Sergio estaba sentado en el balcón del edificio, disfrutaba de la fresca mañana y la brisa invernal que acariciaba su rostro gentilmente. Sus cabellos castaños se movían con las ondas del aire y sus ojos estaban fijos en el horizonte de la ciudad, le gustaba la arquitectura, las flores, los colores y los aromas que eventualmente eran arrastrados gentilmente por el viento hasta la comodidad de su mecedora.
—Hola.— Ya reconocía esa voz, se había vuelto familiar para él en la última semana —Te traje un poco de té, es de frutos rojos, como te gusta.
Sergio se libró un poco de la manta que le envolvía y le extendió la mano para tomar la taza, sonrió suavemente —Gracias, Max.— Recibió una sonrisa de vuelta del rubio y dicho se tomó la libertad de sentarse en el suelo junto a él —Está delicioso.
No hubo respuesta, el rubio estaba sumergido en sus pensamientos jugueteando con sus manos. Ya había pasado una semana, el médico dijo que era probable que Sergio recuperara la memoria dos días después de haber despertado, pero el tiempo pasaba y cada vez se sentían más lejanos. Le había costado el testimonio de sus amigos lograr que el de pecas accediera a quedarse con él, porque Sergio recordaba a Logan, a Pierre, Sebastian, incluso recordaba a Carlos y Antonio, pero no había nada sobre Max en su memoria.
—Las heridas en tu rostro ¿Crees que las mías también queden así?— Otro efecto de ese coma era que Sergio había cambiado un poco respecto a su personalidad, parecía mucho más dócil, curioso.
—No, no lo creo. En el hospital hicieron un buen trabajo.— Max no lo miró aunque sentía los ojos del castaño sobre él —Seguramente serán pequeñas líneas pero nada que tu cabello no cubra.— Con los días, el vendaje de Sergio fue retirado y solo quedaba esperar una buena cicatrización y que el color verdoso de su frente y pómulo desapareciera, se le colocó un parche que debía cambiarse cada día para evitar infecciones pero nada más, la medicina es maravillosa.
—Hmm...— Ya no dijo nada más, sorbió de la taza que estaba acunada en sus manos dejando que la calidez de la bebida contrastara con el aire fresco de la mañana —Entonces... tú eras mi guardaespaldas antes de que todo esto pasara ¿No?
—Sí. Sí, señor.— A Max se le hizo un nudo en la garganta.
Habían acordado no decirle nada a Sergio sobre la relación que tenían en el pasado, sobre que tuvo que irse y que aquello le rompió el corazón de muchas formas, porque quizá lo ideal sería que Sergio no recordara nada, que se olvidara permanentemente de ese dolor aunque aquello implicara su indiferencia, perder lo que habían vivido juntos.
Por su parte, Sergio sintió una pequeña duda. Era extraño escuchar que le dijera señor, así que pensó si permitirle usar su nombre, pero quizá sería extraño para él, después de todo ya tenían una dinámica. Cambiarlo todo podría ser difícil.
Mercedes se había contactado con él nuevamente un par de días después de su alta en el hospital y, para conveniencia de esta historia, Sergio recordaba parcialmente los acuerdos a los que habían llegado en aquella lejana reunión. Susie le dijo que aún estaba en pie la propuesta, que lo esperarían hasta que estuviera un poco mejor porque ella confiaba en el potencial del mexicano, también se compadecía de su tragedia y esperaba genuinamente que se recuperara completamente.
Al pecoso se le dificultaba dormir a veces, por lo que terminaba observando ese bonito balcón a media noche disfrutando de las luces. A un lado de la puerta al exterior dormía Max, así que fue inevitable fijarse en la manera en la que la luz iluminaba sutilmente su ceño fruncido.
—No deberías dejarme la cama si es incómodo para ti dormir en una colchoneta tan pequeña.— Se inclinó hacia él poniéndose en cuclillas y tuvo la intención de tocar su frente, pero fue detenido de inmediato por el agarre de Max en su muñeca. Jadeó asustado.
—Lo siento mucho, Checo. Perdóname.— El rubio también soltó el aire que guardaba en su pecho y se sentó en su lugar —¿Estás bien? ¿Te hice daño?
El de pecas negó pero no contestó, sujetó su muñeca con la mano contraria sobre su pecho, esos ojos café estaban clavados en un Max despeinado con una camiseta holgada de manga corta. Pudo ver las cicatrices de sus brazos, cuello, manos, la luz sutil dejaba ver los relieves de cada herida cerrada y se le aguaron los ojos.
—Oye, no.— Max se acercó solo un poco más y no sabía si era correcto tocarle —No llores, no quería asustarte, fue un reflejo.
—Max...
—Checo, de verdad lamento haberte asustado, no era mi intención...
Se interrumpió cuando el pecoso negó con la cabeza repetidas veces y una sonrisita se dibujó en su rostro —¡Max!— Sergio rió como si estuviese recibiendo la mejor noticia de su vida —Max ¡Mi Max!
El pecoso no supo qué contestar, se quedó quieto, confundido, no entendía la repentina alegría de Sergio porque tenía miedo de equivocarse y lastimarse solo, pero toda duda se alejó cuando el mexicano se fue sobre él abrazándolo fuertemente. Titubeó aunque al final también le abrazó de vuelta. —¿Está bien? Señor ¿Todo bien?
—¿Cuál señor? ¿A quién llamas señor?— Sergio tomó un poco de distancia para buscar su rostro y poder reconocer por fin esos rasgos que había extrañado tanto —Maldita sea Max Emilian, bésame o tendré que hacerlo yo.— Sonreía, tan radiante como la primera vez que se divirtieron juntos, sus ojitos llenos de lágrimas que trataba de no dejar escapar.
Max le miró, sonrió emocionado. Sergio le recordaba, quizá no cada detalle, pero recordaba el amor que siente por él y aquello le llenó el corazón de una sensación cálida que desbordaba en cada poro.
—Amor...— El rubio no lo dudó más y besó aquellos finos labios que había echado tanto de menos.
Había extrañado con el alma, cuerpo y espíritu a Checo, cuando lo tuvo al frente otra vez no podía besarle, no podía hablarle de lo mucho que lo amaba porque no quería asustarlo, pero ahora la vida les estaba devolviendo un amor que pensaba perdido, porque incluso si Sergio jamás lo recordaba, seguiría siendo suyo hasta el último de sus días, tal como prometió aquella vez en el pacífico.
...
Hola. Esto es importante.
Quería abrir este apartado para poder hacer una pequeña "dinámica" con ustedes, esperando que no me ignoren, jaja.
Bueno, para introducir esto, quiero decir que de nuevo estamos llegando al final de una historia más de mi autoría, ha sido un placer escribir y seguir escribiendo para ustedes y, si me dan el honor, nos seguiremos leyendo en otras obras.
Pero bueno, para que también yo tenga tiempo de hacer mis cosas y ustedes tengan el tiempo para pensar y comentar, les invito a que hagan preguntas que quisieran saber de los personajes para el final de la historia.
¿A qué me refiero con esto? A que me ayuden a hacer algo como aquellas actividades de preguntas y respuestas que quisieran poder consultarle a los participantes de este fic. Ya sea respecto a sus decisiones, ideales, gustos no mencionados, etc. (Espero haber sido claro, jaja)
Anímense a comentar yo no muerdo y siempre me da mucho gusto cuando leo a alguien compartiendo sus pensamientos en cada párrafo. También trato de leerlos a todos y por lo menos reaccionar, je.
Muchas gracias por sus lecturas, por favor, usen esta línea para comentar sus preguntas si así lo desean.
Los tqm.
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Corruption | Chestappen
RandomSergio Pérez es el hijo de un hombre muy rico en México (Antonio Pérez), dueño de múltiples pozos petroleros y pronto, aspirante a miembro activo de la política. Dada su peculiar crianza, Sergio desarrolló una personalidad indomable y complicada que...