Capitulo 15

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Había pasado un tiempo. La relación de Sergio con Lewis parecía estar yendo a algún lado. Salían con más frecuencia, así que a Max ya se le había hecho costumbre ver al tipo cerca de su jefe.

Paralelo a esto, la interacción entre los tres habitantes de la casa se hizo más frecuente. El reciente buen humor del pecoso facilitaba que hubieran conversaciones más entretenidas, incluso había conseguido sacarle más de dos frases seguidas a Max.

—Necesito que me lleves a un lugar.— Sergio bajaba las escaleras y Max le alcanzó desde la cocina donde estaba casi todo el tiempo con Diana —No es muy lejos, pero si compramos un auto hay que usarlo.— El rubio asintió y ambos salieron de la casa.

Sergio llevaba un atuendo común pero estaba ligeramente desgastado. Max le observaba eventualmente por el retrovisor mientras este mensajeaba y sonreía al teléfono.

—¿El señor Hamilton sabe sobre sus carreras clandestinas, Checo?

Sergio levantó la mirada de inmediato, si pudiera matarlo solo con eso, seguramente ya lo habría hecho.
—Si no mal recuerdo, no nos metemos en las vidas personales del otro.— Y volvió a la pantalla, tras un momento de silencio murmuró —No. Y así quiero que sea.

Cuando ambos llegaron al lugar que indicaba el GPS, a Max le sorprendió no encontrarse con un sitio lujoso o algo parecido. Era una cochera no muy grande que guardaba dos autos antiguos pero bien cuidados. Sergio saltó del auto y de debajo de uno de los coches salió un hombre claramente mayor que ambos.

—¡Checo! Amigo mío.— Ambos se saludaron y a Sergio pareció no molestarle el contacto físico con él —Pero si es el tipo que casi le dq una paliza a Lance— El rubio sintió aquella mirada recorriéndole el cuerpo.

—Ah, ¿Max? Es mi guardaespaldas.— Las cejas del contrario se levantaron en clara sorpresa —Oh, no. Sebs. Ni siquiera lo intentes, no habla. Créeme, llevo semanas intentando.— Sergio rió y pasó un poco de ambos —Dime cuál es el problema.— Ahora recorría ese mismo auto del que Sebastian había salido.

Luego de lanzarle una última mirada a Max, el hombre lo siguió.
—No encuentro lo que está fallando, no hay manera de que pueda echar a andar el motor por nada del mundo. He cambiado de piezas tres veces y siempre es lo mismo.

Sergio observó pensando y se asomó un poco a la parte delantera del coche. Un hermoso Nissan GT-R del 2004 que había dejado de funcionar por fallas en la unidad de potencia y llevaba meses en ese garage sin conseguir volver al asfalto. Era de los autos favoritos de Sebastian y le dolía verlo ahí.

Max se acercó un poco más, nunca se había rodeado tanto de autos como desde que empezó a trabajar con Sergio. A George le gustaban, pero él nunca se había interesado activamente en ellos, le pareció cuanto menos curioso ver un motor fuera de un coche, le parecía como si toda la pieza fuese una sola cosa, pero Sebastian y Sergio lo diseccionaban como si fuese la cosa más obvia.

—El pobrecito está sufriendo. Cada día que pasa aquí estacionado sus amortiguadores se dañan, los frenos se pierden, se muere lentamente.— Checo revisaba un costado del motor pero por su estatura le costaba un poco acceder por completo a la vista.

—Dios, no lo digas más. Me duele tenerlo aquí pero ya no sé qué hacer, sabes que no tengo documentos legales de Remy (el auto), si lo llevo a un taller me lo van a quitar y eso no lo voy a soportar.— Le regaló una mirada dramática al mexicano —Me podría morir ¿Sabes?

—Y por eso me llamaste a mí, sabandija cobarde.— Sergio buscó algo sobre lo qué subirse y le hizo una seña a Max para que le ayudara, así que el rubio se acercó para sujetarle la mano.
Ante la mirada de Sebastián, ambos jóvenes parecían muy bien coordinados, como si se conocieran de años.

—Eres la única persona que se ha encargado por mano propia de modificar su auto. No sé qué le hiciste a ese Audi como para que sea capaz de ganarle a un deportivo de Mclaren.— Se cruzó de brazos sin recibir respuesta del más bajo.

Max parecía sorprendido. A pesar de ser muy callado, era evidente que estaba desconcertado y a la vez asombrado por lo que estaba escuchando. Se le notaba a leguas.

—Eso es un secreto de familia y aunque te lo dijera no creo que lo entiendas.— Vettel se mostró ofendido mientras Sergio bajaba con ayuda de Max —Si eres alguien capaz de instalarle bandas de Ford a un Nissan, no creo que entiendas la importancia de la precisión.— El pecoso tomó un pañuelo cercano para limpiarse las manos —Sebs, toda la primera fase del motor parece una especie de... Híbrido Frankenstein extraño ¿Qué diablos intentabas hacer?

Y luego de un par de explicaciones técnicas y risas del pecoso por los errores "obvios" de los ajustes, ambos se pusieron manos a la obra.

Para Sebastian, Sergio era un muchacho sorprendente, muy listo y bastante obstinado, renuente a perder, conocía la valentía en esa mirada que siempre ansiaba el reconocimiento pero sobre todo la victoria. Sabía que Max también conocía esos valores en el pecoso porque podía notar las expresiones físicas del rubio.

Pasaron toda la mañana trabajando en el motor y el alemán aprovechó una de las veces que Max fue enviado por piezas para acercarse a su amigo.

—Tu chico es guapo y parece que no es tonto.

—Ay, no. No empieces ahora. Ya te lo dije, Sebs. No habla.

—No necesito que hable para lo que quiero que haga.— Sergio dibujó una cara de desagrado y Sebastian no pudo evitar reír —Es broma, es broma.— Suspiró calmándose —Pero hablando en serio, tu chico es bueno y obediente, no le hagas sentir un infierno ¿Quieres? Mis años de experiencia me dicen que muy probablemente no lo ha tenido fácil.

Sergio quería hablar, se quedó pensando un poco. Tal vez sí estaba juzgando mal a Max, si era tan callado debían haber razones, que no durmiera ya debía ser una gran pista para saber que seguramente su mente no estaba en paz la mayoría del tiempo.
Pero Max apareció antes de que algo de la conversación pudiese seguir.

No se dieron cuenta de en qué momento cayó la noche, poco después debían ir a correr otra vez, así que luego de prometerse ganar contra el otro, ambos se despidieron para regresar en un par de horas.

No había nada más apasionante para Sergio que un coche rápido.

Corruption | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora