Mónaco no era una ciudad demasiado grande en comparación con California o Ciudad de México, pero es verdad que ahora parecía estar a más del doble de su capacidad gracias al tan aclamado evento de carreras. Les había tomado una hora poder moverse entre el tráfico, pero menos mal, por la calidad de los pases, habían obtenido su ingreso prontamente.
"Paddock club" se leía en uno de los carteles del lugar.
En cuanto llegaron y atravesaron la pequeña zona de admisión, Logan era el más emocionado. Parecía un niño pequeño, todo le llamaba la atención y cada sonido que escuchaba a lo lejos le rogaba ser explicado, como si sus compañeros no tuviesen idea de cómo es un motor.
Sergio observaba la emoción de su amigo y, en el caso de Pierre, no fue hasta que pasaron por la zona de garajes que realmente se emocionó, aunque a perspectiva de Checo, venía aguantándose las ganas de brincotear desde el principio.
—El garaje de Ferrari...— Pierre murmuró apenas audible para su amigo, pues Logan ya se había adelantado a explorar lo permitido al público.
El trío acortó la distancia hasta estar cerca del área donde exhibían el monoplaza rojo antes de iniciar las actividades. Estaba debidamente acordonado para evitar que fuese tocado, pero se sentía como si solo de extender el brazo pudieses sentir esa pintura cubriendo la fibra de carbono.
Sergio llevaba los brazos cruzados y observaba con atención. Los detalles eran verdaderamente exquisitos, no en términos estéticos sino aerodinámicos, ya había visto algunos en internet, pero claramente no se comparaban en nada con tenerlos cerca.
Era verdaderamente poesía mecánica. Sus alas delanteras perfectamente apuntadas para abrir paso a las corrientes de aire, pontones resistentes, un alerón estable, realmente bello. El rojo brillante solo dejaba ver lo feroz que sería ese coche en pista, después de todo, no cualquiera puede alcanzar esos 300 kilómetros sin desarmarse.
—Impone ¿Verdad?
Sergio asintió sin responder, su mirada seguía explorando los detalles del auto —Imposible que no. Son más de 300 por hora en tus manos, un error y te vas. Claro que impone.
—Por eso es necesario hacerse amigo de la bestia. un caballo silvestre solo va a respetarte si le muestras que eres digno de él.
Un chillidito hizo que Sergio por fin se encontrara con la voz que le hablaba. Pudo ver a un hombre mucho más alto que él, de cabello castaño claro, perfil respingado y ojos verdes. A decir verdad bastante guapo, y no era necesario ser Sherlock Holmes para saber quién era.
—Il predestinato— Sergio sonrió ladino y tuvo intenciones de estrechar su mano cuando sus dos amigos ya habían abordado al piloto pidiéndole fotos y Logan le pedía que firmara una gorra de Ferrari que sabrá dios dónde había guardado todo este tiempo.
Charles le sonrió —¿No esperas que firme algo para ti también?— Pierre apuntaba la cámara para tomarse una selfie con el monegasco y este sonrió juntando sus labios en una línea.
Sergio negó con la cabeza y en ese momento sus amigos lo llamaron para que los tres pudieran hacerse una foto con el piloto. Su traje rojo lo hacía destacar de entre ellos, algo se sintió extraño en el pecho del pecoso al estar en contacto con el material del mono, como si de alguna forma la adrenalina se hubiese instalado en su cuerpo en un instante.
Se dice por ahí que cuando estás destinado a algo, la vida te lleva a ese lugar por más que te resistas a ello.
—¿Cuántos años tienen?— El piloto tenía una conversación breve con ellos mientras continuaba firmando posters.
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Corruption | Chestappen
RandomSergio Pérez es el hijo de un hombre muy rico en México (Antonio Pérez), dueño de múltiples pozos petroleros y pronto, aspirante a miembro activo de la política. Dada su peculiar crianza, Sergio desarrolló una personalidad indomable y complicada que...