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El clima cálido de Kurshen era fruto del potente sol que bañaba los techos de las hermosas viviendas en todo el reino. "El Reino del Alba", solían decirle, por sus constantes aportaciones médicas y tecnológicas a los trece reinos en tiempos de crisis, que según el rey Ernest se sentían como "ver salir el sol después de la oscuridad". Todas estas contribuciones habían convertido a Kurshen en uno de los Tres Grandes Reinos, por lo que su punto de vista era considerado para las decisiones importantes que al final tomaba el reino líder, Klaren.
Nadie podía negar que Kurshen había ganado poder últimamente. El rey Kenzo y la reina Zionne lograron obtener el respeto de los monarcas en Kethria y Klaren; sin embargo, Ernest siempre mantenía en la mira a Kenzo, pues no confiaba en él.
—Siempre está observando, siempre atento a cada maldito movimiento —le decía a su esposa hace unos meses, después de la ceremonia de unión que había consolidado a Kurshen como parte de los Tres Grandes Reinos—. Cuando lo cuestioné sobre los nuevos avances en sus laboratorios, evadió la pregunta por completo. No me gusta su actitud.
—No todos tienen malas intenciones, Ernest —intervino la reina, en un tono tan dulce y tranquilo como siempre, levantándose de la cama sólo para llegar hasta él y acariciar su espalda, mirándolo a través del enorme espejo de su habitación. Los ojos azules del rey se clavaron en ella—. Kenzo y Zionne no son malas personas, pero valoran mucho la privacidad de su reino.
—Yo pienso que ocultan algo —aseguró el rey, girándose hacia su esposa—. A veces no sé si sería una buena idea que Lilay y Archer se casaran.
—Bueno, no debes preocuparte por eso aún —lo tranquilizó ella con una sonrisa—. Archie es quien tiene que tomar esa decisión.
—Es demasiado necio —mencionó el rey, con ira contenida en su voz. Tuvo que alejarse unos pasos para esquivar la mirada triste de su esposa—. Si le dijera que no lo hiciera, sería capaz de casarse con ella sólo por llevarme la contraria.
—No le gusta sentirse obligado a nada —concordó Kristen, sentándose con las manos sobre el regazo en la cama—. Pero sé que él jamás se casaría con alguien que no amara.
El rey puso los ojos en blanco, de pronto incapaz de ocultar el fastidio que sentía cada vez que su esposa hablaba sobre ese tema en específico. Se dirigió al balcón, donde observó el jardín principal, lleno de rosas blancas, extenderse bajo sus pies.
—Nosotros lo hicimos —espetó, sin girarse—. Y no resultó mal.
Su respiración temblorosa empañaba el cristal del balcón. Kristen mantenía los labios apretados mientras buscaba las palabras correctas, unas que no enfurecieran a su esposo como cada vez que surgía el tema.
—Sí —dijo al final, asintiendo como perdida en algún recuerdo. Pero se obligó a volver apenas Ernest se giró hacia ella—. No resultó mal para nada.
Pero el ceño fruncido en el rostro del rey no iba a ceder. El azul en sus ojos había oscurecido y no había vuelta atrás.
—Tú siempre con tus ideas sobre el amor, ¿eso qué importa cuando se trata de preservar el estatus del reino? —cuestionó con dureza. Kristen no supo qué responder, así que continuó—. Archer se casará con quien represente una mejor alianza para Klaren. Y si es Lilay, tendremos que mantenerla vigilada.
—Lilay es una buena chica...
El rey soltó una sonora risa irónica.
—Ese es uno de tus muchos defectos, Kristen... eres demasiado fácil de engañar.
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El poder de la corona (👑#2)
Teen FictionLa guerra ha comenzado. La lucha de los reinos contra la rebelión continúa destapando verdades del pasado, revelando secretos que lo cambiarán todo. Los ataques de parte de Los Perdidos siguen debilitando la fé en la monarquía, se pide un cambio a...