Capítulo 37: Vengo a liarme contigo

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La carta de San Mungo está sobre la mesa de la cocina y Rachel no se ha atrevido a abrirla todavía. Está sola en casa, así que no le preocupa que lleguen sus padres y la abran por ella. Le preocupa no haber entrado, a pesar de saber que tiene las notas perfectas para entrar a San Mungo, la profesora McGonagall se lo dijo, que iba a entrar, no quiere decepcionarla a pesar de que no vaya a volver a ver a la mujer a no ser que ella entre en San Mungo y necesite algo del hospital.

Por Morgana, que Minerva McGonagall nunca necesite nada de ella.

—Solo es una respuesta, es una respuesta positiva —Rachel se lo repite en voz alta, pero sigue sin tocar el sobre—. Y si es negativa siempre está el arte. No, siempre está, ya está. Las dos cosas, tengo las dos cosas.

Porque si tiene a Nick y a Nova también tiene San Mungo y sus pinturas. Mandó la solicitud según se graduó en Hogwarts, ni siquiera llegó a salir de los terrenos del castillo para mandar la lechuza con su solicitud. Aprovechó un momento en el que Nova y Nick estaban demasiado ocupados buscando las aberturas de la túnica del otro y aprovechó para mandar la dichosa solicitud.

Han pasado dos semanas hasta que ha llegado la carta. Ha tenido unas vacaciones que no esperaba y, si bien las agradece, hubiera preferido saber hace dos semanas si tenía o no trabajo. Porque todos tienen ya los suyos.

Nick lleva en el Ministerio desde el día después de que salió, así que ha sido bastante complicado quedar con él por algo de tener que hacer horas extra por culpa de su padre. Nova tardó dos días más en encontrar trabajo como historiador, pero desde entonces, cuando le ha visto, ha sido bajo una pila de libros que no han visto ningún tipo de luz en años y tampoco lo han limpiado. James está trabajando en un boticario del Callejón Diagon, Remus en la librería, Peter y Lily —uno es fotógrafo, la otra es columnista— en El Profeta y Marlene y Dorcas están de luna de miel, aunque ni siquiera se han casado. Pero Marlene ya tiene trabajo en el departamento de Derecho Mágico y Dorcas va a trabajar también en San Mungo, en una especialidad completamente distinta a la de Rachel y ella recibió la carta hace una semana.

Así que la ansiedad de Rachel ha estado por las nubes porque ella no ha recibido respuesta y es la única de sus amigos que sigue sin trabajo.

—Te han aceptado, deja de darle vueltas.

Pero sigue sin abrir el sobre. La verdad es que no puede hacerlo sola, pero tampoco puede llamar a sus amigos porque ninguno está disponible porque todos están trabajando y... No, espera, Sirius no trabaja. Sirius ha decidido que va a vivir un tiempo de la fortuna que le ha dejado su tío.

Rachel coge su carta y, en cuanto pone un pie en la calle, se desaparece para llegar a la casa de Sirius y Remus. Sigue habiendo rastros de la fiesta a pesar de que ayudaron a limpiar y tampoco se descontrolaron mucho, pero claro, si al día siguiente de una fiesta también haces una mudanza... tampoco es que estés muy bien como para dejar todo impoluto.

Llama al timbre y espera pacientemente a que Sirius le abra la puerta, pero no deja de juguetear con el sobre hasta que lo abre por accidente y, entonces, se queda mirando el papel del interior. Es una respuesta positiva, lo sabe, solo tiene que sacar el papel y...

—¿Esto qué es? —el sobre desaparece de sus manos y está en las de Sirius, que saca el trozo de pergamino.

—¡No me digas qué dice! —se lo intenta quitar, pero Sirius es bastante rápido y se mete dentro de la casa con la respuesta de San Mungo en la mano.

—¿Y entonces para qué la estabas abriendo? —Sirius se queda parado en mitad del salón, con lo que Rachel se choca con él—. ¿Te da miedo abrirla sola?

—Sé que la respuesta es positiva —responde ella, y lo deja ahí, esperando que Sirius entienda que quiere decir.

—¿Entonces? —no, no lo entiende. No, espera, es peor, lo entiende perfectamente y quiere que se lo diga, la ceja levantada de Sirius se lo dice.

[2] Tres de corazones - Wizarding WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora