Capitulo 18

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Un pequeño receso entre clases les dio tiempo para ir a desayunar. En la cafetería, un pensativo Sergio miraba al exterior del edificio, como si ese viejo árbol fuese la cosa más interesante del mundo.

—¿Hola? ¿Tierra llamando a Checolandia?— Lewis había aparecido con una Coca-Cola fría que pegó a la mejilla del muchacho, haciendo que este reaccionara con un sobresalto —¿Todo bien, bebé?

—Disculpa, sí. Todo está bien.— El moreno ya se había sentado a su lado —Es solo... No pasa nada, solo no dormí bien ayer.

Hamilton hizo un pucherito y abrazó a Sergio por los hombros.
—¿Tuviste pesadillas? ¿Sabes que no dormir bien puede hacerte engordar?

—Estoy trabajando en eso.— El pecoso se sintió terriblemente incómodo, estaba avergonzado, así que sutilmente se apartó de ese contacto físico y por inercia se holgó la camiseta —Iré a ver al nutriólogo mañana.

—Bien, eso es bueno.— Lewis sonrió orgulloso, como si Sergio le acabara de dar una excelente noticia, y se llevó la Coca-Cola a los labios.

El resto del almuerzo el pecoso no tocó comida alguna. Sentía que consumir algo frente a Lewis lo haría ver asqueroso, a pesar de que moría de hambre porque también se negó a desayunar, prefirió tomar agua hasta sentirse lleno. Tenía que perder esa barriga a como diera lugar lo más rápido posible, de ese modo quizá Hamilton lo querría seriamente.

Del otro lado de los comedores, un par de chicos observaban la escena, uno de ellos tenía especial atención en el de pecas, casi como un ave de caza vigilando un ratón.

—¿No piensas comer?— Oscar miró la bandeja al frente, estaba intacta —Lando ¿No piensas comer?— Esta vez levantó un poquito la voz.

—Dios santo, deja de entrometerte por un momento, ahora como.— Su mirada se desvío poco a poco de Sergio, Oscar también volteó por un momento para darse cuenta de aquello que tenía tanta atención de su compañero.

—¿Por qué solo no le hablas y ya? Acosándolo a la distancia no te va a dar su teléfono.— Se llevó un mordisco de su sandwich a la boca.

—No seas ridículo. Sergio es más complicado que solo un número, él es para mí y yo soy para él ¿Entiendes? Esas cosas no se hacen a la fuerza.— Como si fuese lo más obvio del mundo, Lando arrugó la cara en un gesto de fastidio —Déjame comer ¿No querías que lo hiciera?

.

La dinámica de Sergio se había modificado un poco, ahora Max iba por él a la universidad mientras dejaba a Fito descansando para darlo todo en carrera, pues pronto se pelearían premios importantes para los corredores clandestinos.

—¿Podemos pasar por un lugar primero? Quiero revisar algunas cosas.— El pecoso le indicó a su chofer una nueva ruta en el GPS del coche y partieron hacia allá.

Ninguno de los dos hablaba, ambos recordaban el incidente de la noche anterior pero ninguno se atrevía a mencionar algo al respecto.

Su destino final era una torre médica. Sergio había hecho cita con una nutricionista que le diría cómo bajar de peso lo más pronto posible.

—¿No vas a venir? Se supone que tienes que seguirme a todos lados y así.— Mencionó cuando notó que era el único fuera del auto —Estaciona. Te veo en la recepción.

Max arrugó la frente. Ese era un comportamiento extraño y totalmente inusual, su jefe no le pediría acompañarlo nunca, siempre trataba de mantenerlo invisible, lejos. Pero órdenes son órdenes.
Cuando entró al lobby una joven recepcionista hablaba con el pecoso, en cuanto lo vió, este agradeció y volvió a su lado.

—¿Puedo hablar contigo?— Le hizo un gesto para que salieran nuevamente y Max lo siguió. Parecía un poco nervioso, incluso tardó un par de segundos en hablar —Quiero que tomes terapia.

¿Qué?

—Estuve investigando— Sergio continuó —Muchas veces hay soldados que sufren de pesadillas e insomnio por todo lo que pasan en la guerra, se llama estrés postraumático, y creo que tú podrías tener eso.— Max estaba claramente confundido —No estoy diciendo que algo esté mal en tí, digo que esto puede mejorar ¿Entiendes? Me preocupa que no duermas, es todo.

El rubio no respondió por un largo momento y Sergio pensó que había hecho las cosas mal, tal vez debió preguntar antes de hacer la cita.

—¿Usted quiere que yo vaya a terapia, Checo?

—Sí. Sí, sí quiero.

—Bueno.— Max asintió, se dio la vuelta y entró de nuevo al edificio, justo a tiempo para que la señorita de antes le diera indicaciones sobre el consultorio del psicólogo, sería él quien lo turnaría a otras atenciones de ser necesarias.

Sergio corrió detrás y tuvo que esperar un par de minutos antes de que fuese su turno. A decir verdad, estaba un poco emocionado porque al fin podría hacer algo para ser perfecto.

—Buenas tardes. Sergio ¿Verdad?— La nutrióloga era una mujer preciosa, delgada, de cabello oscuro y largo y ojos claros, ella le sonrió cuando el pecoso asintió a su nombre —Por favor tome asiento. Soy la doctora Martínez, puedes llamarme Carola.— Estrecharon sus manos y ella tomó asiento frente a su paciente —¿Cuál es el motivo de su consulta?

—Mi peso.— Sergio no dudó un segundo al responder —Tengo problemas con eso, necesito perder peso cuanto antes.

La mujer arrugó un poco la frente, pero su ética no le permitió hacer ningún comentario antes de hacer las evaluaciones pertinentes. Verificó talla y masa muscular, estatura y demás parámetros de Sergio y le parecía reafirmar justo lo que había pensado desde el inicio.

—Bueno, Sergio— Ella tomó asiento nuevamente, el pecoso movía una de sus piernas ansioso —Su peso está bien, incluso podría decir que está ligeramente por debajo de su ideal.

—Pero mi estómago...

—Ah.— Carola lo interrumpió. Ya había visto estos casos muchas veces. —¿Sabía que biológicamente no estamos diseñados para tener el vientre plano? No importa si es hombre o mujer, anatómicamente tenemos bultos, Sergio.— Dicho se mostraba confundido —Verá, un abdomen plano, aunque estéticamente puede ser codiciado, no es símbolo de salud. Muchas veces podemos tener una terrible alimentación en búsqueda de este, sentirnos inconformes con nuestras raciones o incluso pasar hambre. Eso no es salud.— Ella lucía genuinamente preocupada, él le parecía muy joven para estar metido en esos temas —Puedo ayudarle a crear una dieta que tonifique su cuerpo e incluso le ayude a ganar músculo, pero no me pida que le haga bajar. Cualquier médico competente le dirá que eso no es posible.

Sergio había aprendido a no pelear cuando no podía ganar. Así que simplemente sonrió, disimuló y aceptó el trato. Algo se le iba a ocurrir.

Corruption | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora