—Padre —murmuró la princesa, cuando la imagen de Kenzo apareció frente a ella en el holograma. El aire frío del jet de Kurshen no ayudaba a que la atmósfera fuera más cálida—. Hola...
—¿Por qué Archer y tú no han anunciado la fecha de la boda? Tuviste éxito, ¿cierto? —comenzó Kenzo, sonaba nervioso—. Contéstame, Lilay.
La princesa apretó los dientes, y tuvo que bajar la mirada para responder.
—Archer me echó del palacio hace unos días —murmuró, avergonzada.
Había sido tonto esperar consuelo del mismo hombre que le había exigido casarse sólo para expandir su control a otro reino, pero tampoco esperaba ver la expresión de su padre endurecerse al escuchar esa frase. Kenzo permaneció en silencio, observándola, y sólo hasta ese momento, Lilay notó las marcas que decoraban la piel de su cuello. Las venas en él estaban ligeramente más marcadas y sus ojos enrojecidos.
¿Está herido? ¿Qué fue lo que le pasó?
—Pe.. pero tengo la propuesta de Archer —continuó, mostrándole la carpeta a su lado que había estado hojeando durante todo el camino—. La robé. No pude encontrar a Lance pero conseguí una posible alianza con el príncipe Wolf...
—¿Dónde estás ahora? ¿Qué has estado haciendo si te echaron de Klaren?
Lilay pasó saliva.
—Estaba en Kryzen. El príncipe Askan es un soltero elegible.
—¿El segundo en línea para la corona? No quiero que te cases con cualquiera, Lilay, eso no nos sirve —espetó el rey—. Esto no se trata de que subas al trono en Kurshen, te dije que debías hacerlo en Klaren.
—Sí, pero creí que ahora que Archer y yo estamos en malos términos, podría subir al trono que me pertenece realmente si consigo un esposo. Faltan sólo unos meses para que cumpla la edad adecuada, padre. Estoy segura de que podemos convencer al parlamento de que...
—Quiero que vuelvas —la cortó Kenzo con brusquedad—. No quiero que hagas nada más, ¿oíste? Sólo regresa al palacio.
Lilay, consciente de lo que significaba ese tono, sintió sus manos empezar a temblar un poco.
—Padre, yo en serio intenté cumplir mi misión, pero...
—Regresa al palacio.
La comunicación terminó, y Lilay se congeló.
Lo defraudé otra vez...
No pudo hacer nada más que llorar el resto del viaje.
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Ernest se dio vuelta al escuchar las enormes puertas de la Sala del Trono abrirse de un golpe. Miró a su hijo cuando los soldados de la Élite Real lo hicieron arrodillarse frente a él. Archie respiraba pesadamente y tenía la mirada fija en su padre a pesar de la sangre que bajaba desde la herida de su frente y le cruzaba la cara. Mantuvo las manos quietas detrás de la espalda para no activar las esposas electromagnéticas que le habían puesto al tirar de ellas. Su hombro sangraba gracias a la herida de la flecha que le habían disparado hace unos minutos.
Verlo así le causó a Ernest una extraña sensación de triunfo.
—¡¿A qué viene esto?! —preguntó el príncipe a gritos.
—Veo que mis soldados pudieron encontrarte —señaló el rey, con tono burlón y una sonrisa tranquila que se desvaneció de golpe apenas se acercó más a su hijo—. ¿Qué se siente ser un traidor, Archer?
—Te lo he dicho mil veces, el verdadero traidor eres tú —respondió el príncipe, entre dientes. Sin querer se había movido un poco y una pequeña descarga recorrió su cuerpo haciéndolo jadear, pero no perder la fuerza—. ¡No eres un rey, no eres más que basura!
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El poder de la corona (👑#2)
Roman pour AdolescentsLa guerra ha comenzado. La lucha de los reinos contra la rebelión continúa destapando verdades del pasado, revelando secretos que lo cambiarán todo. Los ataques de parte de Los Perdidos siguen debilitando la fé en la monarquía, se pide un cambio a...