Capítulo 11: Ni se te ocurra volver a preocuparme así

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Nick puede recordar a la perfección la sonrisa de Sirius en el tren cuando le dijeron que los Potter iban a acogerle sin ningún tipo de problema, sin condiciones, sin precio ninguno. Bueno, sí había un precio y era que estudiara y sacara buenas notas porque si los Potter iban a adoptarle como hijo, tenía que cumplir con sus deberes como hijo. Sirius, por supuesto, estaba encantado con ello.

Aunque, por un momento, fue breve, Sirius tuvo dudas y las dijo en voz alta. Hablar de Regulus se consideraba una causa perdida y más desde que Sirius había recibido la carta de su madre. Pero para él su hermano pequeño siempre estaba en sus pensamientos y a Nick le gustaría poder tener algo así. Un hermano o una hermana al que cuidar o que le cuidara. Porque, a pesar de todo, Sirius había seguido pendiente de Regulus sin que este se enterase. La amenaza de Walburga era algo real y Nick no dudaba en que iba a cumplir su amenaza.

Pero al final había ganado la sensación de seguridad, las ganas de tener una familia que le quisiera de verdad, sin condiciones y por como era. Los Black nunca le habían dado eso a Sirius, pero los Potter sí, así que la sonrisa de Sirius volvió, un poco más triste por dejar a Regulus con sus padres, pero ahí estaba.

Nadie se había atrevido a decirle que consideraban a Regulus una causa perdida, pero todos lo habían hablado entre ellos cuando Sirius no estaba pendiente. Lily opinaba que tenían que ignorarle o se crecería, Remus afirmaba que en menos de dos años tendría la marca tenebrosa, James quería colgarle de los calzoncillos y Peter votaba por tirarle al lago.

Luego estaban Rachel y Nova. Los dos habían estado de acuerdo en que no había mucho que hacer con el chico porque estaba demasiado metido en todo, y si bien Nick no quería darles la razón, sabía que era verdad. Quería confiar en que, al igual que Sirius, Regulus todavía podía cambiar. Habían sido amigos de pequeños, confiaba en que podía ver la realidad tal y como ellos la habían visto.

Era una situación complicada, claro estaba, y más después de lo que había pasado cuando estuvieron en el Lago Negro. Regulus había dejado muy claro, cuando sacó la varita y apuntó a James, que estaba de parte de Severus Snape.

Tanto Nick como Nova se habían perdido como había empezado la pelea porque estaban en la orilla del lago, peleando entre carcajadas e intentando tirar al otro dentro del lago para que el calamar gigante los dejara de nuevo en la orilla.

Podía recordar perfectamente como se le había acelerado el corazón cuando se cayó encima de Nova y sus cabezas chocaron antes de dar con el agua.

Cuando salieron lo que vieron fue a Snape colgando de un tobillo, a James dando gritos y la varita de Regulus apuntando a su amigo, así que salieron corriendo hacia el grupo.

Nova, siendo él mismo, fue bastante diplomático cuando bajó la varita de Regulus en lugar de haberla quitado de un manotazo y se giró hacia James para pedirle que bajara a Snape. Mencionó algo de ser prefecto y que si no tendría que castigarle, pero James no bajo la varita y Nova se encogió de hombros y no lo intentó mucho más. Por lo que Nick sabía tanto él como Lily conocían a Snape de antes de venir a Hogwarts, vivían en el mismo barrio y el chico tendía a seguirles a escondidas. Nunca se había atrevido a hablarles, solo les observaba de lejos por lo que había dicho Lily cuando habían pillado a Snape más de una vez mirándoles.

—De verdad tienes que bajarle, James, por mucho que me guste verle del revés Nova tiene razón —Rachel también se había acercado al grupo, con la varita en mano por si acaso. Ella tampoco se fiaba de lo que estaba pasando.

Lily, en esos momentos, se levantó del césped con tranquilidad. Se sacudió los pantalones y luego avanzó hacia James hasta que le puso la mano sobre la que sujetaba la varita y le miró a los ojos.

[2] Tres de corazones - Wizarding WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora