Capítulo 50

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MANADA


YOONGI


AL DESPERTAR, ME ENFRENTO a la realidad que fría y despiadada cae sobre mí. En este lugar, que es completamente diferente a lo que alguna vez fue mi hogar, he sido obligado a reiniciar mi vida y a caminar con pies descalzos. En este sendero que se ha abierto hacia un alternativo destino, hay trozos de cristal, piedras y espinas; también arena que vuelve a mis huellas visibles para quien quiera seguirme. Es escarpado, su clima es insufrible, y está desprovisto de refugio y esperanza.

Sin embargo, lo he tomado. Por mucho que me hayan empujado a hacerlo, igualmente es algo que habría elegido si me hubiesen dado oportunidad. Mi corazón no está de acuerdo, pero mi razón me exige que me fortalezca, que deje de llorar y tome el mando de mi propia vida como muchos han querido que hiciera desde que nací. Por supuesto, lo voy a cumplir, aunque hay algo que ha cambiado en mi cabeza en los últimos días.

Colocándome calzado, salgo de la habitación para encontrarme de lleno con un ruidoso grupo de chicos que han elegido quedarse, a pesar de que no tenían que hacerlo. Sus miradas se vuelven hacia mí, atraídas por la curiosidad y preocupación, pero regresan a sus deberes porque no hay nada que deban temer.

—Estoy bien —comento. Es algo que repito constantemente y lo hago una vez más al pasar a un lado de ellos. Recibo saludos, ánimos, palabras cálidas que llenan el vacío que amenaza con ser perpetuo. Aun así, no me detengo a escucharlos a todos, y prosigo porque sólo hay una persona a la que quiero ver.

No lo hago porque no me importen. Cada uno de ellos, los amigos que he querido desde siempre, son especiales para mí. Pero, con el conteo yendo en reversa y en nuestra contra, con la presión y la incertidumbre azotando nuestro pueblo cual tempestad, lo único que he deseado hacer es permanecer junto a la persona que amo, y ese sentimiento se vuelve más fuerte con cada día que pasa.

¿Es miedo?, tal vez, pero necesito este amor tanto como mi próximo respirar, y atesoraré cada segundo que pueda aspirarlo, hasta llenar mis pulmones de ello.

Siendo guiado por una corazonada, me dirijo al patio trasero y salgo hacia el aire fresco de otoño. Hojas secas descansan en la tierra, y colores melancólicos visten a Reserva como un abrigo de falso sosiego. Aún falta mucho para el invierno, pero este ha recubierto mi interior mucho antes de su llegada. Por esa razón, tiritando de frío, me salto toda defensa que se enreda alrededor de la casa Kim, y me adentro hacia el bosque en busca de consuelo.

Andando firme hacia mi propósito, mis pies se apresuran y sigo las señales que las ramas rotas y los arbustos deshojados han dejado para mí. Luego de varios minutos yendo hacia la deriva, finalmente me detengo.

El viento sopla, y dejo a mis ojos cerrarse para sentir. Ahí, con mis manos descansado al costado de mi cuerpo, con mis botas ciñéndose a la tierra, gusanos y vegetación descompuesta, espero.

—¿A qué te sientes atraído? —me dice, y quiero contestar de inmediato porque no es algo que deba pensar, sino una respuesta en la que no cabe la duda. Empero, el sonido de sus pisadas me avisa que está muy cerca, por lo que elijo alzar la cabeza, como quien busca el azul en alguna parte del cielo—. ¿Por qué parece que ninguno puede alejarse demasiado?

En ese momento, manos callosas, gélidas y grandes rodean mi rostro, sosteniéndome. Ese delicioso escalofrío, que me recuerda lo impredecible que pueden ser las cosas, me recorre la espalda curvando mi cuerpo hacia él. El vaho que brota de nuestras almas se mezcla y choca contra mis labios. Y el sentimiento de plenitud aflora de tal manera que me hace sentir vivo, como si estos segundos antes de volver a la realidad fueran los únicos que valieran la pena para seguir existiendo.

WOLF SONG 》JINSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora