EL LOBO QUE PERTENECÍA AL CIELO
YOONGI
MIENTRAS VOY SOBRE JIN, quien se ha transformado, siento el viento frío de la montaña acariciar mi rostro. Jin corre ágilmente, sus patas resistentes y seguras sobre el terreno escarpado mientras ascendemos hacia la cima. Estoy sujeto a él con firmeza, disfrutando de su suave pelaje y su aroma animal. Bien podríamos haber venido hasta aquí con magia, pero ir de esta manera es una experiencia única que no se puede comparar con nada.
Nos dirigimos a la catarata de Naídes, que es el punto más alto y cercano que conocemos, donde el agua cristalina cae desde lo alto en un despliegue de pura belleza. Necesitamos este tiempo a solas, alejados de las responsabilidades y el bullicio del pueblo para poder respirar. El cielo sabe que la tranquilidad no es nuestra mejor aliada en estos días tan ajetreados, pero quiero que Jin sienta que puede tomarse un segundo y sentir la viveza del mundo que le rodea, la esencia de su alma resonando con la mía más fuerte que nunca.
Al llegar, Jin vuelve a su forma humana y nos recostamos sobre la suave grama, observando cómo el sol comienza a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Hablamos de nuestros días ocupados, de cómo hemos trabajado incansablemente para reconstruir Reserva y convertirla en un pacífico lugar. Hablamos también de los días que nos tomaremos para visitar a los clanes y arreglar nuestra relación con los líderes de la alianza. A pesar del cansancio, hay una emoción palpable en el aire cuando mencionamos nuestras futuras vacaciones juntos. Soñamos con escaparnos, dejar atrás las obligaciones y simplemente disfrutar el uno del otro.
Sin embargo, hay algo que aún pesa en nuestros corazones.
Me vuelvo hacia Jin, tomando su mano, y comienzo a contarle algo que mi abuelo solía decirme cuando estaba pequeño.
—Mi abuelo siempre decía que las personas nunca morían realmente —le digo—, sino que sus almas descansaban en un lugar especial, esperando el momento de poder volver a casa. Tal vez ese era el motivo por el cual mamá nunca dejó que sus memorias y las de mi padre desaparecieran. Encender una luz para ellos le transmitía paz, como si estuviera dándoles lo que necesitaban para que no se perdieran en su regreso.
Veo la tristeza en los ojos de Jin, y sé que está pensando en sus padres.
—¿Deberíamos hacer lo mismo para mamá y papá?
Yo asiento.
—Claro que sí —dejando pequeños besos en su palma, sonrío—. Ellos agradecerán esa luz que iluminará sus caminos hacia donde quiera que vayan. A partir de ahora, haré lo mismo con mis propios padres, y mi abuelo.
—De acuerdo —él se acerca, y compartimos un beso que se vuelve lento y dulce. Es una caricia que únicamente usa nuestros labios, mientras nos saboreamos entre el silbido del aire y el cantar de los insectos.
Para cuando mis ojos vuelven a abrirse, encuentro el rostro enrojecido de Jin con esos párpados casi soñolientos. Esta imagen es tan hermosa que tengo el deseo de que se congele en el tiempo. Pero, por supuesto, sólo me dedico a contemplarlo, llevando mis dedos hacia su cabello cobrizo para juguetear con sus mechones sueltos.
Jin sonríe con sus labios gruesos y rosados. Tienen mi marca sobre él, y no puedo elegir si me gusta más este Jin acaramelado y esponjoso, o el Jin seductor y apasionado.
Riéndome de mis propios pensamientos, Jin hace un mohín.
—¿En qué piensas? —pregunta.
—En ti —revelo, porque mi cabeza está llena de muchas cosas, pero él siempre es la primera y última.
Luego de girar sus ojos, me dice.
—Entre los documentos de mamá había un pergamino muy viejo que relataba una historia muy linda y triste. Algo de ella me hizo pensar en nosotros.
—¿Y qué es? —aliento—. Vamos, cuéntame antes de que anochezca.
—Hace mucho tiempo, Helios, el dios sol, y Selene, la madre luna, se amaban profundamente. Dentro de su vasto amor, también compartían su cariño por los seres humanos, dado que, en el cielo, eran los únicos dioses que siempre estaban allí, para ellos.
» Sin embargo, debido a sus deberes celestiales, fueron destinados a estar separados, sólo pudiendo reunirse durante los eclipses. Su amor era tan grande y poderoso que crearon a los magos y licántropos para enviarlos a la tierra como sus hijos, con el propósito de guiar a la humanidad, dándoles una muestra de su afecto.
» Los magos de fuego son hijos de Helios, los magos de agua son hijos de Eos, la diosa del amanecer, y los magos de luz y los de oscuridad, así como los licántropos, son hijos de Selene. De esta manera, los hijos de Helios y Selene podrían estar juntos en la tierra, representando el amor que ellos no podían tener.
Deteniéndolo suavemente, digo: —Selene y Helios siempre fueron designados a estar separados, pero ellos jamás aceptarán aquello que los daña, por lo que luchan por reencontrarse en el cielo aun cuando el destino los pone a prueba con dificultades constantes, como la maldición de sólo reencontrarse en los eclipses. Tal vez, los eclipses no son un castigo para sus hijos en la tierra, sino una demostración de que sus padres están luchando por ellos, por su amor, allí en lo alto del cielo.
—Eso pensé —susurra Jin, aferrándome en un cálido abrazo mientras el sol finalmente se pone a lo lejos—. Creo que no volveré a verlos de la misma manera. Ya no creo que debamos tenerles miedo a los eclipses.
—En la tierra —continúo—, nuestro amor es como el de Selene y Helios, y creo que fuimos creados el uno para el otro con un propósito fundamental. Piénsalo Jin, sé que viniste a este mundo para unificar nuevamente a todos los seres fantásticos que una vez estuvieron unidos por los dioses. Fue el camino que elegiste desde niño, y el cual jamás soltaste por tu gran determinación de hacer lo correcto. Cariño, tú eres sumamente especial. Como si el mismo Albestér hubiera reencarnado en ti, dispuesto a luchar por su lugar en el cielo, demostrándole al destino que sobreviviremos a todas las dificultades que nos pongan, tal como el sol y la luna.
—Eso suena como a una locura —él ríe—. Pero, aunque fuese verdad, realmente no me importa ahora, Gi. Mientras esté contigo, no me interesa de dónde vengo, simplemente me importa hacia dónde voy. Quiero que mi vida esté llena de ti de ahora en adelante.
Cuando la luna comienza a brillar más de lo normal, bañándonos con su luz plateada, Jin se levanta para cambiar de nuevo y comienza a aullarle con alegría. Lo observo con amor desde donde estoy sentado, admirando su fuerza y belleza.
La luna parece responder, su luz intensificándose como si nos estuviera bendiciendo. Me levanto y camino hacia Jin, tomando su hocico entre mis manos, acercándolo a mi rostro. Cierro los ojos, compartiendo un pensamiento lleno de amor, y le doy un beso en su enorme y suave nariz.
—Mío —susurro, sintiendo la conexión profunda entre nosotros. Jin me mira con sus ojos llenos de adoración y lealtad, y sé que, pase lo que pase, siempre estaremos juntos, superando cualquier obstáculo que el destino nos ponga en el camino.
Jin vuelve a aullar, y, mientras lo hace, murmuro por lo bajo, sin que él me escuche.
—Perteneces allí, lo sé. Tu lugar es el cielo, amor mío.
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WOLF SONG 》JINSU
FanfictionDesde niño, Yoongi siempre pensó que pasaría toda su vida sintiéndose solo e incomprendido. Fue gracias a las historias fantasiosas de su abuelo que él pudo sentir algo más que simplicidad; aquella sensación de pertenecer a algo completamente descon...