Cuando era niño, Archie tuvo que aprender a tranquilizarse solo.
Claro que su madre ayudaba, y también Anthony que siempre estaba ahí para él, excepto cuando su padre explotaba de la nada y ordenaba que lo encerraran en su habitación sin permitirle ver a nadie.
Nunca entendió el objetivo de eso, pero aprendió a dejar de hiperventilarse cada vez que lo dejaban solo. Simplemente tenía que ir hacia el balcón y observar el cielo, sin importar si era de día o de noche; ver el cielo siempre era su escapatoria. Lo sentía extenderse sobre él y abrazarlo. Incluso cuando creció, su momento favorito del día siempre fue observar el atardecer o el amanecer cuando se desvelaba revisando la excesiva cantidad de documentos que su padre le asignaba. El cielo, las estrellas, todo era tan reconfortante.
Un día durante su primer año juntos, Archie sonreía mientras escuchaba a Alec hablar emocionado sobre lo que había logrado en su entrenamiento. No es que no estuviera escuchándolo, pero le pareció curioso sentirse tan tranquilo aún después del día que había tenido. Conocía esa sensación, pero jamás esperó sentirla con una persona.
Así que, en algún momento, mientras miraba atento a su novio y recorría con suavidad la línea de su mandíbula, sin permiso y sin que el príncipe se diera cuenta, una palabra escapó de sus labios.
—Cielo...
Alec se detuvo, quedándose callado de pronto. Sorprendido por lo que había dicho el príncipe, que ahora se sonrojaba frente a él. El soldado se acercó, curioso y sonriéndole.
—¿Qué dijiste? —cuestionó Alec en un murmullo.
El príncipe se cubrió la cara con ambas manos pero Alec las retiró, haciendo que volviera a mirarlo.
—Yo, eh... lo siento, fue algo tonto...
—No, Arch —le aseguró el soldado, acercándose más para colocar una de sus manos en su cuello, acercándolo para besarlo pero deteniéndose en el último segundo—. Suena lindo, dilo de nuevo.
El príncipe sonrió y con la mirada fija en sus ojos, repitió aquella palabra que ahora había adquirido un significado completamente diferente.
—Cielo —susurró después de unos segundos, perdido en el roce de los dedos de su novio en su mejilla—. Mi cielo...
Alec creyó que explotaría ante el descubrimiento de todas las sensaciones que le provocaba escucharlo llamarlo así.
—Dime, amor.
Archie suspiró, tranquilo, manteniendo la sonrisa.
—Te amo —respondió el príncipe.
La sonrisa del soldado se ensanchó. Su otra mano fue a parar a la espalda baja del rubio para acortar la distancia todavía más.
—¿Ah, sí?
—Cada pequeña parte de mi es tuya, cielo.
Alec, sin poder contenerse más, se inclinó hacia él y lo besó. Archie tomó aire, casi derritiéndose en los brazos del castaño mientras los labios de este exploraban sus mejillas y cuello.
—Yo también te amo —respondió Alec, susurrando cerca de él—. Me gusta cuando me llamas así... pero jamás lo habías hecho, ¿por qué ahora?
Archie rió, plantándole un pequeño beso en los labios para luego acercarse a mirarlo directo a los ojos mientras le explicaba.
—Una de mis cosas favoritas es el cielo —confesó, ahora consciente del doble sentido que tenía la palabra. Alec también pareció entender porque sonrió—. Siempre que estoy estresado o ansioso sólo tengo que detenerme unos segundos y mirarlo. No importa si está nublado, o lluvioso, siempre es precioso...
ESTÁS LEYENDO
El poder de la corona (👑#2)
Ficção AdolescenteLa guerra ha comenzado. La lucha de los reinos contra la rebelión continúa destapando verdades del pasado, revelando secretos que lo cambiarán todo. Los ataques de parte de Los Perdidos siguen debilitando la fé en la monarquía, se pide un cambio a...