Advertencia: mención de sangre y violencia.
—Lyndsay.La rubia levantó la mirada, los golpes en su mandíbula, labios y pómulos aún brillaban con intensidad con la luz blanca de la celda.
Gaia la miró aterrada, su corazón deteniéndose por un momento al verla en ese estado. El escape había salido mal.
Terriblemente mal.
—Te dije que esperarás a la noche, fue idiota que trataras de irte durante el día —reprimió la castaña con suavidad, pero suspiró—. ¿Ahora cómo se supone que te saque de aquí en una pieza? No hiciste más que complicar las cosas.
—Creí que... que no me ayudarías —admitió la más baja, Gaia no ocultó su sorpresa—. Últimamente te paseas por todos lados con la princesa... no estaba segura si aún podía confiar en ti.
El tono débil y cansado de su voz la preocupó. Además de su nariz sangrante que goteaba sobre el suelo blanco y limpio. Provocando un contraste espeluznante. De su bolsillo sacó un pañuelo y se lo ofreció para que se limpiara.
—Pues fue una estupidez que intentaras irte por tu cuenta. Eres como mi hermana, Lyn. Nadie podría...
—Por Dios, Gaia, he visto cómo la miras —soltó por fin. La castaña se congeló, limitándose a observarla con un inminente pánico en la mirada—. Y también cómo te mira ella. No sé qué carajo estés pensando, pero eso no puede acabar nada bien. Es la hija de Kenzo, el mismo hombre que nos ha traicionado miles de veces.
Gaia guardó silencio.
—¿Acaso ya no recuerdas que juró ayudarte a vengarte de la reina de Kethria por asesinar a tus padres? —continuó la rubia, cuestionando con rudeza—. ¿O que me usó para probar cada maldito suero hasta que olvidé incluso mi nombre? Si no fuera por ti, si no hubieras detenido esas pruebas, yo ya no estaría viva. Él me hubiera obligado a seguir hasta que no quedara nada de mí...
La castaña no pudo negar lo que decía su amiga. Cuando el jefe las había reclutado, les había hecho miles de promesas que jamás se había molestado por cumplir.
—No tienes que pensar más en eso, Lyn —casi ordenó—. Lo importante es que estás bien y buscaré la forma de sacarte de aquí.
Pero tuvo que dejar de hablar, principalmente porque Lyndsay se había hecho un ovillo, cubriendo su vientre con su cuerpo entero.
—Les pedí que no me golpearan en el abdomen —susurró, trató de no llorar, pues las lágrimas le escocían las heridas de la cara, pero fue imposible evitarlo. Siguió hablando en murmullos—. Y me hicieron caso, al menos, pero eso también significa que el jefe ya sabe de mi estado.
—No lo creo, sólo éramos esa doctora, Lilay y yo en esa sala... ninguna ha abierto la boca —aseguró Gaia.
Lyndsay soltó una débil risa irónica.
—Por favor, estoy segura de que la princesa se moría de ganas por contarle a su padre.
Gaia quiso decirle que se equivocaba, pero ¿cómo podría? Tristemente, era lo más probable.
Lilay jamás verá a su padre como lo que es, sin importar cuánto trate de convencerla.
Suspiró, sentándose a su lado, la rubia elevó la cara sólo un poco para poder mirarla.
—Tengo algo que pedirte —continuó Lyndsay, con la voz arrastrándose al salir de su desgastada garganta—. Es un enorme favor y el último que te pediré.
¿Último?
La castaña la hizo recostarse sobre su regazo antes de dejar que continuará.
—¿Qué es lo que quieres, Lyn?
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El poder de la corona (👑#2)
किशोर उपन्यासLa guerra ha comenzado. La lucha de los reinos contra la rebelión continúa destapando verdades del pasado, revelando secretos que lo cambiarán todo. Los ataques de parte de Los Perdidos siguen debilitando la fé en la monarquía, se pide un cambio a...