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Caos.

Era la palabra perfecta para la situación actual en Japón.

Japón VS Estados Unidos.

Una gran guerra se desataba, los motivos no importaban mucho, lo que realmente importaba eran las vidas que se perdían a diario, vidas inocentes que no tenían nada que ver en ese absurdo conflicto.

Niños, adolescentes, adultos y personas mayores fallecian debido a las bombas que caían del cielo destruyendo todo a su paso, no eran muy potentes pero si causaban gran daño a los hogares de las personas.

Algunos humanos lograron escapar con  familiares que vivían en  lugares lejanos, poniéndose a salvo. Lastimosamente no fue así para todos. Menos para aquellas personas que no tenían los ingresos para irse y proteger se.

Los hombres eran llamados para proteger a su país, no importaba si tenían experiencia o si habían recibido algún entrenamiento previo antes de ir a combatir. Simplemente querían más peones para tener una mínima oportunidad de ganar, aun si eso significa que  los inexpertos murieran en combate.

Eran obligados a dejar a sus familias para hacer el intento de ganar la dichosa guerra y volver a casa con sus seres queridos. Las mujeres sin hijos también eran obligadas a participar al no tener a nadie que dependiera de ellas.

Muchos esperaban que aquella batalla no durará mucho, pero pasaron los días, las semanas, meses y cuando menos lo notaron, había pasado un año entero.

En un intento por proteger a los más pequeños, el gobierno los separo de sus familias para llevarlos a Corea del Sur, donde la situación era más pacífica y segura. Muchos no querían abandonar su hogar que ahora era un campo de batalla, no querían dejar a las únicas personas en las que confiaban. Sus padres.

Pero era necesario, la seguridad de los niños era prioridad para los progenitores, solo por eso accedieron a dejarlos ir.

Las familias resultaron destrozadas desde el inicio de aquel pleito. Todos tenían una historia, unas más trágicas que otras pero al final, eran igual de dolorosas.

Pero, vamos a concentrarnos en la familia por la cual están aquí. La familia Tsukishima.

No eran una familia adinerada, pero tampoco solian carecer de algo, tristemente cuando inició la guerra no estaban en un buen momento en cuanto a dinero nos referimos. Por ello no tuvieron la oportunidad de escapar.

Como pudieron, construyeron un refugio en el sótano de su casa, teniendo todo lo necesario para sobrevivir un mes entero, en caso de que las cosas se pusieran más difíciles, esto hasta que pudieran irse de lo que era su lugar de origen.

Eran las seis en punto de la tarde, de lo que parecía ser un domingo cualquiera, claro, si no veías atraves de la ventana. La pareja se encontraba en su habitación, el masculino intentando consolar a su mujer quien lloraba en su hombro. La noticia no le había caído bien, sabía que pasaría pero se negaba a créelo.

Un niño de seis años, acompañado de un par de gemelos de tres años y medio de edad, ingresaron a la habitación notando a su madre sollozar siendo abrazada por el rubio, de inmediato el más pequeño de los tres, Akito, corrió a su madre abrazando su cintura  la cual fue fácil de alcanzar al estar sentada en la cama.

- No llores, mami - pidió haciendo un puchero con los labios

La mujer de veintiocho años se separo de su esposo para abrazar a su pequeño con ternura, luego le siguieron los dos niños restantes, quienes envolvieron a sus padres entre sus pequeños brazos, intentando transmitir amor y calor. Buscando hacerlos sentir mejor.

One Shots - Tsukishima Kei Donde viven las historias. Descúbrelo ahora