***
Al caer la noche en Mar de la luz, los lectores que han venido a conocer a sus escritores favoritos comienzan a marcharse del lugar poco a poco hasta que todos estamos fuera y la librería, luego de todo un día de arduo trabajo, por fin cierra sus puertas.
El frío y la humedad del estacionamiento me hace temblar y peor aún cuando el viento de la costa acaricia mi piel. Ese viento helado significa lluvia, estoy segura. Pero a Freddie y a Tony parece no molestarles nada en absoluto. Ambos se observan sin decir nada como si se estuvieran comunicando por telepatía o de alguna forma que desconozco. Han pasado tanto tiempo siendo amigos que a esta altura de la vida se leen los ojos. Nadie abre la boca hasta que un coche pasa cerca de nosotros y parece romper el encanto entre estos dos.
—No creo que sea buena idea viajar a estas horas—habla Freddie.
—Reservé dos habitaciones en el hotel que está aquí al lado—anuncia Anthony.
—Debería volver a casa—digo abrazándome a mí misma.
Freddie nota que tiemblo como pollito mojado y me coloca el saco beige que llevaba colgando del brazo. La prenda está impregnada con su aroma.
—Quédate—dicen al unísono los amigos y se echan una mirada de complicidad.
¿Será cierto que se leen las mentes?
—¿Puedes quedarte?—pregunta Freddie—. No te dejaré ir sola. Otra vez no.
—Está bien. Me quedo.
Tony choca los puños con su amigo como si todo esto fuera parte de un plan maestro que han ideado con anticipación. Es posible que así sea.
—Adelántense, buscaré un lugar techado para guardar la motocicleta—dice Tony.
Hacemos lo que dice Anthony y caminamos hasta el hotel mientras formulo la excusa perfecta para volver a casa y no pasar la noche en el mismo hotel que Freddie Cook pero mi opinión cambia rotundamente cuando estamos en la puerta del lugar. Miro el nombre del hotel escrito con letras gigantes que parecen ser de oro, «Luz de Mar» pone. Es uno de los más caros de la ciudad, uno de esos hoteles cinco estrellas que jamás podría costear.
—Tony sí que sabe elegir lugares—comento.
Ingresamos al inmenso edificio y no puedo evitar quedar petrificada observando el techo del establecimiento. Lleva unos dibujos de ángeles desnudos bailando en un círculo pintados a mano como si lo hubieran arrancado de una iglesia. Todo el sitio huele a dulces y abunda el color dorado en cada rincón que apoyes la mirada, los muebles parecen sacados de verdaderos castillos. Hay plantas verdes por todas partes y cuando me acerco a una de ellas compruebo que son reales y no esas artificiales y tristes a las que estoy acostumbrada.
Freddie trota hasta mí luego de hablar con el recepcionista que viste un elegante traje negro.
—El sinvergüenza reservó solo una habitación y no hay más disponibles. ¡Ah! Y se fue a casa—me toma de la mano dirigiéndonos al ascensor—. Tendremos que dormir juntos, ojos bonitos.
Quiero salir corriendo en busca de Anthony y asesinarlo. Sabía que todo esto era parte de una estrategia. Ahora encuentro sentido a esas miradas pícaras. Luego de lo que sucedió no me siento lista para compartir una cama con él. Aún siento la vergüenza recorrer mi cuerpo.
Llegamos a la habitación reservada y cuando Freddie apoya la tarjeta sobre el lector, la puerta se abre de par en par para nosotros. El cuarto es tan grande como mi casa entera. Aquí dentro podrían caber diez personas o más. Las cortinas blancas caen desde el techo hasta el suelo en un movimiento delicado. El baño es del tamaño de mi habitación y tiene una bañera impresionante.
ESTÁS LEYENDO
Yo sin ti © ✔️
RomanceCOMPLETA. Freddie, un artista quebrantado por la vida, no tenía planeado enamorarse pero su extraña obsesión por los ojos de las personas lo encamina cada vez más hacia Venus, una joven con problemas de autoestima haciendo imposible cumplir su prome...