Los cabellos rojizos de la princesa estaban sujetos por una coleta alta que se movía mientras miraba cómo los científicos de la rebelión corrían de un lado al otro, trayendo y llevándose cosas mientras preparaban a la joven rubia que se encontraba recostada sobre una especie de sofá alargado, tratando de controlar su respiración que se había agitado apenas vio las jeringas con aquel nuevo suero que debía probar.
Lilay se sentía un poco mal por ella, pero sólo un poco. Era bajita y se veía indefensa, no entendía por qué su padre la había enviado a "vigilarla". ¿Vigilar qué? Esa chica apenas podía permanecer en pie sin temblar.
—Aquí tienes —murmuró la princesa, ofreciéndole un vaso de agua—. ¿Te sientes bien? Los médicos dicen que si no estás tranquila no serás buen sujeto de prueba.
—Estoy bien —espetó la rubia, cortante. Desde hace unos segundos no hacía más que mostrarse indiferente o agresiva hacia la princesa—. He pasado meses haciendo esto, no necesito que me repitan los requisitos.
Lilay se enderezó, retirando con ella también el vaso de agua.
—Bien, perfecto —continuó la pelirroja, ahora molesta—. Entonces arréglatelas tú sola.
Ambas permanecieron mirándose con el ceño fruncido y hubieran seguido así un largo tiempo si no hubiera sido por el ruido metálico de la puerta del laboratorio abriéndose pesadamente y luego una voz femenina pero grave conocida para ambas.
—Hola, Lyn, ¿estás lista?
Gaia fue hasta la pequeña rubia para darle un corto abrazo. Lilay se sintió incómoda al instante, retrocedió un par de pasos con la intención de dejarlas solas pero la mano de la castaña se enroscó en su muñeca.
—¿A dónde vas?
—Mi padre me necesita —mintió Lilay con rapidez.
Gaia la miró con incredulidad.
—Lo dudo, considerando que se encuentra camino a Kethria, dudo que necesite mucha ayuda.
La princesa se congeló.
¿Kethria?
—¿Para qué iría a Kethria?
—No sé, Lilay. Tu padre es un misterio que jamás he logrado entender por completo.
—Pero...¿no mencionó algo al respecto? ¿Por qué no me pidió que fuera con él?
Gaia se apartó un momento de Lyndsay para ir hasta ella.
—Quería que vigilaras esta sesión, ¿no es así? —la princesa asintió—. Bueno, seguro fue por eso. No sobrepienses.
—Pero es que él...
—Oye —la cortó, inconscientemente acariciando el brazo de la pelirroja—. Dijiste que tratarías de que ya no te afectara lo que tu padre hace, ¿recuerdas?
Tomó aire, y le tomó un par de segundos asentir, mirando directamente a los ojos aceitunados de la castaña, quien sonrió mínimamente.
El extraño sentimiento volvió, pero esta vez, la princesa no apartó la mirada, enfrentó al miedo y se dejó llevar, su corazón se aceleró y entonces...
—Agente Heller —pronunció una esbelta doctora mientras entraba a la reducida sala. Las tres chicas dirigieron su atención hacia ella—. Me temo que aunque agradecemos su disposición para servir como sujeto de prueba, no será posible que continúe realizándolo... al menos por unos meses.
Gaia la miró, entendiendo al instante, pero Lyndsay no parecía tener idea de lo que hablaba aquella mujer.
—¿No puedo seguir probando nuestros sueros? —repitió para confirmar. La doctora negó pacientemente con la cabeza y eso desató el nerviosismo de la rubia de inmediato—. ¡Pero tengo que hacerlo! ¡Aún hay mucho que mejorar y no podemos...!
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El poder de la corona (👑#2)
JugendliteraturLa guerra ha comenzado. La lucha de los reinos contra la rebelión continúa destapando verdades del pasado, revelando secretos que lo cambiarán todo. Los ataques de parte de Los Perdidos siguen debilitando la fé en la monarquía, se pide un cambio a...