Destellos de esperanza

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—¡Archie!

El cansado príncipe se giró hacia Aden, que venía corriendo hacia él. Sabía que no podría tomarlo en brazos así que mejor se arrodilló a su altura para poder abrazarlo.

—¿Pasa algo, pequeño?

—¿Dónde está Alec?

Archie se congeló, entristeciendo de inmediato. El nudo en su garganta que parecía haberse asentado ahí desde hace días lo ahogó.

—Él está en... en un viaje, Ade.

Los grandes ojos avellana frente a él se ampliaron con incredulidad.

—¿Cuándo vuelve?

Yo también quiero saber.

—En unas semanas, corazón.

Pero fue inútil, Ade era pequeño, pero no tonto. Además había escuchado algo al respecto cuando jugaba en la base mientras Lauren y Lars hablaban. Archie trató de abrazarlo cuando vio su mirada empañarse con las lágrimas, pero Aden dio un paso hacia atrás, su delicado cuerpo temblando mientras comenzaba a soltar suaves sollozos que rompieron el corazón del príncipe.

—¿No va a volver, verdad?

—Claro que lo hará, tranquilo —respondió, tratando de darle seguridad con sus palabras a pesar de que él mismo lo dudara. El pequeño rubio bajó la mirada—. Hey, ¿qué pasa? ¿Extrañas a Alec?

No pudo responder con palabras, pero asintió mientras se pasaba las manos por las mejillas y se dejaba levantar por el príncipe.

—Yo también lo extraño —confesó Archie apenas llegaron a su habitación y pudo cerrar la puerta—. ¿Pero sabes qué?

Archie se sentó en el borde de la cama, acomodando a Aden en su regazo. Le acarició el cabello con ternura y dejó escapar un suspiro antes de continuar hablando.

—Alec siempre dice que mientras pensemos en las personas que amamos, nunca están realmente lejos de nosotros.

Aden levantó la mirada, sus ojos aún brillantes por las lágrimas.

—¿Tú también crees eso?

Archie asintió con una sonrisa suave, rezando por haber sido lo suficientemente convincente.

—Sí, lo creo —aseguró, tranquilizándose al escucharse decirlo—. Y sé que Alec está pensando en nosotros también. No tienes que preocuparte por eso, mi pequeño destello.

Aden parpadeó, sorprendido por el nuevo apodo. Archie titubeó un segundo, apenado, pero no pudo retractarse al escucharlo preguntar.

—¿Soy un destello?

El príncipe rió.

—Sí —respondió Archie, tocando suavemente la punta de la nariz del niño, que sonrió, limpiando los últimos rastros de lágrimas de su rostro—. Porque haces que todo sea un poco más brillante en nuestras vidas, Ade.

El niño rió suavemente antes de acurrucarse más cerca, buscando consuelo en el calor y la seguridad de los brazos de Archie. Este lo sostuvo con una mezcla de fuerza y ternura, brindándole el refugio que tanto necesitaba.

—¿Podemos escribirle una carta a Alec? —propuso Aden, haciendo sonreír al príncipe—. Para que sepa que lo extrañamos.

Archie sintió su corazón llenarse de ternura y dolor al mismo tiempo. Besó la cabeza de Aden y asintió.

El poder de la corona (👑#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora