Capítulo 41: Crear una nueva religión

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Lleva meses cambiando de especialidad en San Mungo. Si bien empezó con la especialidad de Heridas Causadas Por Criaturas Mágicas, no tardó en tener una segunda especialidad en Daños Provocados Por Hechizos. No era su tema favorito, pero no era lo peor que podía ver, eso estaba reservado para la especialidad de Accidentes con Artefactos Mágicos, de los cuales prefería no hablar.

La cantidad de cosas que los magos decidían hechizar y utilizarlas de forma incorrecta nunca iba a dejar de sorprenderla, por mucho tiempo que tuviera que pasar en San Mungo.

Por supuesto, debido a todos los problemas en el mundo mágico, estaban cortos de personal. Tan cortos que las especialidades —como le jodía que la hubieran cambiado de especialidad para nada habían quedado completamente suspendidas apenas unas semanas atrás y ahora corrían de un lado a otro, intentando tratar el mayor número de pacientes posibles.

A no ser que, durante tu turno, te hubieran asignado medimagia familiar. Podías encontrarte de todo en ese turno, desde unas alergias aparentemente incurables a un constipado o una astilla en el dedo de un niño pequeño. Pero era el turno más tranquilo y, después de una semana en la que no había parado, Rachel estaba más que dispuesta a mandar pociones pimentónicas, sacar astillas y revisar historiales de los pacientes más hipocondríacos.

Luego podrá irse a casa, sin tener que esconderse para pintar a esos pacientes que ha perdido en el día o que sabe que va a perder durante los siguientes. La guerra está empeorando, los ataques mágicos son cada vez más frecuentes a muggles o nacidos de muggle y en San Mungo no pueden curarles a todos por mucho que lo intentan. Así que Rachel solo puede intentar atenderles lo mejor que pueda y, luego, recordarles.

Ese es un buen día, solo tiene que repetirle a uno de los habituales que no, no se está muriendo, lo que siente son sus latidos y luego tiene que tratar a una niña que se ha quemado con agua hirviendo por intentar cocinar a un gnomo de jardín. Sus padres tampoco entienden cómo ha podido pasar, entre coger al gnomo y llegar a ponerle en la cazuela había pasado mucho tiempo y ellos no se habían dado cuenta. Han llegado bastante asustados a la consulta, algo completamente normal viendo el terremoto que tienen por hija, y Rachel no puede evitar desearles suerte en la crianza de esa niña porque, desde luego, van a necesitarla.

—¡Siguiente! —archiva los documentos de la pequeña en ese gran archivador mágico que conecta todas las plantas y los historiales de los pacientes y, cuando se gira, Marlene está ya sentada en la silla.

—Quiero que me jures que vas a quedarte callada —ni siquiera saluda, pero Rachel asiente y parece que su amiga se relaja.

—¿Qué te pasa y por qué tengo que estar callada?

—Necesito que me hagas pruebas —sí, como la mayoría de la gente que entra en la consulta, eso no es una novedad, así que Rachel no puede evitar levantar una ceja—. De embarazo.

—¿Qué?

—¡Ya lo sé! Me vas a llamar loca, lo sé, pero el palo muggle me está volviendo loca, dice que es positivo, te puedo asegurar que Dorcas lo que menos tiene es pene.

—¿Qué?

—¡Rachel!

Y que se eche a llorar no es lo ideal, pero no puede culparla porque no está entiendo nada de lo que está pasando. ¿Cómo va a estar embarazada? Seguro que es cualquier otra cosa, además, ¿cómo ha llegado a la conclusión de un embarazo?

Le tiende pañuelos y se sienta a su lado, abrazándola hasta que se calma, mientras intenta organizar todas las pruebas que necesita realizarle a Marlene antes de que se vaya. ¿Qué puede ser que parezca un embarazo, pero no lo sea? Si es porque ha perdido la regla puede ser por infrapeso, pero se la ve saludable. ¿Quizá es anemia? Sí, suena como algo posible, si es severa puede explicar la desaparición. Además, si ha comido algo en mal estado podría explicar los vómitos y... no quiere pensar en ningún tipo de enfermedad mágica extraña, pero no va a descartarlas, ni siquiera la viruela de dragón, cuyos síntomas no se parecen en nada a lo que puede tener Marlene.

[2] Tres de corazones - Wizarding WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora