Entre sangre, amor y dolor

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Advertencia: mención de sangre, tortura y violencia.

Lilay dejó que las delicadas pero ágiles manos de la dama de compañía que se le había asignado trabajaran. Era lo mejor, pues ella misma no habría podido arreglarse para tal evento. No con el corazón latiendo con tanta fuerza, como si tratara de decirle algo.

El vestido que había elegido, entre balbuceos y pensamientos confusos, era precioso, delineaba su figura a la perfección y el corte era elegante y llamativo sin llegar a ser pretencioso. Digno de una reina, la próxima reina de Klaren. Aún no podía creer que lo había logrado.

Todo estaba bien, ¿entonces por qué se sentía tan mal?

La tela blanca y fluida del vestido cayó con gracia a los costados de su cuerpo cuando la dama lo colocó y tomó la mano de la princesa para llevarla hasta el espejo. Lilay no podía creer lo que veía. Se veía preciosa, pero no parecía ella misma.

Siempre había creído que cuando se casara, lo haría con alguien a quien amara de verdad.

Y ahora, de pie frente al espejo, no podía estar más alejada de eso.

Tristemente, no era la única que pensaba aquello, pues Wolf, quien se arreglaba en una de las habitaciones contiguas, ahora trataba de dejar de temblar mientras se abrochaba los últimos botones de la camisa. Un sirviente llegó para poner sobre sus hombros la capa azul rey con dorado, destinada a usarse únicamente en las coronaciones oficiales. Sintió el peso de la capa tanto física como moralmente.

Hoy era el día. Se convertiría en príncipe de Klaren y Kethria.

Wolf casi rió por lo ridículo que le parecía todo. Siempre había vivido para molestar a su primo, y aunque sabía que verlo ahí en su lugar con todo el palacio observándolo lo molestaría demasiado, no se sentía bien. La ansiedad subía por su garganta y se atoraba en el nudo que amenazaba con ahogarlo.

Pero no se dejaría vencer, y menos ahora que lo único que podía recordar al cerrar los ojos era el rostro de Clover mirándolo con tanto dolor, las lágrimas corriendo por su rostro. Cada vez que lo hacía, tenía que detenerse para llorar, y últimamente se lo permitía demasiado. Se derrumbaba por un momento y pensaba en lo que habría pasado si hubiera escuchado a Clover y hubieran escapado juntos hace años.

Ahora tenía que perderlo para salvarlo.

Perderse.

Horas después, la ceremonia comenzó con una majestuosa procesión. Las puertas del gran salón se abrieron lentamente, revelando a la princesa, que avanzaba con paso firme pero con el corazón pesado. Las paredes del salón estaban adornadas con decoraciones de seda y rosas blancas, típicas de Klaren. Un resplandor dorado llenaba el aire gracias a los candelabros de cristal que colgaban del techo abovedado. Una alfombra roja se extendía desde la entrada hasta el altar, donde Wolf esperaba, su rostro era una máscara, una que tenía que mantener por el bien de quien realmente amaba.

Lamento que me haya tomado tanto tiempo decírtelo...

La música resonaba suavemente, una melodía solemne tocada por un cuarteto de cuerdas. Los miembros del parlamento de los reinos de Klaren y Kethria llenaban las filas de asientos, al igual que los reyes de Kethria, todos con la mirada fija en la novia. Lilay sentía sus ojos sobre ella, pero trataba de no dejarse afectar. Respiró profundo y apresuró el paso.

Sólo tengo que llegar al altar, sólo unos pasos más.

Wolf la observó acercarse, y por un momento, sus miradas se encontraron. Había tanto que querían decirse, pero las palabras se quedaron atrapadas en sus gargantas. Ambos sabían que este matrimonio era una farsa, una unión forzada por las circunstancias y el poder.

El poder de la corona (👑#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora