13. Freddie

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***

Reposo en la cama cuando percibo el eco apresurado de pasos que irrumpen en el departamento. La intriga por saber quién es se aparece en mi mente, sin embargo, la identidad de la persona que ingresa apenas me suscita interés. Puede ser un ladrón o un vecino con buenas o malas intenciones, y yo, imperturbable, no altero ni un ápice de mi ser. Solo me pregunto si he dicho algo que la ha alterado, si he sido demasiado rápido o insistente. Me pregunto si será su primera vez. Quizá ni siquiera quiere que la toque. Tal vez solo se dejó llevar y se arrepintió a medio camino.

Voy a enloquecer.

Me sumerjo en una canción de Nirvana.

—¿Sigues sin dormir? ¿Qué ha pasado? Vi a Venus.

La voz de Anthony se siente un poco distorsionada y mezclada con la melodía de fondo.

—¿Me estás escuchando?—desenchufa mi reproductor de música.

Me pongo de pie buscando ropa nueva y limpia en el armario, tomo una camisa celeste pastel, un pantalón color beige y unos zapatos del mismo color. Mis ojos caen sobre la mesita de luz donde Venus ha dejado mis gafas, pero los ignoro al igual que a Anthony y me dirijo a la ducha con determinación.

—¿Qué haces?

—¿Tengo que pedirte permiso para darme una ducha?

—No dormir te está volviendo cada vez más imbécil.

—La firma de libros es en unas horas y debo viajar. Saldré en unos minutos—respondo abriendo la regadera y metiéndome debajo de ella.

—¿No piensas dormir?

¿Por qué me agobia con tantas preguntas?

—No, Anthony. No tengo tiempo.

—Te vendrás abajo si sigues así.

Ya estoy abajo.

Hace tiempo estoy en un pozo oscuro debajo de la tierra.

Hace meses que no logro dormir como antes. Cerrar los ojos y dejar la mente en blanco es un lujo para mí, porque los pensamientos y el pasado me persiguen. Y sobre todo este último, sigue mis pasos a donde quiera que voy. No importa si me encuentro en un momento feliz, triste o malo, el pasado siempre está susurrando en mi oído, repitiendo acontecimientos una y otra vez dejándome sin sueño.

Termino de alistarme y encuentro a Tony bebiendo un café desde una taza en forma de gato marrón con bigotes amarillos. ¿De dónde ha sacado eso?

—Me pidió que te diga que lo siente.

—Corrí a buscarla pero dejé que se vaya. No quise agobiarla.

—No sé qué hiciste para que se vaya así y la verdad tampoco quiero saberlo, pero yo también lo siento por ella y por mí. Tener que lidiar contigo no es nada fácil.

—Lo mismo digo—respondo dando golpecitos en su hombro—. Me la llevo.

Tomo las llaves de la motocicleta de Tony y las hago sonar para llamar su atención.

—La devuelves sin un solo rasguño.

—Te espero en la librería.

—¿No iba a ir ella contigo?

Iba. Tú lo dijiste.

Cierro la puerta y bajo hasta el estacionamiento. Enciendo la moto roja de Tony y me estremece el rugido que suelta cual león.

Conduzco hasta la librería central de la ciudad que está a unos treinta minutos de mi departamento. El viento golpea mi rostro y hace flamear mi cabello dándome una sensación de frescura y libertad que deseo conservar para siempre. Al llegar, dejo el vehículo en el estacionamiento y al salir me encuentro con un cúmulo de personas impresionante.

Yo sin ti © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora