superponer mi deseo y mi futuro por el suyo. Creo que este camino debe recorrerlo solo. Cada pisada resuena con la realidad de que nadie podrá acompañarlo en esta travesía aunque es lo que más deseamos en este momento.

Voy aferrada a su brazo como si quisiera retenerlo, y Tony, en cambio, se ha tomado la tarea de animar el momento y aliviar tensiones con chistes y anécdotas tontas.

―Ten cuidado, por favor―suplico.

―Cuídala, Pulpo―pide a su amigo y éste asiente―Los quiero.

Antes de partir, nos envuelve en un abrazo a los dos juntos haciéndonos un dulce panqueque del que no me quiero despegar. Me gusta esto. Me gusta ser la cremita blanca como en una galleta oreo. Luego camina hacia el embarque, despacio y sin mirar atrás.

―¡No olvides enviarme cartas!―grito, bromeando como si ese chico que acaba de abandonarnos estuviera yendo a la guerra.

Saluda por última vez agitando una mano y desaparece de nuestra vista. Tony, al notar mi mirada perdida y a la vez orgullosa, pasa un brazo sobre mis hombros y me soba el cuerpo. Retrocedemos hasta la salida del aeropuerto, llevando en el corazón la esperanza de que vuelva pronto con noticias de éxito. Sabemos que así será. Es Freddie Cook después de todo.

―¿Es la primera vez que viaja solo?

―Sí, espero que le sirva para reflexionar. Lleva mucha carga en su pecho pero no te preocupes por él, estará bien. Nosotros también.

Han pasado dos días y no hay noticias de Freddie.

Recuerdo las palabras de Anthony. «Estará bien» Si está bien, ¿por qué no responde los mensajes ni responde las miles de llamadas? Al marcar su número, la operadora me direcciona directo al buzón de voz. He intentado comunicarme con Tony, y cuando lo logré, me comentó que tampoco había tenido suerte. La preocupación no nos deja seguir con nuestras rutinas hasta que una mañana calurosa como casi todas las mañanas normales en Mar de la luz, mi madre llama a mi puerta con la noticia de que ha llegado un sobre turquesa. Lo tomo con el ceño fruncido creyendo que se trata de la universidad, pero al ver que lleva impresa una dirección de París, me encierro en el cuarto.

Rompo el sobre y saco el fino papel con aroma a limón. Olfateo la hoja antes de empezar a leer, huele a él, huele a mi Freddie. No sé como ha quedado su aroma impregnado a ella. ¿Se la habrá refregado por el cuerpo? El papel cruje delicadamente y las palabras de mi chico favorito saltan desde la página como esa primera vez que leí una novela de su autoría.

"Hola, ojos bonitos.

Ya estoy en suelo parisino. No hay nada aquí que no haya en Mar de la luz así que estoy pensando en volver pronto. Nunca creí que estando en otro país extrañaría mi ciudad. ¡Extraño Dragon Club! ¿Puedes creerlo? Ese maldito infierno.

Te escribo para que sepas que estoy bien y porque quería cumplirte la ilusión de que te llegue una carta como pediste aquel día en el aeropuerto. Sé como eres, sé que eres una lectora que sueña con el chico perfecto y supongo que un chico perfecto, en algún libro, hará algo como esto, cumplir deseos. Hago lo posible por parecerme a uno de ellos, ¿sabes? Es fácil escribirlos en papel, ponerlo en práctica es más complicado, pero no demasiado cuando se ama a la protagonista. Tú me entiendes.

Yo sin ti © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora