7. ¿Pizza, charla y explicaciones?

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Incómodo. Esto es muy incómodo.

Ambos me miran sorprendidos. La chica luce más que molesta y el chico más sorprendido aún. Yo solo quiero que el suelo se abra y me lleve de regreso a casa. ¿Por qué demonios tenía que pasar esto?

De pronto la puerta se abre de nuevo y aparece Patrick con una caja de pizza en las manos y su cara cambia completamente al contemplar la escena.

Lo sé, Patrick, estoy igual.

– Lo lamento. –solo soy capaz de decir eso y comienzo a subir de prisa las escaleras.

– No, espera... –me dice el chico pero no me giro.

Escucho que le dice algo a Patrick, y cuando llego a la puerta de la que es, o era, mi habitación, escucho que la puerta principal se abre y se cierra de nuevo.

Bien, creo que el chico lindo se fue, es mi momento de irme también. Entro a la habitación y escucho como alguien sube a toda prisa las escaleras. Por dios, tengo que salir de aquí. Tomo mi bolso y cuando me lo cuelgo en el hombro el chico rubio entra en la habitación.

Oh. Dios.

– Oye, espera. No te irás, ¿cierto? –me dice. Yo ni siquiera me atrevo a mirarlo a los ojos. ¿Cómo podría hacerlo después de su galante bienvenida? Igual no debía venir aquí, el hotel era mejor.

– Lo siento... según tenía entendido, la casa estaba sola. El señor Horan me dijo que podría quedarme. Pero no te preocupes, yo ya...

– No. Por favor no te vayas. –me pide y en su tono escucho culpa y cierta sinceridad. Levanto la vista y lo veo. Está mirándome. Tiene unos bellos ojos azules con destellos brillantes. Son muy bonitos.

– No te preocupes, en serio. Puedo quedarme en un hotel, no pasa nada. –trato de sonar desenfadada, pero mi nerviosismo me traiciona con mi voz temblorosa. ¿Qué te hice, Dios?

– No. Eso no va a suceder. Si mi padre dijo que podrías quedarte, te puedes quedar. – ¿su padre? ¿el señor Horan es su padre? Demonios. Gracias, Dios, yo sé que me amas.

– Mira, no creo que sea muy cómodo para ti que me quede, y sinceramente para mí tampoco lo sería, y no quiero molestar, así que será mejor que me marche. –camino hacia donde están mis maletas y él se interpone en mi camino haciendo que choque con su firme pecho, pero me retiro de inmediato. No me puede estar pasando esto.

– Escucha, que tal si hablamos mientras comemos de esa deliciosa pizza que trajo Patrick, ¿te parece? –me dice en tono suave tratando de sonar de la manera más dulce con un toque seductor. Es muy atractivo. Demasiado. Ojos azul brillante, cuerpo atlético y que decir de ese cabello rubio y despeinado. Despeinado por la pelirroja.

– No, gracias. No tengo hambre... –respondo con tono firme, pero para mayor vergüenza, mi estómago gruñe traicionándome. Sí, definitivamente no es de mis mejores momentos. El chico alza una ceja y me mira divertido.

– Y bien, ¿Qué dices? ¿Pizza, charla y explicaciones? –me dice como si fuera la cosa más tentadora en el mundo. Bueno, en este momento lo es para mi estómago. Quizás no sea mala idea comer un poco, después de todo nunca hay que ser descortés, ¿verdad?

– De acuerdo. Pero yo me voy de aquí, ¿entendido? –sentencio mirándolo. No creo que me pueda quedar aquí y mucho menos si trae siempre a su novia. No sé cómo no se me quitó el hambre de tan solo ver como se babeaban. Asco.

– Ven, bajemos a comer. –dice y me tiende su mano. No me responde si está de acuerdo.

Dejo mi bolso sobre la cama y acepto su mano. Bien, me sorprende que aun después de la escenita que montó con la pelirroja no se me haya espantado el hambre.

Viaje Inesperado [N.H.]© Parte#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora