Capitulo 19

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Habían pasado unos días desde que las cosas habían encontrado un nuevo rumbo. Para resumir un poco, podría decirse que a Max le estaba costando trabajo ir a las citas, pero esta sería su tercer cesión y a Sergio le emocionaba mucho ver que poco a poco el rubio hablaba un poquito más.

Sergio también había empezado su propio camino. En tres semanas había conseguido estar un poco más delgado, su estómago ya no sobresalía tanto de su cuerpo y eso le ponía feliz. Estaba seguro de que en un par de semanas más podría disfrutar de que las manos de Lewis le recorrieran sin sentirse avergonzado.

Por otro lado, esa noche tendría una carrera importante. Una de las cosas que más le emocionaba eran las pistas con obstáculos, pero tenía que reconocer que últimamente le costaba algo más de trabajo mantenerse despierto durante las clases. No obstante, eso no le quitaría la pasión que sentía al encender el motor.

Luego de una larga y aburrida jornada estudiantil, donde lo único bueno de su día fue un Lewis felicitándolo por verse "bien", por fin cayó la noche. Era momento de ir a correr, esa carrera ya era prácticamente suya y estaba seguro de que obtendría felicitaciones de todo mundo apenas llegar. Y por supuesto, las de Max también.

—¡Hey, Checo!— Sebastian ya estaba ahí, recogía las apuestas de los presentes —Que bueno que llegas, ya no sabía qué más decirle a esta gente.— El alemán tocó el hombro del pecoso y lo soltó como si hubiese recibido una descarga eléctrica al simple roce. No se sentía bien.

—Tú no pierdes el tiempo.— Sergio rió refiriéndose a las apuestas y Sebastian disimuló una sonrisa —Espero que sean a mi favor, esas apuestas siempre van a ser seguras.

El pecoso se retiró, seguido por un grupo de personas que ya tenían por costumbre rodearlo hasta el último instante en el que subía a Fito.
El alemán se colocó junto a Max, ambos observaban a Sergio.

—Ese niño está en los huesos, Max.— No lo miró, pero notó cuando el rubio asintió —¿Está enfermo? ¿Le pasó algo?

—No lo sé.— No es que no lo notara antes, es que no sabía si era correcto abordar el tema o entrometerse. Es verdad que había visto la forma deliberada en la que el pecoso fingía comer y lo había escuchado vomitar más de una vez, pero no sabía cómo preguntar sobre eso.

—¿Cómo que no lo sabes?— Entonces Sebastian volteó, se veía molesto —¿Cómo diablos no vas a saber? Es... Maldita sea, Max. Vives con él ¿Qué no es tu trabajo mantenerlo vivo? Ese niño se te está yendo de las manos.— La conversación no siguió, el motor de Fito los interrumpió, seguido por los gritos de la gente.

La carrera comenzó, no hubo mucha novedad. Muy pronto Sergio tomó una clara delantera y la pista parecía tan ligera como cada noche, el aire pegándole en el rostro era relajante.

Pero de repente ya no.

Se sorprendió a sí mismo desesperado por llegar a la meta, sentía el cuerpo pesado y tenía bastante calor. Incluso perdió brevemente el control del coche y eso jamás le pasaba, cerró los ojos con fuerza para hacerse reaccionar pero sentía que algo malo pasaría en cualquier momento. Y sin embargo llegó a la meta, había ganado otra vez, no con la ventaja a la que estaba acostumbrado, pero era una victoria más.

Bajó del auto y la gente se aglomeró a su alrededor. Al inicio sonreía, se esforzó por mantenerse de pie pero tropezó con él mismo y casi cae, se sentía mareado, el aire le faltaba, así que sacudió la cabeza para hacerse reaccionar. Pero no fue posible mantenerse despierto. Lo último que vió fue a Lando sostenerle del brazo y luego nada, absoluto silencio.

.

—¿Familiares del señor Pérez?— Un médico llamó en la sala de espera.
Max se levantó de inmediato, a su lado estaba Sebastian y ambos corrieron hacia el hombre de bata.
—¿Familiares del señor Pérez?— Ambos asintieron y el médico les miró un poco dudoso pero de cualquier modo continuó —Por aquí, por favor.

Una vez estuvieron en la habitación, Sergio les sonrió débilmente. El alemán fue el primero en correr a tomar su mano.

—El muchacho se encuentra en un estado crítico de desnutrición. Gracias a la falta de nutrientes de su cuerpo sufrió un desmayo, también padece anemia por la misma causa.— El médico hacia anotaciones —¿Sabe si tiene síntomas de algún TCH? ¿Alguna señal de que no se alimente bien a voluntad?— Max asintió y el de bata suspiró —Tiene que quedarse aquí por hoy, luego le daré más información sobre el tratamiento.

Una vez que el hombre se retiró, los tres se quedaron en la sala. Sebastian acariciaba el cabello del pecoso y este solo le miraba con los ojitos levemente abiertos.
Max tenía una sensación extraña, se sentía observado, pero también recordó que ese tipo de delirios podían ser parte de su proceso según la terapeuta.

—Ay, Chequito— El alemán miraba al muchacho acostado —Nos sacaste un buen susto ¿Qué hubiese pasado si te desmayabas en plena carrera? ¿Cómo te ayudamos ahí?— Comenzó a regañarlo con muchísima preocupación en la voz, era notorio que para él, Sergio era como un hermano pequeño.

El pecoso apartó un poco la mirada a Max y le sonrió suavemente. El rubio se acercó al otro lado de la cama y palmeó su cabeza.
—¿Cómo te sientes?

—Mejor ahora. Lamento haberlos asustado.— El pecoso apenas hablaba.

—Espero que entiendas que esta situación no puede continuar, Checo.— Max suspiró —No sé qué es lo que te esté obligando a maltratarte tanto, pero debe parar o vas a hacerte mucho daño. Entiendo que este no es el momento para hablarlo, pero por favor intenta entender, estamos aquí para tí.— Apartó unos cabellos de la frente del menor y sintió a Sebastian observarle.

—Vaya, parece que no eres solo un mono gigante. Me vas a hacer llorar.

La noche pasó con tranquilidad, Sebastian encontró comodidad en un sofá y se quedó dormido, Max no cerró los ojos en toda la noche, pero eso no le afectaba.
Sin embargo, en algún punto de la madrugada pestañeó y por esa fracción de segundo otra vez sintió que alguien observaba, pero ahora no fue solo la sensación, definitivamente escuchó el disparo de una cámara, así que abrió los ojos de inmediato.

No era su imaginación.
Pudo ver a alguien escapando por los pasillos de las habitaciones, era imposible no rastrearlo pero sabía que no debía hacer un escándalo y quizá por eso fue que justamente, saliendo al jardín, lo perdió.
Alguien había entrado y no fue capaz de descubrir quién o con qué intenciones. Simplemente se aseguró de que nadie más merodeara y volvió adentro.

Para cuando amaneció, Sergio se sentía notoriamente mejor, el color de sus mejillas había regresado y sus labios ya no estaban tan secos como antes. Sebastian le ayudaba a cambiarse y juntar sus cosas mientras el médico le explicaba algunas cosas a Max. Era necesario que siguieran las indicaciones para procurar su recuperación.

—Le voy a decir a tu ama de llaves que vigile bien que comas todo lo que te den.— El alemán sostenía las cosas de Sergio mientras todavía le regañaba —Es en serio, Checo.

Conforme se acercaban a la salida, un bullicio podía escucharse. De repente las luces de flashes y gente hablando por todos lados abrumaron a un débil Sergio que apenas espabilaba. Se cubría el rostro de las luces altas y se sentía aturdido por las muchas voces llamándole al mismo tiempo.

—¡Sergio! ¡Sergio, por aquí!

—¡Sergio! ¡¿Es verdad que tuviste una sobredosis?!

—¿Puedes hablarnos sobre tus problemas de adicción y tu repentina pérdida de peso?

—¡Sergio! ¡¿No te avergüenza seguir metiendo en escándalos a tu apellido?!

Max hacía espacio con su cuerpo y Vettel los seguía muy de cerca, vigilando que nadie intentara nada. Incluso tapó el lente de un fotógrafo con su mano cuando intentó capturar el rostro de Checo. El rubio usó la chaqueta que traía consigo para cubrir al más bajo y los tres salieron de ahí.

Algo estaba pasando. A pesar de su personalidad, Sergio siempre fue un muchacho de perfil bajo, no se metía en problemas ni escándalos serios más allá de un par de fiestas, pero incluso con eso, llevaba meses sin permitirse esos deslices.

Ese asunto debía tratarse con seriedad, porque era un hecho que Antonio Pérez se enteraría más pronto que tarde.

Corruption | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora