5. Bienvenida a Londres.

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Luego de las horas de viaje, más el cambio de horario, llego a Londres por la noche.

Cuando bajo del avión observo a mí alrededor. Todo parece tranquilo y en calma. Los pasajeros de mi vuelo y yo entramos al aeropuerto. Justo en la entrada hay un par de personas sosteniendo algún letrero con el nombre de la persona que buscan. De pronto me sorprende ver a un tipo joven, alto, de cabello oscuro y vestido con un traje a la medida, sosteniendo un cartel en el que se lee: "Srita. White".

Por dios. ¿me buscará a mí? Creo que sí, sería mucha coincidencia, aunque mamá nunca me dijo que pasarían a buscarme al aeropuerto, solo me dio la dirección de la casa del señor Horan. Me armo de valor y me acerco al tipo trajeado.

– Disculpe, ¿a qué señorita White busca? –seguro me escucho como una alguna turista cualquiera. Por dios, ¡qué vergüenza!

– A la señorita Abbigail White. –me responde con inseguridad, con un muy sexy y ligero acento británico. Tal vez piensa que le preguntaré que donde queda el baño.

– Genial. Mucho gusto, soy la señorita Abbigail Brooks White. –digo tendiéndole mi mano. Noto cierta sorpresa en sus ojos claros. Tal vez creía que vendría vestida más formal. Que no invente, fue un viaje largo, no iba a venir con ropa con la que no me siento cómoda para viajar una infinidad de horas.

– Señorita White, mucho gusto. –dice aceptando mi mano y la estrecha suavemente. –Mi nombre es Patrick Henderson. El señor Horan me ha informado que usted se quedará en casa, así que vine por usted. –me dice sonriendo ligeramente, y me doy cuenta de que sonríe para ocultar aún su sorpresa.

– Me parece perfecto. Temía salir y perderme en esta inmensa ciudad. –digo con alivio. Y es cierto.

– No tiene de que preocuparse, señorita White. ¿Nos vamos?

– Sí. Solo hay que ir por mis maletas. –ya debieron de bajar del avión.

– Bien, vamos por ellas.

Patrick y yo caminamos hacia donde está la cinta transportadora de donde salen las maletas. Justo cuando llegamos, mis maletas están saliendo. ¡Qué suerte! Pensé que tendría que esperar mucho tiempo.

– Son estas tres de aquí. –digo y Patrick las baja con facilidad dejándolas en el suelo.

– ¿Lista para irnos, señorita?

– Sí. –respondo con cierta emoción, o creo que es ansiedad.

Caminamos por el aeropuerto hacia la salida. Hay bastante gente, como en la mayoría de los aeropuertos. Me pregunto cómo se vería un aeropuerto vacío.

Patrick camina a mi lado con mis maletas detrás de él, dirigiéndonos a la salida al estacionamiento. Debe de traer un auto. Obvio. Cuando salimos al estacionamiento se adelanta un poco frente a mí y yo lo sigo, hasta que se detiene a un lado de un auto muy bello color negro de último modelo. Puedo reconocerlo, es un Maybach. Recuerdo el día que iba a escoger mi auto, Ted me recomendó uno de estos, yo solo le puse los ojos en blanco y decidí comprar el Lamborghini, mi bello Lamborghini ahora lejos de mí.

Patrick desactiva la alarma y me abre la puerta trasera.

– Adelante, señorita White. –dice haciendo un suave gesto con la manos indicándome que suba al auto.

Yo subo, cierra la puerta y espero mientras él mete mis maletas en el portaequipaje. El auto es bastante bonito por dentro. Todo forrado en piel. Muy elegante, aunque un poco pequeño. Casi no hay espacio aquí atrás. Tal vez tenga autos más grandes.

Patrick entra en el auto y lo enciende. El auto cobra vida con un ligero y suave ronroneo. Salimos del estacionamiento y en un momento ya estamos en las, poco estrechas, calles de Londres. Andamos entre las calles hasta salir del centro de la ciudad. Es entonces cuando puedo apreciar la ciudad desde la avenida. Como ya ha oscurecido, las luces centellean brillantes. Y el Big Ben... Por dios, es muy bello.

Viaje Inesperado [N.H.]© Parte#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora