Capítulo 51

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Habían pasado días desde que la incómoda aparición de Lando se había hecho constante en el grupo. Ninguno decía nada por el bien de Sergio, pensaban que las sonrisas y bromas que hacía eran genuinas y aquello les convencía de permitirle seguir con ese episodio aparentemente agradable.

Pero en el fondo Logan se estaba cansando, toleraba cada vez menos al inglés y su resistencia se agotaba al punto de llegar a contestarle agresivamente al muchacho en las últimas salidas que tenían, recibiendo regaños por parte de Pierre y caras de tristeza de Sergio. Sebastian regresó a América luego de asegurarse de que las cosas tuvieran un buen orden pero continuaba en contacto con ellos por cualquier inconveniente que pudiese surgir.

—¡Dios!— Frustrado, el americano bajó el vaso de licor —Te juro que la única cosa que se interpone entre su fea cara y este vaso eres tú.— Miró a Pierre a su lado.

Era fin de semana y habían logrado librar el exigente periodo de finales de la universidad, así que ambos convinieron en que era obligatorio celebrar. A pesar de las sugerencias del francés por organizar una salida con sus amigos, Logan insistió en que era mejor que solo fueran ellos dos porque sabía que no iba a soportar compartir espacio con Lando estando tomado.

—Tienes que aprender a tener más cuidado, no me gusta que Checo se ponga triste el resto de la salida cuando tú te vuelves grosero.— Pierre tomó todo el contenido de su vaso haciendo una mueca.

—¿Han concluido algo de su búsqueda.— En la pantalla del teléfono del norteamericano estaba la imagen de Oscar, le habían videollamado para compartir el momento entre los tres a pesar de la diferencia de horario. En Mónaco el viernes estaba terminando y en California el día estaba en su apogeo, por lo que entre ratos Oscar debía ocuparse.

—No. Nada, ni un maldito video ni un testimonio. En ese edificio carísimo de Checo no habían cámaras de seguridad hasta que casi se muere en su propio departamento.

—A los malos las cosas siempre les salen bien.— Agregó Pierre mirando a la nada.

Los dos muchachos se alarmaron cuando alguien llamó a la puerta de su departamento, Logan temió haber invocado alguna presencia maligna pero de cualquier manera se puso de pie para abrir. 

—¡Hola!— Se encontró con Checo sosteniendo unas bolsas. Primero se alegró pero luego se puso serio y comenzó a buscar por fuera de la puerta. —Soy solo yo.— Una mirada acusatoria del rubio —Lando no viene. 

Y con esa respuesta Logan dejó que su amigo entrara. A sus espaldas, Pierre le dio una alegre bienvenida al mexicano mientras este saludó de manera general al notar a alguien más en la pantalla.

—¿Cómo sabías que estábamos celebrando?

—Bueno, considerando que están en la segunda carrera más complicada de la universidad y que es el último día de clases, imaginé que harían algo divertido.— Checo tomó asiento en una silla que acomodó cerca de sus amigos en el comedor —Aunque honestamente no pensé que estarían aquí ¿Por qué no salieron?

—¿Y encontrarme con Lando en este estado? Uno de los dos iba a terminar muerto y no iba a ser yo.— Pierre le cubrió los labios rápidamente a su demasiado honesto amigo y este le pegó un manotazo.

Sergio sonrió incómodo, como si de verdad no supiera qué contestar a ese comentario, pero el francés desvió la atención para presentarle a Oscar, quien seguía en la llamada.

Algunas horas pasaron y los amigos empezaron a embriagarse más. Sergio adjudicó su falta de iniciativa para tomar con que tenía dolores de cabeza cuando lo hacía, así que dijo que simplemente cuidaría de ellos, dejándoles así libre carta para alcoholizarse hasta caer inconscientes. 

Ya era pasada la media noche, Oscar nunca se fue, contrario a ello se divertía muchísimo con las ocurrencias de sus amigos tomados. En algún momento el teléfono pasó a estar en custodia de Sergio, a quien también escuchaba reírse. En general, podía decir que a pesar de la distancia se sentía incluido en el festejo.

—Se tomaron en serio el festejo.— Oscar observaba. Sergio había dejado el teléfono apoyado de unas pequeñas macetas en la mesita de noche de la habitación de Logan mientras le arropaba. El pecoso solo rió volviendo a tomar el teléfono del rubio y salir de la habitación. —Supongo que es mejor que termine la llamada aquí.

—Claro, no hay problema.— El rostro inocente del mexicano dibujaba amabilidad —Ah, Oscar. Felicidades a ti también, arquitectura es difícil, así que me alegra mucho que terminaras el periodo también.

El australiano ladeó lentamente la cabeza extrañado, su entrecejo arrugado. —Gracias. Fue duro pero... todo salió bien.— Había duda en su tono y esa duda fue más profunda cuando Sergio le sonrió de vuelta.

—Me alegra mucho.

En un momento la llamada terminó. 

Este punto era crucial, porque esto iniciaría la última etapa de la mentira que llevaba largas semanas trabajando. Sabía que este era un riesgo innecesario pero para el final debía poder asegurar algunas cosas y, en el fondo, todavía escogía tener fe en ese muchacho.

El pecoso no regresó al departamento con Max pero sí le llamó para hacerle saber que todo estaba en orden. Tampoco ignoró los mensajes de Lando para ahorrarse explicaciones después. Luego de un momento se quedó dormido también.


Max no había podido dormir adecuadamente desde que la mentira de Sergio había iniciado, sabía perfectamente que esas sonrisas de su pecoso eran infinitamente falsas pero aquello no evitaba que su corazón se quebrara con cada beso y toque entre esos dos. Verlo ser lindo para otra persona, arreglarse para salir, se preguntaba si ese era el karma que le tocaba luego de haber arrebatado las vidas de tantas personas y, si era bajo esa perspectiva, probablemente lo merecía. 

Tal como cada noche, Max revisaba con atención las cámaras que George había conseguido obtener en la ciudad, especialmente aquella del edificio de Lando. No había movimiento alguno, por lo que estaba bastante tranquilo respecto a la seguridad de Sergio y, de cualquier modo podía escuchar su respiración tranquila por medio de los micrófonos que ya se habían vuelto parte habitual en él.

Todo saldría bien, solo tenía que ser paciente, un poco más. No podía darse por vencido no importa cuánto doliera estar ahí sin poder hacer nada más que observar, pero de algo estaba seguro: No abandonaría a Sergio, ni siquiera si tenía que dejar arder su vida en el proceso.

Corruption | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora