Capítulo 14: No sé a qué esperas

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Los poemas que escribe mientras estudia o está en clase o, sencillamente, en la sala común, nunca han tenido más sentido que en esos momentos. Son lo que Nova podría llamar aceptables para enseñárselos a alguien, llenos de sus sentimientos y sobre lo que podría llegar a ser si solo hablasen.

Porque lo ve, ve cómo los tres podrían funcionar, se equilibran perfectamente entre ellos, sencillamente encajan y tiene sentido por la cita en Hogsmeade en San Valentín y como estuvieron con él en la enfermería. Lo nota cuando están en la sala común y se quedan los tres solos o en esos pocos momentos en la habitación, donde nadie les molesta mientras estudian y parece otro mundo completamente distinto porque lo ve, ve como funcionarían los tres tirados en el suelo, entre libros, pergaminos y tinta.

Oh, los poemas que salen de esos momentos, lo que daría porque fueran reales en lugar de sus fantasías.

Pero Nova sabe que es algo imposible, al menos en esos momentos porque sigue conservando una pequeña esperanza de que podría ser. Pero la mayor parte del tiempo piensa en como Nick diría que los demás pensarían mal, que no es lógico que estén los tres porque no podría salir bien. Y, por mucho que quiere pensar que Rachel no lo ve tan descabellado, no sabe como serían las peleas con ella si fueran pareja, podrían ser horribles y afectar también a. Nick. Así que Nova lo deja solo para sus poemas y sus sueños, donde sí que funcionan, donde a nadie le importa que los tres estén juntos, donde todo es posible.

No le quita de intentar vendérselo a ambos de forma sutil, claro, sin que se estén enterando de que intenta enamorarles. No es fácil, con ninguno de los dos, porque tiene que tener cuidado con sus alrededores, no le gustaría que nadie saboteara sus avances antes de ver ningún tipo de resultado. Pero los resultados llegan, claro, en como Nick se pone nervioso si Nova le guiña un ojo o en como Rachel busca que sus manos se rocen cuando él no lo hace.

Son cosas pequeñas, pero consiguen que se le llene el estómago de mariposas y elefantes. Todo junto, sin distinción, como él tampoco hace distinción con ninguno de los dos. Porque ha caído por ambos, de una forma sencilla, sin complicaciones; sigue cayendo por ambos con cada día que ha pasado desde septiembre.

Y con eso llega la última ronda antes de las vacaciones de Navidad. Los Premios Anuales les han pedido el favor de que hagan esta por todo el castillo en lugar de su ruta habitual y, a cambio, no tendrán que hacer las rondas de la primera semana de enero porque se las cubrirán ellos. Por supuesto, como la luna llena coincidía con esa ronda, no han dudado en hacer el cambio, a pesar de que Nova sabe que no es tan necesario como Sirius o James en esas noches, pero Rachel lo es para cuando llega el amanecer así que cambiar el turno les viene bien.

—¿Qué planeas hacer durante las vacaciones?

—Vaya, si el gran Donovan Crowan se preocupa por lo que vaya a hacer —lo dice con burla, pero sonriendo—. Supongo que estaré dibujando hasta que lleguen mis tíos con Scarlett y entonces será cuando esconderé el cuaderno bajo una de las tablas del suelo de mi habitación hasta que salga por la puerta.

—Perfecto, ahora que ya sé dónde está iré a robarlo cuando estéis cenando —bromea con ello y Rachel niega.

—No te atrevas a tocar mi cuaderno, Crowan —levanta el dedo, señalándole y Nova no puede evitar sonreír—. De todas formas, no podrías ver ninguno de los dibujos.

—¿Acaso temes que vea como me dibujas, Lightbourne, y por eso has encantado el cuaderno? —quiere pensar que ha dado en el clavo con la primera parte por como la chica resopla. Sabe que el cuaderno de Rachel lleva años encantado, probablemente desde que entró a Hogwarts.

No es que intentase, en primero, robarle el cuaderno y viera que no podía ver nada.

—Ya te gustaría que te dibujase, Donovan.

[2] Tres de corazones - Wizarding WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora