Ajustar el auto siempre era un momento privado entre piloto y vehículo, por eso Max aprovechó justo ese instante en el que Sergio estuvo relativamente solo para acercarse de una vez.
—Ya te había visto en realidad.— Sergio estaba a un costado del auto revisando la calibración de sus llantas —Conozco a la gente que viene por aquí y tú estabas muy fuera de orden, parecías impresionado ¿Te gustó verlos correr?— Se puso de pie dejando la herramienta en una mesita y tomando un pañuelo para limpiar sus manos —No pretendes que yo me vaya ahora ¿Verdad?— Y entonces miró de reojo a Max arqueando una ceja.
—Señor, es mi trabajo. La conducción es un riesgo alto, especialmente a las velocidades que se practican aquí.— El rubio se acercó a Sergio pero se detuvo ante aquella última mirada.
Conocía esa determinación, la había visto antes y era peligrosa, muy peligrosa —Si tengo que sacarlo de aquí en un saco de papas, lo haré. No puedo permitirle esto.Sergio suspiró y continuó con la inspección de Fito. No habló por un momento y Max tampoco lo hizo, se limitó a observar.
—Me fastidias.— El pecoso le miró nuevamente —Pero sé que no es culpa tuya, todo esto es por ese viejo estúpido y su necesidad de controlar el mundo. Pero este es mi mundo y lo voy a defender tanto como sea necesario, incluso de un militar súper entrenado como tú— Definitivamente era peligroso, muy peligroso —Así que podemos hacer esto en calma y a mi modo, o lo haremos por las malas y probablemente sí pierdas entonces.
Max tenía que asumir que había enfrentado muchas cosas severas antes, no era nada extraño toparse con carácteres fuertes y personas inflexibles en su entorno, pero esto era inesperado. Sergio era un civil, y peor aún, era un chiquillo adinerado que jamás ha pasado carencias, le resultaba incongruente esa personalidad. Porque no era caprichoso, lo describiría más como alguien tenaz.
—En el supuesto de que vaya a negociar ¿Cuál es su modo?
—Déjame correr, más bien, no estorbes, sé que no sabes nada sobre este mundo, así que lo haré simple para tí.— El más bajo se recargó sobre el capo del vehículo frente a Max y se cruzó de brazos —Si gano, podré seguir corriendo, si pierdo no visitaré jamás este lugar otra vez ¿Te parece?
—Si gana y continúa corriendo yo tendré que acompañarlo cada vez.
—Perderás horas de sueño.
—No es de mis actividades favoritas.
Sergio hizo un gesto de desagrado, no le gustaba nada la idea de cargar con Max en un lugar que se suponía era suyo, pero ya encontraría la forma de deshacerse de él cada noche.
—Hecho.— Extendió la mano para cerrar el trato con Max y este la estrechó, ahora con fuerza a diferencia de unas horas antes —Ve a las gradas, ya se hizo tarde.
Max se dio la vuelta y se retiró dejando al muchacho solo, fue un momento, pero a Sergio le pareció curiosa la textura de las manos del rubio. Eran ásperas, frías y bastante firmes, su mente inmadura le hizo pensar en otras situaciones, pero solo se rió y negó con la cabeza antes de ser llamado a la línea de meta.
—Max y tú harían una muy buena combinación ¿Qué piensas, Fito?— Y ya en el auto, era momento de dar otra magistral clase de conducción contra ese niñito mimado e insistente.
Los motores rugían en toda el área, cuando se trataba de Sergio, todo mundo quería ver, estar en primera fila y no perder detalle. No por nada era el más joven de los pilotos y también el único que había peleado en igualdad contra pilotos experimentados, se había ganado su fama y lugar a base de talento y habilidad.
Todo el mundo gritaba y animaba, había quienes todavía tenían sus esperanzas en Lance y la otra mayoría vitoreaba el nombre del mexicano, era como estar en un estadio con muchos espectadores.
Max observaba a lo lejos, su estatura le permitía tener un campo de visión decente, no podía perder detalle ante la mínima situación de riesgo porque cada segundo contaba entonces.Una chica rubia de cabello corto se colocó en medio de ambos autos, dispuesta a marcar el inicio de carrera con esa actitud de coqueteo típica. Preguntó a ambos conductores si estaban listos, y el sonido de los motores revolucionando fue la respuesta.
Entonces la bandera cayó.
Sergio aceleró, no era imprudente, correr le salía de manera tan natural que jamás sentía tanta libertad como entonces. Dejaba de ver al rival y se concentraba en su línea de carrera, en cada cosa que lo rodeara y pudiese afectarle, se volvía uno con Fito, como si en otra vida hubiesen compartido el mismo sueño, y no era cursi, pero consideraba que su auto tenía alma, y esa alma era parecida a la suya.
Pronto, la ventaja de Sergio se hizo más grande respecto a Stroll. Desapareció de sus espejos, de hecho, todo desapareció del entorno. Dejó que el aire de la noche entrara por sus ventanas, dejó que las luces de la ciudad le dieran una fugaz pero hermosa vista y respiró profundo al no escuchar más que el sonido de su motor acompañandole.
¿Cómo podía alguien pedirle que dejara de correr? ¿Cómo siquiera imaginaría una vida así?
Si tan solo su padre se tomara el tiempo de entender que no es un simple acto de rebeldía, quizá sabría lo mucho que significa en su vida, quizá se daría cuenta de que a veces solo tienes que acercarte un poco y escuchar.Pero es Antonio Pérez.
Sergio cruzó la línea de meta frente a los ojos de todos, y ocho largos segundos después lo hizo Stroll. Naturalmente el canadiense bajó del auto hecho reclamos, en su cabeza no era posible que su Ferrari cediera ante un simple Audi.
El pecoso estaba saludando al público recién bajó del auto y Sebastian no tardó mucho en acercarse a él, también lo hicieron algunas otras personas.
—¿Qué hiciste? ¿Tocaste mi auto? De otra forma no veo la posibilidad de que realmente me ganaras.— Lance se acercó con una actitud agresiva, claramente no quería una conversación amena, mucho menos felicitar al ganador —Ya te gané antes, es imposible que fuese tan diferente ahora.
—Oye, amigo. No hace falta que reaccionemos así, se gana y se pierde en eso, así funciona.— Sebastian intentó interponerse sujetando al pelinegro del hombro.
—No soy tu maldito amigo y este imbécil hizo trampa.— Se acercó otro poco y presionó su dedo con fuerza en el pecho del pecoso mientras reclamaba, haciendo que este diera un paso hacia atrás por el impulso del contacto, y de repente, ante la mirada de todos, la mano del canadiense estaba siendo sujetada con fuerza.
—Por favor, evite que hagamos esto más grande.— Max miraba con firmeza al hombre y entonces soltó su muñeca dejándola un poco adolorida.
Lance rió mientras acunaba su extremidad lastimada con la contraria.
—¿Y tú quién diablos eres?— Mencionó mirando al rubio —¿Compraste un juguete nuevo, Sergio?— Esta vez se dirigió al mexicano.Max tuvo la intención de dar un paso hacia el canadiense pero Sergio lo detuvo con un gesto y fue él quien se acercó.
—¿Por qué? ¿Te molesta si me lo estoy cogiendo?— Sergio no era conflictivo, no buscaba pelea nunca, pero no le gustaba dejarse —No seas celoso, Lance, nosotros solo somos amigos.
—Ya te hice morder el polvo una vez, puedo hacerte morder una almohada.— La actitud del azabache parecía no ceder tampoco, era como ver a dos gatos a punto de atacarse.
—También puede ser al revés, y por tus resultados en pista, creo que te toca ser la cuchara pequeña esta noche, cielo.— Sergio le sonrió acercándose peligrosamente, casi queriendo sentir su respiración y le regaló un guiño solo para después retirarse como si nada.
—Aprende a perder, niño Maple.
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Corruption | Chestappen
عشوائيSergio Pérez es el hijo de un hombre muy rico en México (Antonio Pérez), dueño de múltiples pozos petroleros y pronto, aspirante a miembro activo de la política. Dada su peculiar crianza, Sergio desarrolló una personalidad indomable y complicada que...