31. Venus

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Despierto con la suave caricia de su mano en mi mejilla. Amanezco en su cama, en esa cama en la que comenzó todo, entre sus cobijas blancas y almohadas perfectamente acolchadas. Aún así, las sábanas son un desastre luego de una noche apasionada. Mis ojos se ajustan lentamente a la habitación. La sensación de las mantas sobre mi cuerpo desnudo me reconforta, y por un instante, el ajetreo del mundo exterior se desvanece. Él, que me mira de frente, no deja de sonreír. A pesar de que al principio no sonreía, ahora me encanta que lo haga con frecuencia.

―¿Por qué estás tan contento?

―Una buena noche es sinónimo de un Freddie feliz.

―Eres un sinvergüenza.

Su inusual risa resuena en la habitación y el departamento semivacío. En la tenue luz del cuarto, sus ojos se posan sobre los míos con ternura. Aún noto la depredación y depravación que caracteriza su mirada esmeralda, pero se mezcla homogéneamente con la dulzura que también desprende y me derrito ante ella.

―¿Quieres venir a vivir conmigo?

La pregunta me toma por sorpresa, no esperaba que dijera algo así. Siento la calidez de sus palabras y su aliento abrasador me envuelve. El palpitar de mi corazón se acelera ante su propuesta, mientras considero la posibilidad de un nuevo capítulo juntos. ¿Por qué siempre se tarda en hacer propuestas? La idea de compartir la vida con él me deja sin aliento. Pienso en todo lo bueno que nos espera y en todo aquello que ni siquiera soy capaz de imaginar.

―Y adoptamos a ese perrito callejero que quieres tanto. ¿Cómo lo llamaste? ¿Frenus?

―¿Sabes lo que significa Frenus?

—Por favor dímelo porque no tengo idea de dónde sacaste eso.

—Es una combinación de nuestros nombres.

Deja la mirada posada sobre la mía tratando de comprender algo tan simple como lo que acabo de decir. Finalmente entrecierra los ojos y sonríe. Esa maldita sonrisa.

—Tú eres la sinvergüenza, no yo.

Estallo en una risa.

—Me encantaría vivir contigo, Freddie Cool.

Los días transcurren demasiado rápido y el estreno de la película basada en el libro de Freddie, ha llegado por fin. Con emoción palpable y los corazones desbordados de orgullo, nos vestimos con nuestros mejores outfits para la ocasión. Al llegar al cine, somos recibidos por una alfombra roja y cámaras parpadeantes que siguen a Freddie por todo el recinto. Su padre, Sofía y Máximo nos acompañan y suspiramos desanimados al no tener a Tony con nosotros. Tony, quién estaría saltando de alegría como si fuera un logro propio, quien estaría descorchando alguna botella detrás de escena y posando junto a su amigo en las fotografías. Algo falta. Se ha creado un vacío.

Entramos a la sala repleta de personas que no dejan de felicitarlo y estrecharle la mano. Nos acomodamos en nuestros asientos asignados y la pantalla se enciende con una música alegre seguido por un sonido de gaviotas a lo lejos y el título del libro «Yo sin ti» ocupa la totalidad de la pantalla. Lo observo de soslayo con un gran orgullo recorriendo mi pecho y aprieto fuertemente su mano.

Lo ha logrado. Ha aceptado los desafíos que la vida le ha puesto en frente y ha sabido llevarlos hacia adelante. Ha triunfado. Ha logrado lo que ha deseado desde pequeño. No se rindió jamás, no permitió que los comentarios negativos lo destruyeran porque sabía que su sueño era aún más fuerte, hizo oídos sordos a las críticas, incluso a las propias. Hoy es el hombre que siempre quiso ser.

Yo sin ti © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora