—Kenzo.
—Ernest.
Silencio.
—¿Cuál es la urgencia? —cuestionó Ernest, tratando de no sonar tan harto como realmente estaba—. Es tarde, Kenzo. Incluso más en Kurshen, ¿no es así?
—Es correcto, pero esto no podía esperar hasta mañana —contestó, la imagen holográfica del rey de Klaren temblaba ligeramente frente a él—. Sé que Lilay habló contigo hace unos días.
Kenzo no lo notó, pero había provocado que Ernest cerrara los puños con fuerza al recordar aquello.
—La Fuerza Especial ya se está encargando de ese traidor —gruñó, los ojos azules brillantes por la ira contenida en su ser.
—Sí, pero ¿no crees que ya han tardado demasiado?
—¿Me llamaste para cuestionar la habilidad de la unidad más preparada de mi ejército, Kenzo?
—No, para nada es mi intención —replicó el rey de Kurshen, con una diminuta sonrisa diplomática—. Pero digo que es posible que no estén buscando en los lugares correctos...a propósito.
Ernest lanzó la silla hacia atrás, levantándose para mirar más de cerca el holograma. Se arrepintió al instante, aún estaba muy débil pero también furioso con el hombre frente a él.
—¿Estás insinuando que hay más traidores en mis filas?
—Podría ser —sugirió Kenzo, la sonrisa ahora creciendo en su rostro—. Creo que necesitas a alguien de fuera que pueda analizar la situación, sin conflictos de intereses.
El ceño fruncido de Ernest casi lo hizo reír, aunque mejor no dijo nada. Esperó en silencio a que el rey de Klaren hiciera la pregunta.
—¿Qué sugieres?
—Podría enviar soldados a Klaren.
—¿Hablas de los mismos que te traicionaron hace meses? —cuestionó Ernest, levantando ambas cejas.
—No, cada uno de ellos fue ejecutado después del incidente —mintió Kenzo—. Estos hombres han entrenado por años, son la nueva y mejorada versión de la Guardia León.
Silencio de nuevo. Ernest estaba pensando, tosió un poco. No había logrado recuperarse por la inhalación de humo hace unos días. Se apoyó en la mesa de comunicaciones y bajó la mirada por largos segundos.
—Bien, recibiré a tus soldados —aceptó por fin—. Tal vez aprendan algo útil de la Fuerza Especial.
El rey de Kurshen se reservó sus comentarios respecto a la última frase. En su lugar, asintió tranquilo.
—Y una cosa más —agregó Kenzo, notó como Ernest no pudo evitar poner los ojos en blanco—. Cuando capturemos a ese traidor...creo que lo mejor sería traerlo a Kurshen.
Ernest frunció aún más el ceño.
—¿Por qué?
—Mientras hablamos, el Servicio Secreto está trabajando en una nueva arma biológica, perfecta para torturar traidores.
—Para eso está Kethria —aclaró el pelinegro, fastidiado.
Kenzo sintió la desesperación crecer dentro de él. Un ardor en el estómago hizo obvia su ira.
—Te aseguro que ni siquiera Kethria cuenta con lo que nosotros tenemos. Con nuestra nueva tecnología, ese soldado quedará irreconocible —respondió Kenzo. Tratando de no gritar—. No querrás perderte la oportunidad de enviarle un mensaje a los perdidos. Uno que nunca olvidarán y jamás los deje volver a dudar de tu poder.
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El poder de la corona (👑#2)
Novela JuvenilLa guerra ha comenzado. La lucha de los reinos contra la rebelión continúa destapando verdades del pasado, revelando secretos que lo cambiarán todo. Los ataques de parte de Los Perdidos siguen debilitando la fé en la monarquía, se pide un cambio a...